En noviembre pasado, escribí un artículo sobre Francisco Guillem Castaño, que en 1979 se convirtió en el primer alcalde de la democracia durante 6 años, y que después de dejar la política activa en 1986, volvió a formar parte de ella tras ser elegido concejal en pasadas elecciones municipales.
El jueves por la tarde fui a despedirme a casa de Paco. Fini, su esposa, me había enviado un mensaje diciéndome que podía pasarme, ya que yo le había dicho que me gustaría ver algunas fotos. Ella me abrió la puerta mientras un perrito pequeño comenzó a ladrar, seguramente preguntándose quién era aquél intruso. Su hija Sandra se llevó al perro y nosotros pasamos al salón.
Estuvimos un rato viendo fotografías, hablándome de anécdotas, de momentos y lugares de buena parte de ellas, pues tenían mucha historia. Entre otras, había varias imágenes de la inauguración del Auditorio Municipal, fecha señalada en 1982, día en el que vino a Yecla, siendo alcalde de Madrid, el viejo profesor, político e intelectual don Enrique Tierno Galván.
Mi intención era verle, pero al levantarme para irme, Fini me dijo que debido a su empeoramiento, Paco ya no era él, y que prefería que no lo viese así, para quedarme con los recuerdos cómo era hasta hace poco.
Nos saludábamos algunas mañanas, conversando un par de minutos, yendo él los últimos días entre los brazos de Fini y Charo.
Paco, con su visión de futuro hacia el pueblo, como ya lo había hecho anteriormente, quiso volver a la política. Con su imagen inconfundible, un diminuto pendiente, alguna bufanda o pañuelo y su sombrero, formó parte de la lista electoral que se presentó en el rellano de la Feria del Mueble para las pasadas elecciones municipales.
En ese periodo de campaña, se le diagnosticó un cáncer, votó por correo porque iba a entrar a quirófano, llegaron las elecciones y las fases de tratamiento, todo seguido.
El señor juez, el 21 de junio, le llevó en persona a su domicilio la acreditación de concejal, y tomó posesión de su acta con una ilusión y muestras de cariño impresionantes en el mes de septiembre.
“Su pasión, experiencia, constancia y compromiso son un activo para nuestro equipo. Estamos orgullosos de tenerlo en nuestras filas y vamos a trabajar juntos para lograr un futuro mejor para nuestra ciudad”, dijeron los suyos de él, el día de la toma de posesión. Probablemente, con una responsabilidad tentadora de sentirse con ganas, pero tal vez con menos fuerzas por la dureza de los tratamientos.
Su visión y compromiso de trabajo con Yecla en los años que estuvo de alcalde, fue su mejor legado, y ahora su vuelta era dejar en su agenda todas las opciones para aportar algo como servidor público.
Desde una perspectiva muy personal, me lo imagino dormido sobre sí mismo. La recaída es escurridiza, muchas veces se oculta y aparece cuando menos se la espera. Donde al principio asoma el espasmo, cuando resuena la incertidumbre que tiñe el pensamiento, cada uno sabe lo que lleva dentro, lo que no sabemos es aquello que la vida nos depara y sobre todo qué día será el último.
En todas estas derivadas, Paco con la prudencia de siempre se ha marchado en silencio como sin querer importunar, el día menos pensado. Él ha visto el fin al sufrimiento. Con la mayor entereza, cuando llega el día en que finalmente aceptas lo que hay, ya no hay prisa, ni desasosiego, ni impaciencia.