Cuando llegamos a esta época del año, es habitual que comiencen a surgir los molestos síntomas de las llamadas alergias primaverales. Estas, en realidad, suelen agrupar las alergias a determinados tipos de polen, y es una molestia que, conforme pasan los años, afecta cada vez a más personas. Así, lo que para unos supone una época de buen tiempo y de pasar más horas al aire libre, para otros puede ser una verdadera molestia. Es por eso que conviene familiarizarse con el tipo de alergia que padecemos; de esta forma, podremos afrontarla y tomar las medidas más adecuadas en cada caso.
Alergia primaveral: qué es exactamente
Una alergia, en términos generales, es lo que se conoce como hiperrespuesta del sistema inmunitario ante la exposición de determinadas sustancias que nuestro organismo, por un motivo u otro, no tolera. Estas, además, pueden ser de tipo respiratorio, pero también cutáneas o alimentarias.
En el caso de las alergias que se producen en primavera, las de tipo respiratorio y cutáneo son las más comunes y, en general, la hiperrespuesta responde a la exposición al polen que flota en el ambiente. Y es que, después de todo, es en esta época del año cuando se produce la polinización de muchas especies diferentes.
La alergia respiratoria suele darse en forma de rinitis, cuyos síntomas pueden incluir estornudos, el exceso de mucosidad, la obstrucción de las vías respiratorias y, en algunos casos, dolores de cabeza. No obstante, también hay alergias estacionales que pueden desencadenar ataques de asma.
Medidas que podemos tomar
Cuando llega la primavera, es el momento de adoptar ciertas medidas de prevención para reducir la exposición al polen y para minimizar sus efectos. Así, el punto más recomendable suele ser que, en la medida de lo posible, evitemos salir de casa al amanecer y al atardecer, ya que a esas horas será cuando la concentración de polen será mayor. Asimismo, como es lógico, deberíamos evitar jardines, parques y lugares similares.
Reforzar nuestras defensas también puede ser de utilidad en estas épocas, y aquí entrarán en juego la alimentación y los suplementos alimentarios. Por ejemplo, podemos recurrir a la histidina para la alergia, ya que es un aminoácido que nuestro cuerpo no puede producir, pero que ayudará a reforzar nuestro sistema inmunológico de forma natural.
El ejercicio, por otro lado, también nos ayudará a reforzar el sistema inmune y, de este modo, contribuirá a reducir los síntomas. Eso sí, no es recomendable hacer dicho ejercicio en parques y lugares similares.
Otras soluciones guardan relación directa con la prevención. Por eso, es aconsejable consultar la información diaria acerca de la concentración diaria de polen. Al salir a la calle, además, podemos usar gafas de sol para protegernos y, en casos más extremos, recurrir a las mascarillas.
En casa, la limpieza va a cobrar una especial relevancia, ya que nos permitirá eliminar concentraciones de polvo y restos de polen. También debemos ventilar las habitaciones, actividad para la cual elegiremos el mediodía. ¿Por qué? Sencillamente, porque es la hora en la que la concentración de polen suele ser menor.
Evitar las alergias primaverales al 100 % es casi imposible. No obstante, siguiendo una serie de pautas, y teniendo cuidado, podremos reducirlas lo suficiente como para disfrutar de esta época del año sin pasarlo demasiado mal.