Aunque falta mucho por hacer, cada vez es más común encontrar personas que se implican, y una vez involucradas buscan la alternativa más adecuada para solucionar una cuestión.
Estos días me acordaba de mi amiga Saray, y cómo estará viviendo esta situación tan extraña para todos, y cuál será su percepción de las cosas. Ustedes la recordarán, cuando hace unos meses les hablaba de una manzana y un implante coclear.
Ella se maneja en lengua de signos, y por tanto para leer en los labios, necesita verlos. Entonces me preocupaba la dificultad de poder hacerlo con quienes en adelante llevemos mascarillas.
Ante la inquietud de nuevos cambios, y los tiempos que nos ha tocado vivir, vemos gente con iniciativa e ingenio, que abordan el tema y están confeccionando mascarillas transparentes, con lo cual se podrá “solucionar” bastante la cuestión, para las personas sordas o con problemas de audición, junto a unos paneles de símbolos que reflejan lo más básico de informar y preguntar.
Las personas sordas llevan una vida lenta en un mundo acelerado, a veces con el apuro de si alguien puede ayudarles. Para ella esto es muy importante, ya que su objetivo es realista y factible, basado en la evidencia de encontrar soluciones, para entender y sentirse entendida.
En ocasiones cabe la posibilidad de que las palabras sean un estorbo cuando se quiere hablar con el corazón; otras tenemos un nudo en la garganta que nos impide hablar, y también que hagamos oídos sordos y no prestemos atención o simplemente no queramos escuchar.
Intento hacerme a la idea de su silencio y me cuesta, es difícil ponerme en su lugar. Me sirve de terapia para sentirme un privilegiado al disponer de mis cinco sentidos y poder sacar lo que llevo dentro.
Muchas veces no nos damos tiempo para pensar qué queremos realmente, como un secreto de museo, y qué circunstancias revierten en aquellas personas que hacen un doble esfuerzo por la integración.
Creo que los seres humanos por definición, somos imperfectos. A metro y medio de distancia o de lejos, con la mirada propia de su silencio, será bueno seguir enviando mensajes de lucha, porque siempre están cerca de nosotros.
1 Jose Ortega y Gasset e Juan Ramon Jimenez travam contacto pela primeira vez em 1903, por familiaridade com a pessoa de Luis Simarro, vindo a participar posteriormente juntos na revista