Quedo con mi amigo Manolo para tomar café. Cuando llego a la cita, él ya está sentado junto a Paquita su mujer, les pregunto por el hijo que mediante mensajes me ha servido de enlace; dicen que enseguida llegará. Comenzamos la charla y a los pocos minutos llega Manuel, el mayor de sus dos hijos y seguimos la conversación, mientras Paquita destapa una bandeja con algo de repostería para acompañar al café.
Su historia es impresionante. En noviembre de 2020, estando en su casa de campo, el matrimonio empezó a encontrarse mal. Los síntomas eran extraños y llamaron al médico. Después de un par de días donde el malestar iba en aumento, ambos fueron trasladados en ambulancia al hospital de Yecla. Ella dio negativo y él positivo en la prueba del Covid. Ante la gravedad del asunto, Manolo fue derivado rápidamente a la Arrixaca de Murcia.
Tres meses en coma ingresado en la UCI; entubado, conectado a una máquina donde se le taponaban los conductos y los manguitos de aire incluso llegaron a pincharse de la presión. Cribados, mucosidad, traqueotomías, bacterias, sondas, cables por todos los lados y sedación.
Después dos semanas en planta, y un mes y medio en el Hospital de Molina de Segura, la suma de cinco meses ingresado, Manuel me dice que es como si le hubiese pasado un tren por encima. Pesadillas, pérdida de la noción del tiempo, sin reconocer a quienes eran sus familiares, no acordarse del pin del teléfono y un largo etcétera, podría ser parte del balance de esta historia.
Con un sufrimiento físico y emocional impresionante, llegó a pedir a los médicos que le dieran una pastilla para morirse. Dejando atrás cinco meses en cama y perder 18 kilos, ahora está empezando a recuperar algo de peso. Por prescripción facultativa camina todos los días un buen rato, al igual que acude a rehabilitación. Hay días que se cansa y otros se entremezclan la falta el aire y la fatiga. Tiene problemas pulmonares, por eso en algunos momentos necesita respirador. Sigue batallando cada día, se detiene cuando se cansa, y en una nueva habilidad se sienta en su andador, cruza las manos y apoya los codos en su inseparable artilugio como de momento una parte importante de él.
Jamás pensó que su vida de la noche a la mañana pudiese cambiar tanto, y que en aquella UCI quedaran encerrados tantos secretos. La duda casi siempre lleva aparejada una parte de la esperanza, y que la vida es algo más que pulsar un botón y ponerse en marcha.
Destacar la encomienda de toda su familia que está jugando un papel fundamental para reincorporarse a la vida y el esfuerzo que pone Paquita en explicarse para que yo la entienda. Como un cariño furtivo me cuenta su hijo los miles de kilómetros que hizo hasta Murcia al salir del trabajo; Raúl y él yendo y viniendo durante muchísimos días para poder estar de alguna forma unos momentos junto a él y apoyar a su madre. Fueron momentos muy duros, ver a familias que estaban luchando por lo mismo, y cómo quedaban rotas en el rellano de la UCI, al comunicarles el fallecimiento de uno de los suyos.
En un contexto de incidencias acumuladas y emergencias sanitarias, la virulencia de la pandemia se ha hecho notar en todo el mundo y parte de sus efectos y las posibles secuelas, en esta familia.
Haciendo ejercicios de memoria, porque los necesita para recuperarla poco a poco, agradece a todo el personal sanitario y a su equipo médico en particular, la grandiosa labor, su paciencia y sacrificio, y demostrar con su ejemplo a quienes no creen, que la vacuna tiene su eficacia.
Este virus no tiene compasión, y al igual que se contrarresta, todavía en algunas personas aniquila en igual medida. Tal vez las restricciones que de manera individual las consideramos absurdas, de forma colectiva por el bien de todos, las aceptamos.
Se resistía a la foto porque sabe que lo conoce todo el pueblo, y yo no pretendo otra cosa que no sea dar un estímulo con su historia a quienes están pasando por lo mismo.
Para ir concluyendo, quiere agradecer a los familiares, amigos y conocidos las innumerables muestras de cariño. A la tercera va la vencida. Manolo dice que ya no es el mismo, que se ha deteriorado mucho en este proceso, pero aquí continúa recuperándose con un pronóstico estimable de al menos dos años. Por eso lo más fascinante de cada anatomía antes de plegar las alas, es la esperanza.
Conozco a Manolo de toda la vida y cierta amistad. Me entero de lo que le había pasado. Me dicen que fue algo muy grave, pero me hice cargo del alcance de la enfermedad cuándo lo vi por la calle con el andarín y el oxígeno.
Como para ser negacionista, ver y ahora leer todo lo ocurrido al bueno de Manolo.
Un saludo para Manuel y familia.