El Yeclano no termina de encontrar el camino adecuado para sacar adelante sus partidos en La Constitución, Ayer empató a 1 frente al Ciudad de Murcia que terminó sin oxígeno pese a que más de medio centenar de sus aficionados se desplazaron a Yecla para animar a un equipo que fue ordenado y supo aprovechar un error de los azulgranas. Ni más, ni menos.
Apenas lleva el encuentro 10 minutos cuando el Yeclano abrió el marcador con un gol de Joselu que remató un rechace dentro del área.
No había terminado de celebrar el gol el equipo local, cuando un error de Castellanos dejó en bandeja el empate a manos de Barriles que no perdonó ante la salida del guardameta Ángel que se estrenaba en casa.
Desde ese momento el partido entró en una fase sosa y fea. El Yeclano que con su gol parecía que iba a terminar goleando empezó a ver a los rivales muy grandes y a la portería contraria muy pequeña.
Por su parte los visitantes hicieron lo que debía. Estar organizados, intentar algunas arrancadas y desesperar al Yeclano.
El Ciudad de Murcia aguantó el tipo hasta bien entrada la segunda mitad. Tan sólo en los últimos 20 minutos se les notó a los visitantes su bajón físico al que se unió el deseo de ganar del Yeclano en su casa.
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La ocasión más clara, tan evidente que medio estadio cantó gol, fue un centro que el portero sacó mal de puños dejando el balón a los pies de Tonete que elevó el balón entre un mar de defensas. Cuando la pelota parecía que terminaba claramente en la red, el balón golpeó en el poster y un defensa pudo despejar pese a que los delanteros del Yeclano se lanzaron a rematar lo que era un gol cantado.
Fue la más clara de un par más de ocasiones que no fueron eficientes de cara al gol.
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El Yeclano con el empate desaprovechó el pinchado del Lorca que sigue de líder. Un Yeclano que deberá buscar soluciones a los partidos en casa donde pierde los puntos que gana fuera.
También es cierto que la enfermería está repleta, pero el Yeclano no encuentra la forma de romper a los equipos que llegan a Yecla ordenados a pescar en el río revuelto en el que se ha convertido La Constitución para los locales.