En una primera lectura más allá de la economía, cabría preguntarse por la voluntad de aquellas personas que dejan a un lado el precepto de la moral.
La vena de la conciencia a veces no riega la mente de manera adecuada. Nuestro orgullo seguramente impide una reflexión profunda, y una actualización de aquellos medios que nos hemos dado para salvaguardarnos.
La incomprensible pérdida de valores, y en parte la globalización, nos hace tan vulnerables que nos ha convertido en “mercaderes”, lo cual puede llevar a un lamentable final, si en el presente inmediato no se adoptan soluciones.
Qué triste es no poder creer siempre en la ejemplaridad enternecedora de algunos individuos. No todo el mundo piensa bien, probablemente los malos comportamientos que causan daño están cerca de la perversión.
Aparecen numerosas dudas, manos ocultas se abren paso en este mal rutinario poniendo de relieve en cierta manera las debilidades y la dependencia del sistema, que de forma palpable, nos hace pensar en manos de quién estamos, quiénes manejan los hilos y quién es el que tiene el poder de la llave.
Por qué el material sanitario y los equipos de protección se han convertido poco menos que en un mercado persa, pregunta de difícil respuesta hablando de salud. Cuando se trapichea y existe quien es capaz de almacenar material sanitario para especular, rentabilizando la mortalidad, se actúa con actitud ruin, cobarde e inhumana.
La ciencia y los grandes avances, bien utilizados, demostrarían la evidencia de su eficacia. No sé si aprenderemos, pero aquí todos vamos a dictar sentencia de esta terrible experiencia. El mundo en un hábitat difícil con obstáculos muy grandes, pero rico en aprovechamiento de oportunidades para algunos.
Los gobiernos de todos los colores y países armados hasta los dientes, deberán reconsiderar muchas cuestiones y tomar medidas eficaces para evitar situaciones similares en un futuro inmediato, mientras tanto se te seca el paladar por un asunto tan amargo.