Eva María Ortín, con 17 años, puso rumbo a Inglaterra para estudiar inglés. Allí aprendió gran parte del lenguaje académico del primer idioma del mundo. Estuvo un par de años y regresó a Yecla.
Después de varios intentos, quedamos una tarde en su centro educativo para tomar el té, nunca mejor dicho, cosa que, con puntualidad británica, así fue. Eva, es la cuarta de seis hermanos, dentro de una extensísima familia por parte de padre que es la Ortín, los “ortínes” de toda la vida. Su padre, Ángel, era el mayor de un amplio conjunto de hermanos; los apóstoles más dos suplentes, dicho en sentido cariñoso, catorce sumaban en una foto ordenados por edad, imagen captada desde lejos para que cupieran todos; algunos ya no están. A todo ello hay que añadir un montón de primos. La madre de Eva se llama Maruja.
Tras su vuelta a Yecla, hizo un poquito de casi todo, entre otras cosas peluquería, a la par que seguía mejorando su inglés. Estuvo un tiempo dando clases en la academia con su hermana, así como en la Casa de Cultura de Montealegre del Castillo.
Se formó en educación infantil, obteniendo el título de Técnico Superior en Educación Infantil. Además de ser feliz esposa y madre, le encantan los niños. Hecho que tras pensarlo mucho le llevó en 2017 a hacer algo nuevo: puso en marcha un centro educativo más ludoteca, de 0 a 10 años, denominada Bubbles Bus.
Una inversión importante conllevó emprender este reto, con todo lo que cuesta el principio, la complejidad de trámites y requisitos para iniciar una actividad. El calendario comenzó a correr y, cuando empezaban a levantar el vuelo, de por medio les pilló la pandemia, que como a todos y cada uno en su tarea, nos trastocó la vida.
Con ganas renovadas regresaron, y hasta la fecha ahí siguen.
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Los niños, mientras son niños, están en constante movimiento, descubriendo cosas y allí de una forma especial lo hacen relacionándose en inglés. Fue curioso, cuando me presentó a un reducido grupo de estos pequeños alumnos aquella tarde. Todos saludaban y daban las gracias en inglés, mientras cada uno de ellos recibía una galleta como entrante a la merienda.
Eva me cuenta, que, en ocho años de esta iniciativa, habrán pasado por allí unos 700 niños. Una media diaria de 40 peques dependiendo del horario, con lo que supone para los padres equilibrar trabajo y familia.
En Bubbles Bus, este centro de educación infantil británico para niños, trabajan 4 profesionales debidamente acreditados, mediante el estímulo y compromiso que conlleva seguir estando con un funcionamiento de lunes a viernes de 7.30 de la mañana a 8 de la tarde, en horario ininterrumpido. Allí realizan su trabajo aplicando su talento en día laborable con el mayor afecto, repartiendo sus conocimientos envueltos en cariño, asegurándose que los niños reciben parte de la estimulación que necesitan. Además, el centro está acreditado por la Consejería de Educación de la Región de Murcia e integrado en ACEIMUR, la asociación de centros privados de educación infantil de la región, formada por 90 asociaciones.
Cambiar pañales y lavar ropa forman parte de los menesteres dedicados a estos niños y bebés. Por las diferentes aulas, cada una con sus paneles sensoriales para desarrollar las habilidades cognitivas, entre ellas las de gateo, así como por el gran patio (cuando hace bueno), van creciendo estas personitas. Entre cunas, mochilas colgadas en perchas (cada una con su nombre), batas, sillitas, pupitres y triciclos de plástico, van creciendo y pasando los días.
Otro de los temas que destaca es que, sobre el 40% de su alumnado, nacido aquí, proviene de familias de inmigrantes, argumentando que tienen más asumido el concepto de los idiomas, seguramente porque han sido siempre muy itinerantes.
Al final de curso y en Navidades, Bubbles Bus se pone de largo y hace su mercadillo medieval. En él participan los padres, familiares y amigos de estas personitas, y cada año la recaudación va destinada a un fin benéfico. El que se celebró esta última Navidad se llamó “La huella de Alex” y los 860 euros recaudados se destinaron a la investigación del cáncer en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla.
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Esa cosa entrañable que despiertan los niños que encienden nuestra memoria, son las que llevan a realizar multitud de actividades como en un club de la escucha y aprendizaje: taller de navidad, escuela de semana santa, día del maestro, escuela de verano, medio ambiente, y talleres de gastronomía para conservar las tradiciones de estos lares, y así un largo etcétera. Tienen en proyecto un taller que llevará por título “La vuelta al mundo, cultura y diversidad”.
Con la fuente secreta del entusiasmo estos peques forman su propia burbuja, con su diversión, entretenimiento, cuidados y pequeño aprendizaje. Del arraigo de cada uno a la vida, dependerá el mundo el día de mañana.