Hace un año de esta foto. Aquella tarde, donde a la hora que se escondía el sol, con tus pulmones heridos ingresamos en la Arrixaca.
Siendo todo muy oscuro teníamos un rayo de esperanza a pesar de que el diagnóstico indicaba estadio IV, y el porcentaje de supervivencia era bajo.
De compañera de habitación cuando llegamos estaba Consuelo, directora del Instituto José Luis Castillo Puche y, casualidades de la vida, vecina del bloque contiguo a nuestro edificio.
Nos manteníamos con una esperanza cierta en la ciencia de seguir adelante, sustentada en la superación 11 años atrás de un Linfoma muy grave, del que todos pensamos no saldrías, y con una fuerza impulsora que apareció de no se dónde y receptora positiva, saliste.
Recuerdo cuando estando ingresada al tercer día nos alarmamos porque se te fue la voz, y dijiste que te daba igual, lo que querías era vivir, y que no tenías pensado cantar y la oncóloga nos dijo que eso era normal y enseguida la volverías a recuperar, y al poco, así fue. En esta ocasión no pudiste superar la enfermedad, la metástasis avanzó y te excluyó de la vida al no querer darte una segunda oportunidad, y como siempre ocurre, te fuiste cuando más falta nos hacías, que ha sido siempre.
En aquellos días tan fríos, en aquel escenario real donde te soltaste el pelo y te lo cortaste para que la quimio por sí sola no te lo arrebatara de forma definitiva.
Las nenas, teniendo en cuenta la importancia de cada detalle, te llevaron un día a Valencia, a un sitio previamente elegido para pasar una jornada inolvidable y lo pasasteis en grande.
En estas pulsaciones de la vida, hoy, necesitaba escribir esto para de alguna forma dar ánimo a todas aquellas personas que puedan estar pasando por lo mismo.
Se me siguen nublando los ojos muy a menudo, dentro de un equilibrio razonable, porque me acuerdo ti todos los días, y parece que te estoy oyendo toser con tus pulmones heridos.
Dentro de este vacío tan grande, como la vida es un bien extremadamente preciado, y hay cosas que están fuera de nuestro al alcance, y no podemos elegir nuestro destino, esto continúa siendo muy duro.
Nos queda la evidencia de una lucha férrea y la «satisfacción» de haber hecho todo lo posible en tiempo y dedicación a la encomienda de tu recuperación en aquellos días, donde compartimos tantas cosas y vivimos juntos más que nunca cada momento casi sin restringir las horas, además de algunos otros con la familia.
Disfrutamos de tu compañía y no te olvidamos. Reímos y lloramos en este camino difícil. En algunos instantes de alegría habitual porque estabas, y en otros porque no nos queríamos hacer a la idea de que se acabaría la energía y te irías.