Todo está en los libros

Hoy es el Día del Libro, un alimento sin conservantes que no tiene fecha de caducidad.

Los libros fueron creados con la intención de plasmar los hechos y que éstos quedaran reflejados por los siglos de los siglos. Tienen dos caras una por fuera y otra por dentro, el diseño y la encuadernación cumplen dos propósitos, la imagen visible de la portada y el contenido de sus páginas, puede ser de mejor calidad o de bolsillo

Un libro casi siempre propone un viaje en el tiempo, nos transporta a la imaginación. En cierta medida es como una persona, puede ser amada y también utilizada, si no hacemos el uso correcto. El libro puede dar luz a la oscuridad de un alma triste como precursor de las arrugas del cuerpo, mediante una sensación positiva de esperanza.

Los libros convierten al autor en inmortal, y por tanto ya no pasa desapercibido; encierran historias, testimonios y teorías, todo está en los libros de manera fehaciente, una poderosa herramienta escrita en diferentes lenguas, demasiado importante para llegar a la madurez. Cuando leemos un libro, pensamos cuanta gente habrá aprendido con él y que podemos aprender también nosotros.

Muchos miles de ejemplares fueron destruidos, grandes obras cosidas y hechas a mano con caligrafía de imprenta.

Publicaciones memorables quemadas para evitar la garantía de ser leídas y despertar la ignorancia de la gente humilde que no sabía, si no leían no sabrían escribir, y si no escribían tampoco podrían pensar, quedando el misterio y la conocimiento de las letras entre las cenizas.

Aquella gran enciclopedia, que se podía pagar a plazos, esa colección que reunimos  comprando el periódico del domingo, aquél primer cuento que nos regalaron, ese libro cuya dedicatoria nos sonroja, además de esa novela de intriga que tanto nos gustó, quisimos compartirla y al dejarla la perdimos, porque ya nunca nos la devolvieron.

Cada libro contiene su embrujo, su magia, encierra una fragancia y desprende un olor nuevo, tiene su tacto y al pasar cada hoja su sonido; no sé si ahora leemos menos o se hace de una forma diferente. Hasta los libros de “segunda mano” que van pasando de mano en mano como la vida. Al igual que los nidos de algunas especies geniales de aves cambian de inquilino, los libros igualmente cambian de manos.

De alguna manera tenemos que ser centinelas de los libros, porque ellos por si solos son tan frágiles como los niños, incapaces de bastarse por sí mismos cuando son pequeños y están expuestos a miles de peligros.

Siempre me ha gustado la lectura y he leído bastante, no sé si mucho ni poco. Ahora llevo unos meses sin leer porque durante un tiempo he sentido miedo y no he sido capaz de concentrarme, tengo esta pila de libros pendientes para dar cuenta de ellos. Una vez que la mente acepta la disciplina, para la nueva situación debe surgir la energía necesaria, sobre todo la más precisa para concentrarse.

La vida es un libro infinito, las palabras saltan del libro hacia la vida, y vuelta a empezar, es muy difícil dejar al lado la vida, no es fácil dejar al lado un libro; el libro nos alimenta pudiendo suscitar alguna sorpresa, se tiene que digerir en reposo y casi siempre nos llena cuando se acaba.

La lectura siempre produce un gran alivio, se asemeja a un suave roce, muchas veces los libros llenan nuestros corazones sobre todo cuando se hace con luz y armonía, y con una descripción detallada del contenido, porque puede que la ilusión te lleve a ver la luz al final del túnel.