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🐣 domingo 09 marzo 2025
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Un mundo delirante

Afirma Trump que va a promover una especie de “resort” en la Gaza destruida por Israel, pero que antes, la población gazatí tiene que abandonar el territorio de la franja. Cuando se le pregunta si después de “reconstruir” la zona, convertida ya en un paraíso vacacional para millonarios, podrán regresar los expulsados, la respuesta es categóricamente negativa. El propósito es que se establezcan definitivamente en territorios egipcios, sirios, jordanos, o cualquiera otro que decida “acogerlos”. El mundo entero es un espacio para el negocio, y lo demás carece de importancia.

Igualmente ha declarado que el legítimo presidente de Ucrania es un dictador por no convocar elecciones en plena contienda bélica mientras los rusos continúan con la invasión y con implacables bombardeos destruyendo ciudades y enclaves estratégicos del país, aunque luego, con ironía, responda: “¿Dije eso yo?”. Y prosigue, consciente de que miente, que fue el propio Volodímir Zelenski quién comenzó la guerra. Pero sea verdad o mentira lo que dice o hace es lo de menos, porque la verdad es la que él, y sus terminales mediáticas, consideran que lo es.

Para alcanzar la paz, Zelenski debe dejar de importunar a su nuevo aliado ruso, el zar con el que pretende imponer un ¿nuevo? orden internacional a su medida de sus ambiciones. Y si el ucraniano quiere alcanzar algún tipo de acuerdo es previa la cesión de las riquezas de su país, expropiando las “tierras raras” que posee como “pago” por su “protección” y tutela. Esto ha quedado bastante claro en el último y humillante episodio que ha sufrido Zelenski en su reciente visita a la Casa Blanca.

La deportación de extranjeros es otro de los puntos fuertes de la política trumpista que ha comenzado a poner en práctica desde el mismo instante en que ha llegado a la presidencia. Nada ha impedido enviar en aviones a decenas de “sin papeles”, encadenados, al más puro estilo esclavista, hacia sus países de origen, o a donde fuerce que sean aceptados; lo urgente para él es “hacer limpieza”: cientos con destino a Guantánamo o a Panamá, y otros tantos a Venezuela, Colombia y Costa Rica… sin respeto por la legalidad ni mostrando piedad alguna, como le llegó a pedir en la homilía la ministra de la diócesis episcopal de Washington en la ceremonia religiosa tras su toma de posesión.

Y no vamos a hablar de los aranceles que están poniendo patas arriba la economía mundial, ni la pretendida anexión de Groenlandia, Canadá, o el canal de Panamá, y todo lo demás que se le pueda ocurrir, como el de renombrar el Golfo de Méjico por decisión personal, entre otros dislates que se le van ocurriendo a cada rato al dios Trump.

Al amparado del emperador estadounidense emerge un bufón de corte empoderado e insolente, respaldado por su enorme fortuna: Elon Musk. Este “ministro sin cartera” es el encargado de aplicar drásticos recortes en la administración estadounidense, y para quien los servicios de asistencia social, los derechos laborales o la conciliación familiar están de más. Al parecer, respetar un horario laboral, de descanso semanal o disfrutar de vacaciones es una aberración y un despilfarro, tanto para las empresas como para la administración. Los empleados, según él, deberían trabajar 120 horas semanales. La productividad extrema que aplica en algunas de sus empresas, como en X, es la única garantía de competitividad y éxito, pisoteando derechos que con tantas luchas y sacrificios han ido conquistando los trabajadores a lo largo de los últimos siglos.

Otro personaje siniestro de esta nueva estirpe de líderes delirantes que está dando mucho que hablar es Javier Miley que, armado con su motosierra y asesorado por su principal consejero y difunto perro, impone su ideología de recortes a diestro y siniestro. Su último desvarío ha sido calificar oficialmente la discapacidad como “retardo mental”, distinguiendo entre «idiotas, débiles o imbéciles», según coeficientes intelectuales. Otro disparate ha sido la eliminación del feminicidio del Código Penal.

Este es el descabellado ¿nuevo? orden mundial que recuerda tiempos no tan lejanos, que se proponen imponer estos líderes ultraliberales, (económicamente hablado, se entiende), siervos del capitalismo más salvaje en el que no se contempla atisbo alguno de políticas de bienestar y de derechos que hemos disfrutado hasta ahora, como el respeto de los derechos fundamentales, a la diversidad, o la dignidad de todos y todas. 

Pretenden conducirnos a un mundo desregulado, sin limitaciones, cuyo único principio sea la competitividad extrema y el negocio, transformando radicalmente el progreso civilizatorio en el que creímos avanzar. Amparados en la manipulación y el bulo, avivan consignas como la de “volver a hacer grande la nación”, o ese “viva la libertad, carajo”, siempre que no seas mujer, pobre, dependiente, migrante, que no estés incluido en colectivos LGTBIQ, discapacitado, padeciendo una grave enfermedad que requiera de un servicio público de calidad que te atienda, o que no seas un anciano que precises de atención social, entre otros muchos colectivos. 

¿Por qué todos los poderosos se obsesionan siempre por degradar las mismas cosas?. Para ellos, el mundo solo es una mera fuente de negocio en el que esquilmar recursos para que los ultramillonarios lo sean todavía más a costa, como siempre, de la mayoría social que les mantiene. 

Pero lo paradójico es que este cambio se hace con el concurso de una creciente mayoría social que abraza con entusiasmo el proceso de demolición de nuestras sociedades de bienestar que tanto ha costado levantar. Europa, de momento, resiste. Hablan de mantener un “cordón sanitario” a las ultraderechas, pero ¿por cuanto tiempo?.

Es difícil discernir cuál es el motivo que acerca a colectivos desfavorecidos a respaldar estas políticas despóticas que van, además, en contra de sus propios intereses. Podríamos hablar de desinformación en las redes sociales que ellos controlan, como uno de los principales estímulos para dejarse seducir por mensajes disparatados y extremos; pero también de situaciones no deseadas: injusticia, precariedad, etc. Ciertamente, el mundo no es un lugar perfecto, en ocasiones es cruel, terrible sí, pero la desesperación no puede llevaros al precipicio al que estos líderes pretenden llevarnos. No podemos dejarnos arrastrar por el desaliento, es necesario despertar conciencias y buscar salidas que no requieran dejar de lado la ética, la justicia social, el cocuidado, la protección del medio ambiente, los derechos humanos, la igualdad de género y de oportunidades, la defensa de los servicios públicos accesibles, el diálogo pacífico o la solidaridad entre los pueblos.

Ana Fructuoso
Ana Fructuoso
Fructuoso es Jefa de Sección (Reclamaciones y Recursos) en el área de Gestión Académica de la Universidad de Murcia, donde lleva trabajando 35 años.

Afirma Trump que va a promover una especie de “resort” en la Gaza destruida por Israel, pero que antes, la población gazatí tiene que abandonar el territorio de la franja. Cuando se le pregunta si después de “reconstruir” la zona, convertida ya en un paraíso vacacional para millonarios, podrán regresar los expulsados, la respuesta es categóricamente negativa. El propósito es que se establezcan definitivamente en territorios egipcios, sirios, jordanos, o cualquiera otro que decida “acogerlos”. El mundo entero es un espacio para el negocio, y lo demás carece de importancia.

Igualmente ha declarado que el legítimo presidente de Ucrania es un dictador por no convocar elecciones en plena contienda bélica mientras los rusos continúan con la invasión y con implacables bombardeos destruyendo ciudades y enclaves estratégicos del país, aunque luego, con ironía, responda: “¿Dije eso yo?”. Y prosigue, consciente de que miente, que fue el propio Volodímir Zelenski quién comenzó la guerra. Pero sea verdad o mentira lo que dice o hace es lo de menos, porque la verdad es la que él, y sus terminales mediáticas, consideran que lo es.

Para alcanzar la paz, Zelenski debe dejar de importunar a su nuevo aliado ruso, el zar con el que pretende imponer un ¿nuevo? orden internacional a su medida de sus ambiciones. Y si el ucraniano quiere alcanzar algún tipo de acuerdo es previa la cesión de las riquezas de su país, expropiando las “tierras raras” que posee como “pago” por su “protección” y tutela. Esto ha quedado bastante claro en el último y humillante episodio que ha sufrido Zelenski en su reciente visita a la Casa Blanca.

La deportación de extranjeros es otro de los puntos fuertes de la política trumpista que ha comenzado a poner en práctica desde el mismo instante en que ha llegado a la presidencia. Nada ha impedido enviar en aviones a decenas de “sin papeles”, encadenados, al más puro estilo esclavista, hacia sus países de origen, o a donde fuerce que sean aceptados; lo urgente para él es “hacer limpieza”: cientos con destino a Guantánamo o a Panamá, y otros tantos a Venezuela, Colombia y Costa Rica… sin respeto por la legalidad ni mostrando piedad alguna, como le llegó a pedir en la homilía la ministra de la diócesis episcopal de Washington en la ceremonia religiosa tras su toma de posesión.

Y no vamos a hablar de los aranceles que están poniendo patas arriba la economía mundial, ni la pretendida anexión de Groenlandia, Canadá, o el canal de Panamá, y todo lo demás que se le pueda ocurrir, como el de renombrar el Golfo de Méjico por decisión personal, entre otros dislates que se le van ocurriendo a cada rato al dios Trump.

Al amparado del emperador estadounidense emerge un bufón de corte empoderado e insolente, respaldado por su enorme fortuna: Elon Musk. Este “ministro sin cartera” es el encargado de aplicar drásticos recortes en la administración estadounidense, y para quien los servicios de asistencia social, los derechos laborales o la conciliación familiar están de más. Al parecer, respetar un horario laboral, de descanso semanal o disfrutar de vacaciones es una aberración y un despilfarro, tanto para las empresas como para la administración. Los empleados, según él, deberían trabajar 120 horas semanales. La productividad extrema que aplica en algunas de sus empresas, como en X, es la única garantía de competitividad y éxito, pisoteando derechos que con tantas luchas y sacrificios han ido conquistando los trabajadores a lo largo de los últimos siglos.

Otro personaje siniestro de esta nueva estirpe de líderes delirantes que está dando mucho que hablar es Javier Miley que, armado con su motosierra y asesorado por su principal consejero y difunto perro, impone su ideología de recortes a diestro y siniestro. Su último desvarío ha sido calificar oficialmente la discapacidad como “retardo mental”, distinguiendo entre «idiotas, débiles o imbéciles», según coeficientes intelectuales. Otro disparate ha sido la eliminación del feminicidio del Código Penal.

Este es el descabellado ¿nuevo? orden mundial que recuerda tiempos no tan lejanos, que se proponen imponer estos líderes ultraliberales, (económicamente hablado, se entiende), siervos del capitalismo más salvaje en el que no se contempla atisbo alguno de políticas de bienestar y de derechos que hemos disfrutado hasta ahora, como el respeto de los derechos fundamentales, a la diversidad, o la dignidad de todos y todas. 

Pretenden conducirnos a un mundo desregulado, sin limitaciones, cuyo único principio sea la competitividad extrema y el negocio, transformando radicalmente el progreso civilizatorio en el que creímos avanzar. Amparados en la manipulación y el bulo, avivan consignas como la de “volver a hacer grande la nación”, o ese “viva la libertad, carajo”, siempre que no seas mujer, pobre, dependiente, migrante, que no estés incluido en colectivos LGTBIQ, discapacitado, padeciendo una grave enfermedad que requiera de un servicio público de calidad que te atienda, o que no seas un anciano que precises de atención social, entre otros muchos colectivos. 

¿Por qué todos los poderosos se obsesionan siempre por degradar las mismas cosas?. Para ellos, el mundo solo es una mera fuente de negocio en el que esquilmar recursos para que los ultramillonarios lo sean todavía más a costa, como siempre, de la mayoría social que les mantiene. 

Pero lo paradójico es que este cambio se hace con el concurso de una creciente mayoría social que abraza con entusiasmo el proceso de demolición de nuestras sociedades de bienestar que tanto ha costado levantar. Europa, de momento, resiste. Hablan de mantener un “cordón sanitario” a las ultraderechas, pero ¿por cuanto tiempo?.

Es difícil discernir cuál es el motivo que acerca a colectivos desfavorecidos a respaldar estas políticas despóticas que van, además, en contra de sus propios intereses. Podríamos hablar de desinformación en las redes sociales que ellos controlan, como uno de los principales estímulos para dejarse seducir por mensajes disparatados y extremos; pero también de situaciones no deseadas: injusticia, precariedad, etc. Ciertamente, el mundo no es un lugar perfecto, en ocasiones es cruel, terrible sí, pero la desesperación no puede llevaros al precipicio al que estos líderes pretenden llevarnos. No podemos dejarnos arrastrar por el desaliento, es necesario despertar conciencias y buscar salidas que no requieran dejar de lado la ética, la justicia social, el cocuidado, la protección del medio ambiente, los derechos humanos, la igualdad de género y de oportunidades, la defensa de los servicios públicos accesibles, el diálogo pacífico o la solidaridad entre los pueblos.

Ana Fructuoso
Ana Fructuoso
Fructuoso es Jefa de Sección (Reclamaciones y Recursos) en el área de Gestión Académica de la Universidad de Murcia, donde lleva trabajando 35 años.
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3 COMENTARIOS

  1. Detrás de estas «marionetas», Trump, Milei…están las oligarquías más agresivas. Además no se esconden. Milei dice que es una «anarco-capitalista» al servicio del capital financiero y del «agro-poder argentino».
    Esta oligarquía económica-política que representa Trump, Elon…que nos exige? En el terreno militar, más presencia de tropas USA en Rota y Morón. España está participando en el cerco militar a China.
    Más inversión militar a cuenta de partidas sociales, advierten al gobierno español que no se admitirán «matices» como la oposición del gobierno de Pedro Sánchez al genocidio en Palestina, hoy en el punto de mira de las élites económicas para hacer de la Franja de Gaza una especie de Las Vegas.
    En el terreno económico no hay que perder de vista a los que en España «mandan de verdad».
    Un dato. En Davos, ante la flor y nata del capitalismo mundial, Trump elogia a Botín, le dice: «conozco su bando y usted ha hecho un trabajo fantástico». Ah, y nombra al «Obascal» este se lleva la mano al pecho como signo de sumisión. Ya después le mete a la agricultura un arancel del 25%

    En España este es el hilo conductor. La Botín dice: «Europa debería pensar en algunas medidas de DESREGULACION como las que apunta Trump. Decir que la representante de la Banca más influyente está contra de la reducción de la jornada a 37,5 horas/semanales.
    Le gusta la música que toca el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Nada de impuestos a los energéticas, banca, monopolios…traer capital extranjero, para que junto al capital estadounidense, explotar asuntos como la vivienda, las pensiones o la sanidad privada. Ojo a las pensiones. La Banca «está loca» por su privatización.
    Estos son los planes de la superpotencia que ahora ejecuta Trump, la oligarquía española alineada y sumisa con Washington, lo que es un peligro para el país y la población.
    A nivel internacional se vuelve a la lógica de los bloques. Una carrera para ver quien tiene más aliados. Trump le va a entregar a la Rusia mafiosa nada menos que Ucrania, pero se lleva comisión, el expolio de todos los minerales que le puedan venir bien para fabricar los coches del Musk.
    A la vez se lleva un aliado que le quita a China. Así se reparten Alaska.
    Junto con debilitar a la competidora Europa para que traguen con las imposiciones que les impone el imperialismo USA. De ahí los aranceles a la agricultura a la industria europea que traerá consecuencias.
    Para terminar. Posición política de algunos partidos en España.
    «La extrema derecha asume ser pro-ruso, Putin es colega de Trump». La ultra derecha anti-europea se sitúa del lado ruso de forma sorprendente, caso de la Hungría de Víctor Orbán, un reconocido ultra de extrema derecha.
    Ser pro-Putin en España de la mano de los «patriotas» ultras no se mantiene, cuando en el proceso de los separatistas catalanes, sus medios de (des) información RT, se posicionaban del lado del nacionalismo catalán. Incluso hubo un intento de «reconocimiento de la anexión de Crimea por el de la independencia catalana»
    Reducir la influencia de la «izquierda a la izquierda del PSOE». Único país de la UE donde está en el gobierno. Los que mandan de verdad (Ibex-35) exigen acabar con esa «anomalía». Proponiendo que la estabilidad se base en «pactos de Estado» entre PSOE y PP.
    Me quedaría la inmigración. No se puede tratar a la ligera. La extrema derecha en correspondencia con el gran capital solo los quieren como mano de obra barata. En los invernaderos a 4 euros/hora y si se puede sin dar de alta. «Obascal» está en esa línea, aunque digan otra cosa para los menos preparados.

  2. Con estos parámetros.
    El tema es lo suficientemente serio como para pensar, qué podemos esperar de un sr. Trump que decía que los americanos se inocularan con lejía, cuando la pandemia, que los inmigrantes se comen los perros, o ya para remate, que Ucrania invadió Rusia, además de cómo trató a Zelenski en su última visita a la Casa Blanca.
    La sartén por el mango y el mundo en vilo.
    De la motosierra de Milei, ni hablo.

  3. Si un 10 es la perfección lo que dice Ana es para un 9.99, por no desairar a Nadia Comaneci que en los juegos de Montreal obtuvo un 10 en gimnasia con solo 14 años.
    Aunque ya lo menciona creo necesario señalar los puntos fuertes para conocer al Trump 2.0.
    La política de Trump no responde a los delirios de un «dictador naranja», ni a las excentricidades de un multimillonario como Musk. Los nódulos de la burguesía USA, desde los grandes bancos como JP Morgan, las petroleras, las tecnológicas o el complejo militar industrial se han alineado con Trump.
    Los planes de las oligarquías española, estos, lo perciben como «una oportunidad» de la que pueden beneficiarse.
    Salgo de s. Pola a ver si llego a los carnavales. En unas horas un comunicado.

Ana Fructuoso
Ana Fructuoso
Fructuoso es Jefa de Sección (Reclamaciones y Recursos) en el área de Gestión Académica de la Universidad de Murcia, donde lleva trabajando 35 años.
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