El empeño de un policía ha salvado a una persona al que la vida le ha dado una segunda oportunidad. Un hombre a punto de precipitarse desde el puente que atraviesa la nacional 344 y un policía que sostiene la vida de ese hombre literalmente en sus manos soportando más de 90 kilos de peso a pulso. Esa es la dramática escena que se pudo ver durante la madrugada del pasado lunes en las proximidades de la antigua escombrera municipal.
Un vecino de Yecla de 44 años se encontraba en lo alto de un puente de más de cinco metros de altura seguramente en uno de los momentos más complicados de su vida, donde el alcohol y alguna sustancia estupefaciente, según confirman fuentes policiales y hospitalarias, alteraban su conciencia en ese momento hasta ponerle en el límite personal.
Solo, en plena madrugada, al hombre no le quedaba nada a lo que agarrarse a la vida hasta que apareció una patrulla de la Policía Local de Yecla. Minutos antes, su hijo había alertado al teléfono de emergencias 112 de la situación de su padre al que no localizaba por ningún lado. La jefatura de la Policía Local de Yecla recibió el aviso y decidió mandar de inmediato a las dos patrullas de guardia que se encontraban en la zona para intentar dar con el paradero del vecino.
Los propios policías, según el relato de las fuentes policiales, consiguieron localizar al padre, pues el hijo les indicó por teléfono que se encontraba en ese puente donde su vida pendía de un hilo. Allí, una patrulla se lanzó a la carretera para cortar el tráfico de inmediato, y evitar un posible accidente de tráfico; mientras, la otra pareja de agentes se acercaron al borde de ese puente.
La tensión era máxima. El agente, Javier Puche, quiso rebajar esa tensión hablando con el hombre que se balanceaba agarrado a la valla de seguridad, mientras miraba al oscuro vacío del asfalto de la carretera solo visible gracias a las luces de los coches patrulla y de la ambulancia que ya estaba en la zona con el personal médico dispuesto a actuar en cualquier momento.
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No había tiempo para muchas negociaciones. Poco a poco, centímetro a centímetro, gesto a gesto, palabra a palabra, Javier Puche fue ganándose la confianza del hombre hasta que pudo acercarse tanto que se abalanzó sobre él. Sin embargo, la corpulencia del hombre provocó que se le escapara y solo pudo retenerlo de caer al vacío con una mano. De inmediato, otros dos hombres del servicio médico de la ambulancia corrieron para poder subir al vecino de Yecla cuya vida pendía de esa mano del agente. Fueron dos o tres minutos eternos, según relatan fuentes policiales, en los que fue imposible aupar al vecino de Yecla que no colaboró pese al empeño de las tres personas en retenerlo y terminó cayendo al asfalto.
El fuerte golpe sobre el suelo provocó una inmediata parada cardiorrespiratoria de este hombre, que fue socorrido instantes después por otro agente que se encontraba en la carretera impidiendo el tránsito de vehículos. Las maniobras de reanimación dieron resultado positivo y los servicios médicos pudieron estabilizarle pese a que tenía numerosas contusiones y las dos piernas rotas. De sus heridas se recupera en el hospital Virgen del Castillo de Yecla donde fue trasladado urgentemente.
Pero no fue el único herido en esta historia con final feliz. El policía local, Javier Puche, se llevó una luxación en una costilla al forzar su postura contra la valla mientras sujetaba el cuerpo de este hombre al que la vida le ha dado una segunda oportunidad gracias a ese agente y a su hijo que luchó por encontrar a su padre.
De todas esas heridas visibles se recuperan los protagonistas de esta historia. De otras heridas no visibles tendrán que ponerse a luchar con el tiempo que les ha dado el destino.
