En julio les hablaba de María Ángeles Gómez en un asunto de plena actualidad; hoy quiero hacerlo en su función de escritora, otra disciplina.
Con el paso de los años y la distancia en el tiempo, de su llegada a Yecla recuerda dos cosas por razones obvias: una, que junto a su marido -ambos médicos- no encontraban piso; y la otra, que hacía mucho frío.
Esta semana mi protagonista aparece por segunda vez en elperiodicodeyecla.com, y como crónica alternativa y sensación compartida nos tomamos un café reconfortante antes de la puesta de largo de su libro.
“El silencio de las mujeres de mi casa” es la novela con la que María Ángeles Gómez, de la mano de la editorial La Fea Burguesía, se adentra en el mundo de las letras y mediante el cual describe su punto de vista del concepto de mujer.
Me dice que ha escrito sobre la primera mitad del siglo XX, centrándose en la vida de la mujer. Tratando la historia de una familia con sus luces y sus sombras. Entre las envidias, los celos, los rencores, los intereses y las diferencias, hay personajes reales que se enredan entre los ficticios para conseguir su objetivo. Existe un drama que genera una ruptura familiar y un misterio desvelado en las últimas páginas que resulta sorprendente.
En esta historia que terminó de escribir en 2019 y va en dos tiempos (1941 y la actualidad), hay emociones que sirven para unir al lector con el autor.
Sentir la fuerza de estar unos con otros, el feminismo de una forma no directa, sino transversal. Ella comparte lo que piensa, pensando que su relato puede ser de utilidad.
Convencida me dice que la libertad también se afronta de manera muy férrea desterrando el analfabetismo. Cuantas más voces seamos, más fuerza tendremos.
Defensora entre otras del pensamiento de Clara Campoamor, una mujer sumamente equilibrada. En su obra como dueña de sus personajes, habla de la gente sencilla y también de la más alta burguesía. La mujer en cada momento dependiendo de las circunstancias ha sido precursora de la sociedad que hoy conocemos.
Entre la que fue su profesión de pediatra como esencia de un deber y su afición por hilvanar las palabras sobre los entornos más cercanos y otros que pueden pasarnos desapercibidos, desliza su pluma desde la ilusión, el pensamiento y la lucha.
Cuando uno escribe, intenta acomodar las palabras con el estilo de cada persona, porque cada libro es un espacio habitado, además de ser parte de un todo.
El libro contiene una cita al principio que de manera literal dice:
¿Existe, pues, un mundo cuyo destino regento con absoluta soberanía?
¿Un tiempo que retengo con cadenas de signos?
¿Un vivir que no cesa si este es mi deseo?
Alegría de escribir.
Poder de eternizar.
Venganza de una mano mortal.
Wislawa Szymborka, 1967
Aunque haya publicado bastantes artículos en diferentes periódicos y revistas, sobre todo de corte sanitario y algún cuento, así como algunas cartas al director, que siempre han visto la luz, aparte de numerosos relatos y poesías, este como tal es su primer libro.
“El silencio de las mujeres de mi casa” aparece una retrospectiva de la vida a la que ha dedicado mucho tiempo e investigación, con pasados difíciles de reconstruir.
Hablar con María Ángeles, madre de dos hijos muy yeclanos, ha sido un rato de aprendizaje y una bocanada de aire fresco ahora que el viento se ralentiza. Clarifica su postura por la dulzura con que te cuenta las cosas y el disfrute con que de una forma tan cercana transmite su aventura literaria.
Tengo un amigo que dice que los libros siempre son bienes. Ahora en este recorrido literario donde el otoño llena las calles de hojas y parece que siguiendo el rastro, las editoriales nos sirven de árboles y las librerías se llenan de libros, María Ángeles nos ofrece su obra recién presentada, al tiempo de adelantarme que en el horno tiene otras dos, donde hablará de costumbres, temas recurrentes y algunos renglones rescatados del olvido, y como soy muy obediente, los argumentos me los guardo, para dar paso a la intriga.
