Estos días se han cumplido seis años de un extraño asunto que sucedió en Yecla, y por tanto les voy a contar una historia que se asemeja a un cuento.
**Érase una vez una paloma que volaba a primeros de julio, a la cual a una de sus pequeñas patas alguien puso un trozo de papel desgastado que contenía un breve mensaje. La paloma común apareció de noche en una casa de campo y la persona que la encontró leyó el texto que decía: “Necesitamos ayuda, estamos tres personas encerradas en una cueva en el Monte Arabí, ayuda”. Entonces el vecino alertó a nuestras fuerzas de seguridad del breve aviso de socorro, porque en el escueto mensaje, aunque un poco confuso, se podía leer que pedían ayuda, y parecía escrito por una persona adulta.
La Policía Local de Yecla y miembros de Protección Civil, ante la “llamada” de auxilio, como reacción natural de respuesta se trasladaron a tan emblemático lugar para intentar localizar a quienes pedían ayuda.
No había constancia oficial de ninguna persona desaparecida, los diversos efectivos se movilizaron por la zona, de madrugada y al día siguiente, rastreando gran parte entre senderos, barrancos y cuevas misteriosas, con prismáticos en mano ante nota tan misteriosa, y valga la redundancia.
Las tareas de rescate acabaron superadas las horas establecidas. Las personas nunca aparecieron, no encontraron a nadie, no se escuchó grito alguno, no existían denuncias sobre el tema. Seguramente fue una broma, hubo quien cuestionó el asunto por el coste de las labores de rastreo, cuando nadie sabe qué nos deparará el mañana.
Como consecuencia de la preocupación inminente y la búsqueda por agentes conocedores del terreno se indagó por el lugar, podríamos decir que el rescate fue efectivo: un agente de la policía observó un importante movimiento de tierras en los aledaños del maravilloso paraje natural, asunto del que percató y despertó su sospecha.
Las circunstancias del efecto luminoso fueron conocidas a partir de ahí: la gran explotación porcina que se pretendía instalar a las faldas de nuestra singular montaña mágica. Por aquellos días en Yecla no se hablaba de otra cosa, una comarca en la palestra que en modo alguno estaba de acuerdo. Los habitantes de esta ciudad nunca le han hecho daño al Arabí.
Es un tema cuya causa, origen o razón tiene difícil explicación. A la misteriosa arquitecta alada que con elevación silenciosa apareció justo a tiempo por aquel campo sin ser invitada y a su mensaje que no estaba tallado en dura piedra, sino en un trozo de papel raído, tenemos que dar las gracias de la advertencia del peligro de un problema expansionista. Suspirando un tanto aliviado, el Arabí creo que se salvará, pero no sé si alguna vez se desvelará el misterio ……..….y colorín colorado**.
Qué tráfico y cuanta gente por todas partes. Bares, restaurantes a tope… Creo que la pandemia nos ha dado cuerda, vivir más deprisa, ver de disfrutar todo lo que se pueda… por si acaso nos viene otra epidemia y, vamos como acelerados.
No está mal si lo damos un poco de pausa y guardamos algo de euros por si nos quitan las pagas extras a los jubilados, o vuelven a bajar el salario mínimo y retirar prestaciones como tener que pagar por completo los medicamentos de los pensionistas…
Que puede venir de hoy en una semana. ¡Ojo al dato! Se ha visto que el negacionismo no funciona, que si viene, viene. Estamos a tiempo de remediarlo!
Lo principal. Hace años que se vieron movimientos de tierra sospechosos en la inmediaciones del Monte Arabí -nos lo recuerda Jose-, vamos que se olía que ahí al caer del Monte una gran empresa murciana nos quería colocar una granja de marranos por todo lo alto.
Si en vez de tener una casica en los Quiñones, la tengo a pie del Monte Arabí, es decir, en sitio privilegiado y veo cosas raras, paso de la paloma mensajera, pido cita en Alcaldía para que me expliquen que estaba pasando, si hay permiso, para qué… y todo eso.
Lo de la paloma fue un relato que vino a suplantar el anonimato, poner en conocimiento de todos, los movimientos de tierra para posible granja, pero hacerlo a través de algo más misterioso.
La gente de las inmediaciones de la posible granja, que de momento no ha sido, debería ponerle al paraje, el nombre de «tres blancas palomas» (en recuerdo a los tres encerrados en la cueva) y cada año darse un homenaje y, nombrar hijo predilecto al «inventor» de la paloma mensajera.
Amador de aquí no hay quién viva preguntaría…es una argucia?
Que tuvo su punto amable y emotivo, una palomica lo mucho que hizo por mantener el Monte sin marranos, cosa que los vecinos con viviendas en el perímetro del Monte Arabí agradecerán de por vida. No se si da para una película, para un corto si.
Estoy en S Pola. Tema cobertura.
Si pudiese a última hora. Nada que objetar de lo dicho por José, sobre la paloma m y sobre la me de los marranos.
Solo reforzar un hecho que fue clave.
No sé, ya veré.