Este año se conmemoran 125 años desde que la electricidad iluminó por primera vez las calles de Yecla, un hito que transformó radicalmente la vida de sus habitantes y sentó las bases para el desarrollo industrial de la región. Basándonos en la exhaustiva investigación de Gerardo Palao Poveda, publicada en la revista Yakka en 1999 para celebrar el centenario de la electricidad en Yecla, hacemos un recorrido por los momentos más significativos de este siglo y cuarto de progreso.
Una ciudad en tinieblas
A finales del siglo XIX, Yecla era un lugar muy diferente al que conocemos hoy. La falta de electricidad condicionaba todos los aspectos de la vida diaria. Los habitantes vivían en un entorno dominado por la oscuridad y las limitaciones tecnológicas. La luz de las casas provenía de rudimentarios candiles de aceite, mientras que el alumbrado público, si bien existía desde 1834, era costoso y precario, basado en lámparas de petróleo que apenas lograban iluminar las calles y cuya eficacia dependía del clima y otros factores.
El plan de alumbrado a gas, propuesto en 1887, prometía una mejora significativa, pero el proyecto nunca se materializó por completo. Aun así, la necesidad de un sistema más eficiente era evidente, y el ambiente estaba preparado para un cambio radical.
Los primeros destellos
El verdadero cambio llegó el 19 de octubre de 1898, cuando el ingeniero barcelonés Manuel Crusat i Durey presentó un proyecto al Ayuntamiento para instalar una central eléctrica en Yecla. Este proyecto fue recibido con gran entusiasmo, ya que prometía resolver muchos de los problemas que el alumbrado a petróleo no podía. La propuesta de Crusat no solo incluía la instalación de la central, sino también el tendido de una red eléctrica por las calles de la ciudad, lo que permitiría llevar la luz a los hogares y establecimientos.
La primera central eléctrica de Yecla se instaló en el molino de vapor, aprovechando la energía de la máquina de vapor existente, lo que permitió iniciar el tendido de una rudimentaria red eléctrica. Sin embargo, los primeros años no estuvieron exentos de dificultades. La electricidad aún era una novedad, y las instalaciones iniciales eran básicas: las casas solían tener dos bombillas, una en la cocina y otra en el corral, ambas conmutadas en serie, lo que limitaba su eficacia.
La electricidad como motor de desarrollo
La introducción de la electricidad no solo mejoró la calidad de vida de los habitantes al proporcionar un alumbrado más eficiente, sino que también catalizó el desarrollo económico de Yecla. En 1899, solo un año después de la llegada de la electricidad, la ciudad vivió su primera proyección cinematográfica gracias al cinematógrafo Lumière, una innovación que requería luz eléctrica para funcionar. Este evento, celebrado en la plaza del Colegio de Escolapios, marcó un punto de inflexión en la vida cultural de la ciudad, mostrando cómo la electricidad no solo iluminaba las calles, sino también nuevas formas de entretenimiento.
A pesar de los beneficios, la expansión de la red eléctrica en Yecla encontró varios obstáculos. Manuel Crusat, quien inicialmente había propuesto la instalación, no logró completar el proyecto, lo que llevó al Ayuntamiento a buscar nuevos concesionarios. A lo largo de los primeros años del siglo XX, varias empresas intentaron llevar a cabo la electrificación total de Yecla, pero no fue hasta 1903 cuando se inauguró oficialmente el alumbrado eléctrico en la Basílica de la Purísima, coincidiendo con las Fiestas de la Virgen.
Ese mismo año, se fundó «Eléctrica Yeclana», una empresa local que, aunque no tenía una central propia, distribuyó electricidad generada por «Chinchilla y Cia.» de Hellín. Esta compañía fue clave en la expansión del servicio eléctrico, y en 1906 asumió la responsabilidad del alumbrado público de Yecla, lo que permitió una mejora gradual en la infraestructura eléctrica de la ciudad.
Expansión industrial y retos del suministro
El impacto de la electricidad en la industria local fue profundo. A partir de 1915, Yecla vio un crecimiento significativo en su capacidad industrial, impulsado en gran parte por la electrificación. La «Industrial Eléctrica», dirigida por José Blanch Durán, jugó un papel crucial en este proceso, operando la primera central eléctrica y otras instalaciones industriales. La energía eléctrica permitió la mecanización de fábricas y talleres, y facilitó la extracción de aguas subterráneas para el riego, lo que incrementó la productividad agrícola.
Sin embargo, el aumento en la demanda de electricidad también trajo consigo nuevos problemas. Las quejas sobre la calidad del suministro eran frecuentes, y la competencia entre las distintas compañías eléctricas creó tensiones. A lo largo de la década de 1910, la ciudad experimentó varios conflictos relacionados con el suministro eléctrico, desde subidas en las tarifas hasta problemas con el alumbrado público. La situación llegó a tal punto que en 1918, el Ayuntamiento tuvo que intervenir para evitar una crisis mayor.
La consolidación de las compañías eléctricas y la posterior absorción de «Chinchilla y Cia.» por la «Industrial Yeclana» en 1918, marcó el inicio de un periodo de estabilidad relativa. No obstante, la creciente demanda de energía y la limitada capacidad de las centrales locales llevaron a la necesidad de importar electricidad de fuera, principalmente de las centrales hidroeléctricas del Júcar.
La modernización del suministro eléctrico
A medida que avanzaba el siglo XX, Yecla continuó modernizándose. La década de 1920 vio la electrificación de más industrias locales y la instalación de motores eléctricos más potentes, lo que permitió un aumento significativo en la capacidad de producción. Sin embargo, la dependencia de fuentes externas y los problemas de suministro persistieron. Las compañías locales, como «Eléctrica Yeclana», comenzaron a enfrentar serias dificultades financieras, lo que llevó a una reestructuración del sector eléctrico en la región.
La llegada de la electricidad de la Central Térmica de Escombreras en la década de 1960, y posteriormente de la Central Nuclear de Cofrentes en los años 80, resolvió muchos de los problemas que había sufrido Yecla durante décadas. La conexión con estas grandes fuentes de energía permitió un suministro más estable y fiable, lo que fue esencial para el crecimiento continuo de la industria local, especialmente en el sector del mueble, que se convirtió en uno de los motores económicos de la ciudad.
El consumo se dispara
El crecimiento del consumo eléctrico en Yecla fue espectacular. En 1963, el consumo anual de electricidad era de 6 millones de Kwh, cifra que se elevó a 17 millones en 1970 y que en 1995 alcanzó los 99 millones de Kwh. Según datos del Balance Energético de la Región de Murcia en 2014, último año del que hay balance, el consumo ascendió a 119,5 millones de kWh, reflejando un aumento continuo en la demanda de electricidad en la ciudad.
Este aumento reflejaba no solo el crecimiento industrial, sino también una mejora significativa en la calidad de vida de los yeclanos, pues desde los años 70′ del pasado siglo cuentan ya con un acceso a la electricidad mucho más amplio y fiable.
El desafío de la sostenibilidad
A medida que el consumo de electricidad continuó creciendo, también lo hicieron las preocupaciones sobre la sostenibilidad y la fiabilidad del suministro. Los problemas con la línea de suministro única, que provocaban cortes de electricidad significativos, culminaron en abril de 1997 con un apagón que causó importantes pérdidas económicas en la ciudad. Este evento subrayó la necesidad de mejorar la infraestructura eléctrica, lo que llevó a la instalación de una nueva línea de suministro en 1998, financiada por Iberdrola.
La inauguración de esta nueva línea, junto con las mejoras en la estación transformadora de Yecla, resolvieron muchos de los problemas que todavía afectaban a la ciudadanía, acostumbrada a tener velas en casa para superar los continuos apagones.
En resumen, esta infraestructura no solo garantizó un suministro más fiable, sino que también preparó a Yecla para enfrentar los desafíos energéticos del siglo XXI.
Hoy, 125 años después de la llegada de la electricidad, Yecla se ha transformado en una ciudad moderna y próspera, cuyo desarrollo ha estado estrechamente ligado a la disponibilidad y calidad de su suministro eléctrico. Desde los días oscuros de las lámparas de aceite hasta la sofisticada red eléctrica de hoy conformada principalmente por bombillas led, la electricidad ha sido un motor de progreso, impulsando el crecimiento económico, mejorando la calidad de vida y permitiendo que Yecla se adapte a los cambios de cada época.
Fuentes:
- 100 años de electricidad en Yecla. Por Gerardo Palao Poveda
- Fotos: Grupo de Facebook «Cosas de Yecla que se han perdido o no existen«
- Más reportajes de la sección Ecos de lo que somos.
No podía falta el Eban del «circulo ultra» local. Dice, porque no tiene más entendederas, que el «artículo es muy bueno» que es lo mismo que no decir nada.
Estos ultras son como el «carburo» que daba poca luz y encima echaba una olor fea.
Eban en el sorteo te ha tocado…una medalla? Ya no quedan, un casco de minero con una luz frontal para que no vayas tropezando por la vida.
Que pena que a estas alturas y con las opciones que hay Torrente siga sin luces por mucho que «estrene».
El en su línea… «Mañana igual está nublado pero nochebuena es martes»…. Está para regalar medallas el campeón.
Vamos a lo importante.
Enhorabuena por el artículo, didáctico y libre de opinión.
Morales. Un fraternal saludo. Cuánto tiempo lleva agazapado. Una hemorragia de orgullo y satisfacción.
No hay discusión es para darle DOS medallas, una por tonto la otra por si la pierde.
Habló el iluminado
En una de las fotos veo el esquinazo de lo que en su día fue la tienda «El Barco» y, me pregunto si ya tiene fecha de derribo. Una casa singular.
Las edificaciones representativas de nuestra identidad cultural, todo indica que… para los que nos queda, hacemos pisos que es un esquinazo muy goloso y caro.
En este aspecto Yecla siempre ha ido a «oscuras», nadie ha tenido las «luces» para mantener el patrimonio local.