Cuando se trata de seleccionar un calzado, sobre todo para las mujeres, en demasiadas ocasiones nos dejamos llevar por eso que llamamos “amor a primera vista”, bien porque son ideales para ir a la moda o porque su precio es una auténtica tentación, sin pararnos a pensar en otras características que pueden convertir en ese zapato ideal en una experiencia para olvidar.Lo primero que deben tener unos zapatos, más allá de que sean más o menos bonitos o su coste, es que sean cómodos. Si no es así, todo lo que gastemos en ellos será como tirar dinero a la basura. No hay nada menos atractivo en una mujer que el hecho de no poder caminar de forma natural debido a unos zapatos que le están haciendo daño en los pies.No se trata solo de ponerse esos tacones, plataformas, botas, zapatillas deportivas o cualquier otro tipo de zapato que pueda estar a la moda o ser tendencia del momento. En primer lugar, se debe pensar en la salud de los pies, puesto que las malas elecciones en este sentido, con el tiempo se pueden convertir en problemas serios que condicionen la vida de una persona.¿Existe algo más placentero que quitarse unos zapatos que han estado haciéndote vivir un infierno a lo largo del día? Pues sí, precisamente no haber tenido que pasar por ese calvario. Además, hemos de tener en cuenta que, aunque el dolor desaparezca con el paso de las horas, ese uso continuo de zapatos inadecuados para tus pies puede acabar transformándose en juanetes, dedos deformados o incluso provocar lesiones como esguinces que pueden acarrear daños para toda la vida.
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Zapatos funcionales y del material adecuado
Para elegir el zapato ideal no solo hemos de ver que queden y sienten bien en los pies, sino que habrá que fijarse en el material con el que están hechos. Los calzados sintéticos podrían provocar problemas en la piel como consecuencia de la acumulación de humedad puesto que tienen mayores problemas de transpiración que los de piel natural. Sea como sea, la ventilación y la transpirabilidad siempre tienen que ser lo mejor posible.Tampoco hay que descuidar el material de la suela. Ten en cuenta que lo habitual es estar continuamente pisando sobre superficies duras o muy duras y, por lo tanto, nuestros pies y rodillas necesitan la amortiguación que puede proporcionarle una suela de calidad.
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Usa la talla correcta
Según un estudio del Colegio de Podología de Reino Unido, la tercera parte de los hombres y la mitad de las mujeres no conoce exactamente su talla de pie. Esto, sumado a las diferencias de tallaje y horma que existe entre los fabricantes hace que acertar con el número de zapato perfecto pueda ser más complicado de lo que podamos pensar.Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos de España se recomienda revisar que quede un margen de un centímetro, como mínimo entre la punta de nuestros dedos y la puntera del zapato. Para que nos sirva de referencia, deberíamos poder colocar un dedo de la mano entre el final del pie y del zapato. O lo que es lo mismo, levando el pie lo máximo posible hacia adelante, se debe poder introducir un dedo tras el talón, dentro del zapato.Otra pauta que nos puede servir de orientación a la hora de probarnos los zapatos es tener en cuenta que no todas las personas tienen el mismo ancho de pie, no existe una anchura estándar, por lo que un zapato que para uno puede ser perfecto, para otro puede quedar ancho o estrecho. En este sentido hemos de tener en cuenta que existen zapatos de ancho especial mujer y hombre que son fáciles de encontrar en zapaterías y que permiten una comodidad extra y evitar la sensación de “agobio” en el pie.Los últimos dos consejos quizás puedan ser los más complicados de cumplir. Nuestros pies cambian con el tiempo, por lo que lo que vale un día puede que no valga unos años después. Esto hace que sea recomendable no comprar unos zapatos si no podemos probarlos antes. Además, lo ideal es poder probarlos al final del día, cuando el pie se encuentra más dilatado y podremos conseguir el mejor ajuste. El otro consejo es no seguir recomendaciones genéricas y visitar de forma periódica al podólogo para tratar de prevenir daños que puedan estar produciéndose y que, poniendo remedio a tiempo, serán fáciles de solucionar.