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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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Las cacas de los perros

Como propietario de un perro, siento vergüenza ajena cuando hasta donde me alcanza la vista veo excrementos en plena calle.

Intento que el mío haga las necesidades en zonas con tierra, y no en lugares frecuentado por personas mayores y niños, sobre todo los jardines y parques infantiles casi todos ellos con pavimento de caucho. Para los orines evito que mi perro se alivie sobre las fachadas, pero como necesita oler, marcar y levantar la pata procuro que haya un árbol o poste de madera, con lo cual busco los alcorques de los árboles, no acercándome a las farolas o elementos metálicos, aun así no siempre lo consigo. En primavera y verano suelo llevar una botella de agua con un chorro de vinagre.

Ayer le hice la foto a este cartel. La poca vergüenza de determinadas personas en cuanto a higiene conlleva, entre otras cosas, que cuando te tropiezas con las cacas de un perro en cualquier lugar de la vía pública, por donde pasan niños, ancianos, alguien invidente que puede llegar a pisarla e incluso en silla de ruedas o vehículos eléctricos, hace que se te ponga mal cuerpo. No debemos desligarnos de nuestro perro y fingir que recoges sus cacas, hay que meter la mano en una bolsita, agacharse y recogerlas.

Por muchas campañas que se hagan -cosa que ya he dicho en alguna ocasión- y se insista sobre el tema, mientras el alcance social de la educación no le entre en la cabeza a ciertas personas, será difícil que algunos demuestren educación mientras su moral no se incorpore a la convivencia colectiva.

¿Es el animal merecedor de su dueño?

Cabría preguntarse si un animal tan noble como un perro y que da tanto sosiego, es merecedor de su particular dueño que tiene la falta de educación de dejar su “rastro” y que parezca un estercolero. Tener un perro siempre motiva a su amo y por tanto se recomienda el paseo, con el compromiso adquirido de tener que sacarlo y la actitud cívica que se le presupone a su dueño.

Nuestra falta de civismo abunda más de lo que debería, siendo una más de las asignaturas pendientes de las sociedades que consideramos avanzadas. El mero hecho de respetar el entorno de todos debería servir para cuidarlo, empezando por la imagen y terminando por la estética, puede dar un ambiente urbano de compañía.

Cuando ves la caca de un perro que no es la del tuyo, y te cruzas con alguien que podría pensar lo contrario, dependiendo el recorrido y todavía más si es reciente, te sientes desprotegido y es semejante al sofoco producido cuando te pillan en cueros, y sin embargo al que comete la falta porque “desconoce lo que son escrúpulos”, ni se inmuta.

Con todos mis respetos, le ruego me disculpe, todos somos participes de la vía pública, no es de recibo que usted “conviva” en una ciudad con el resto de personas, viendo su comportamiento. Un perro es una apuesta importante y es nuestra responsabilidad, y por tanto obliga a ocuparnos de él incluidas sus cacas, para proteger nuestra salud y por respeto al resto de la población que no tiene el por qué soportar su carencia de ética.

a la educación.


Desde mi pupitre. Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Como propietario de un perro, siento vergüenza ajena cuando hasta donde me alcanza la vista veo excrementos en plena calle.

Intento que el mío haga las necesidades en zonas con tierra, y no en lugares frecuentado por personas mayores y niños, sobre todo los jardines y parques infantiles casi todos ellos con pavimento de caucho. Para los orines evito que mi perro se alivie sobre las fachadas, pero como necesita oler, marcar y levantar la pata procuro que haya un árbol o poste de madera, con lo cual busco los alcorques de los árboles, no acercándome a las farolas o elementos metálicos, aun así no siempre lo consigo. En primavera y verano suelo llevar una botella de agua con un chorro de vinagre.

Ayer le hice la foto a este cartel. La poca vergüenza de determinadas personas en cuanto a higiene conlleva, entre otras cosas, que cuando te tropiezas con las cacas de un perro en cualquier lugar de la vía pública, por donde pasan niños, ancianos, alguien invidente que puede llegar a pisarla e incluso en silla de ruedas o vehículos eléctricos, hace que se te ponga mal cuerpo. No debemos desligarnos de nuestro perro y fingir que recoges sus cacas, hay que meter la mano en una bolsita, agacharse y recogerlas.

Por muchas campañas que se hagan -cosa que ya he dicho en alguna ocasión- y se insista sobre el tema, mientras el alcance social de la educación no le entre en la cabeza a ciertas personas, será difícil que algunos demuestren educación mientras su moral no se incorpore a la convivencia colectiva.

¿Es el animal merecedor de su dueño?

Cabría preguntarse si un animal tan noble como un perro y que da tanto sosiego, es merecedor de su particular dueño que tiene la falta de educación de dejar su “rastro” y que parezca un estercolero. Tener un perro siempre motiva a su amo y por tanto se recomienda el paseo, con el compromiso adquirido de tener que sacarlo y la actitud cívica que se le presupone a su dueño.

Nuestra falta de civismo abunda más de lo que debería, siendo una más de las asignaturas pendientes de las sociedades que consideramos avanzadas. El mero hecho de respetar el entorno de todos debería servir para cuidarlo, empezando por la imagen y terminando por la estética, puede dar un ambiente urbano de compañía.

Cuando ves la caca de un perro que no es la del tuyo, y te cruzas con alguien que podría pensar lo contrario, dependiendo el recorrido y todavía más si es reciente, te sientes desprotegido y es semejante al sofoco producido cuando te pillan en cueros, y sin embargo al que comete la falta porque “desconoce lo que son escrúpulos”, ni se inmuta.

Con todos mis respetos, le ruego me disculpe, todos somos participes de la vía pública, no es de recibo que usted “conviva” en una ciudad con el resto de personas, viendo su comportamiento. Un perro es una apuesta importante y es nuestra responsabilidad, y por tanto obliga a ocuparnos de él incluidas sus cacas, para proteger nuestra salud y por respeto al resto de la población que no tiene el por qué soportar su carencia de ética.

a la educación.


Desde mi pupitre. Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
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3 COMENTARIOS

  1. Menos campañas de concienciación y más multas que es lo único que hace efecto . Igual que todos tenemos que llevar mascarilla propongo a la máxima autoridad de este pueblo que tanto presume de este y que si se da una vuelta por las calles periféricas del pueblo y no por la calle San Francisco ,San Antonio o San José que también las hay pero menos ( cacas de perro y esquinas meadas). A que saque un bando municipal y obligue a todo dueño de perro a llevar una botella con agua y lejía o vinagre para limpiar los excrementos y orines del perro y el que no la lleve igual que el que no lleve mascarilla multa , porque su pueblo señor alcalde Marcos Ortuño Soto si lee esto que seguro que lo leerá da asco pasear por ahí porque si se fija todas las esquinas están con meadas de perro y si viene por la zona de los colegios de entre Méndez Núñez ( su colegio) que es por donde vivo yo hay que ir sorteando las mierdas porque los perritos no llegan al descampado y se cagan antes de llegar. Señor alcalde espero que haga algo inmediatamente

José Antonio Ortega
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