Este año tampoco se celebrarán las fiestas fin de curso de los distintos colegios y centros educativos. Eso no quita que recuerde con mucho cariño la última a la que asistí y que fue la de nuestro Centro de Educación Especial, por todos conocidos, AMPY.
Con celebraciones como esta, tenemos una excusa ilusionante para salir y comprender parte de aquello que allí se enseña y que los alumnos cada uno a su manera entiende, lo cual posibilita a quienes necesitamos aprender, reconocer y considerar como merece su enorme esfuerzo.
En alguna ocasión he dicho que AMPY es un colectivo totalmente consolidado. Ellos trabajan desde hace muchísimos años por la integración de la discapacidad intelectual. Sus instalaciones cuentan con un colegio de Educación Especial, un centro de día, una residencia para afectados y un centro ocupacional, además de un cuidado huerto ecológico habilitado en un terreno exterior, que sirve de una pequeñísima ayuda para los recursos siempre insuficientes destinados al mantenimiento de toda una infraestructura, que resulta imprescindible para los usuarios. Dicho lo cual, aparte de las subvenciones de la administración pública y alguna fundación, tienen que agudizar el ingenio en busca de ayudas de colaboradores.
Algunos padres ya son muy mayores y están agotados con apenas un hilo de fuerza, después de toda una vida luchando. También hay usuarios ya sin padres, y no todos cuentan con hermanos u otros familiares.
Me cuentan que actualmente en la residencia hay 37 usuarios, y les faltan plazas, hecho que indica que tienen personas en lista de espera y casi con toda seguridad podrían alcanzar las 50 plazas en virtud de la demanda.
AMPY es una entidad fundamental para el vínculo de unos alumnos diferentes. Hay que valorar la labor de los trabajadores y directivos del centro, todos con esa percepción inicial de las sensaciones y emociones que conviven con unas personas que tan solo viéndolas por fuera, saben cómo son realmente por dentro.
Volviendo al espectáculo aquella tarde, la fiesta es sinónimo de fin de curso y siempre es emotiva. Recuerdo aquel musical Grease y mediante un gran elenco de bailarines, acompañados de los profesionales del centro, nos ofrecieron un bonito trabajo para dar mayor visibilidad a la integración.
La realidad casi siempre es como la recordamos. Resultó una tarde solidaria por la muestra de trabajos, publicaciones y productos del huerto ecológico, que entre otras cosas sirvió de convivencia y de merienda-cena.
AMPY es un trasiego constante en el servicio social. Lo cual permite que sean muchas las personas que pueden tener una vida digna. Descubrir una huella es fascinante, no significa ir detrás, sino intentar abrirse paso o seguir los pasos marcados por alguien de una manera firme y concreta, puede que el ritmo de estas personas sea algo lento, sin embargo los objetivos se alcanzarán aunque sea despacio.
Vivimos tan deprisa que a veces no tenemos tiempo de pararnos en detalles que de alguna manera rompen la rutina. Ver a los padres, familiares y amigos como observan muy atentos lo que hay sobre escenario, alguno con los ojos llorosos, es una bocanada de ánimo impresionante. Allí se les animó a cantar y bailar, allí tuvieron la oportunidad de ser un poco más felices siendo protagonistas. Allí comprobamos que AMPY es un “corazón que late e impulsa a muchos cuerpos que componen una gran familia”.
Es muy importante para ellos la percepción de cómo viven. Los resultados que se están obteniendo son buenos y además se puede demostrar. Cada vez queda un poquito menos para que volvamos a vernos, captar y mantener nuestra atención hacia vosotros para de alguna manera estimular vuestra enorme labor. Mientras tanto contribuiremos adquiriendo algunas cajas de mascarillas para ayudar a la compra de una furgoneta adaptada para personas con problemas de movilidad que no pueden acceder al centro por sus propios medios, y seguir adelante.
a AMPY.
Fotos: Facebook de Ampy
Por lo que dice José Antonio veo que faltan plazas. Si hay demanda y fuese posible habría que trabajar sobre el proyecto de ampliación. Muchas familias en espera lo agradecerían enormemente.
Un trabajazo el que se hace en estos Centros. Por parte de todos, Trabajadoras/es que atienden con entrega a personas que algunas no son fáciles de llevar…
Se palpa humanidad en estos centros.
Ahí si se puede decir que; «lo primero las personas».
Un saludo Jose.