Quiero tener un recuerdo para aquellos juveniles que en la década de los 70 vistieron la camiseta de nuestro Yeclano.
Nuestro pueblo siempre ha sido muy futbolero. Muchos fueron los jóvenes que con ese enfoque practicaron el fútbol en diferentes categorías. El viejo campo de la Constitución ha sido testigo de ello, viendo generaciones de futbolistas más o menos consagrados.
Jóvenes que llevaban el pelo largo y vestían a la moda con camisas de cuello abierto y pantalones campana. Una generación un tanto ambiciosa con un cierto aire por lo nuevo, que iba creciendo al ritmo de los grupos musicales que estaban en auge, donde en los ambientes se emulaban toques de rebeldía al estilo de The Beatles y The Rolling Stones.
Me acuerdo de la mayoría de los que figuran en la foto. De pie: Esteban, Roque; Camarasa, Pastor, Polo, Gori, Juan. Agachados: Curro, Fernando; José Luis, Barraquer, Tony e Isidoro.
En la imagen también aparecen con ropa de calle Cristóbal Hernández y su pupilo Michel, un niño que ya apuntaba maneras desde bien pequeño y que posteriormente se convirtió en cancerbero.
Pastor y Camarasa hicieron del balompié como diría Matías Prats, carrera profesional. También hubo quien se marchó demasiado joven, incluso después de la oportunidad de haber probado en el Madrid sin culminar su fichaje, se le arrebató la vida. Con el paso del tiempo fueron colgando las botas, unos más pronto que otros y cada uno debido a sus circunstancias. Mientras que Gori, fue el que más duró en las categorías del primer equipo, hasta que anunció su retirada.
Con eficacia probada, existía un factor motivacional en base a los entrenamientos y la disputa de partidos. Todas estas leyendas hicieron aquello, adaptándose a los tiempos, con escasos medios técnicos y los materiales bastante rudimentarios. Con su comportamiento y honestidad, marcaron una hoja de ruta, siendo ejemplo para generaciones posteriores, dejando un vestigio en la afición que en aquellos años asistía muy numerosa a los partidos de la cantera.
De igual modo, muchos recordamos las épocas doradas de los campeonatos de empresas. Numerosas firmas de nuestra ciudad patrocinaban a sus respectivos equipos, luciendo el nombre comercial en la camiseta, y se podía comprobar aquello de donde hubo siempre queda.
Un dato especialmente relevante es la buena armonía entre ellos, tal vez el mayor logro. Algunos de este plantel recuperaron las piernas después de un largo parón y contraer agujetas, con su peculiar talento se incorporaron para no perder del todo las buenas costumbres y mientras el cuerpo aguante, al grupo de veteranos.
“Compañerismo y nobleza” me apunta Michel, mi fuente, digna crédito. Con la explosión, el espíritu yeyé, y el traspaso a la vida adulta después cada cual tomó su rumbo. Cada cual poniendo en práctica su estrategia, emprendió negocios propios o trabajó en ajenos, lo cual le sirvió para crear una familia y de sustento. Alguno siguió vinculado al fútbol bastante tiempo haciendo del balón su forma de vida. Profesiones muy dispares tuvieron aquellos ramilletes de jóvenes que ahora después de un largo trasiego, les corresponde de su merecida jubilación, disfrutar o estar a punto hacerlo.
