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🌼 sábado 27 abril 2024
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Bienvenido Mr. Marshall

“Americanos, vienen a España guapos y sanos. Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío.

¡Ole  Virginia  y  Michigan!,  ¡y  viva  «Tersas»  que  no  está  mal!,  no  está  mal. Os recibimos, americanos con alegría. ¡Ole mi mare!, ¡Ole mi suegra y ole mi tía!”.

Esta es la letra de la canción que cantaba Lolita Sevilla en la memorable película de Berlanga de los años 50, “Bienvenido Mr. Marshall”, parodia de lo que los americanos, con sus dineros, podrían hacer para cambiar el pueblo.

Llegaba la modernidad, esa que les iba a sacar de la pobreza y miseria de entonces. Un pueblo, desesperado, se agarró a una ilusión, su quimera. Se trataba de soñar, se tratada de desear sin límites. Los americanos pasaron de largo y con ellos los sueños anhelados. Y es que, en la gran mayoría de las veces, sino siempre, cuando los sueños se cumplen depende mucho más de nuestras acciones que las de otros.

La película me la trajo a la memoria mi amigo Pascual, y fue mientras hablábamos de nuestra querida Yecla y sus carencias, y de qué manera mejorarlas.

De manera análoga a lo que hacemos con nuestras hijas e hijos, cuando pensamos en cómo ayudarlas para que sean más sanas, más felices, mejores personas, pues igual, y de vez en cuando, tratamos de hacerlo con nuestro pueblo. Porque, parafraseando a Unamuno, 100 años atrás, ¡Nos duele Yecla!

Aquel día recordábamos haber leído, en este mismo periódico, que alguien decía que una prueba de la pujanza de Yecla era la instalación de un establecimiento de comida rápida, mejor dicho, comida basura, por una franquicia de cuyo nombre no quiero acordarme.

Si de inicio, ya pienso que estos establecimientos, como ocurrió con el tabaco, no deberían ni promoverse, ni publicitarse, y que se prohibirá hacerlo más pronto que tarde por razones evidentes de salud pública, no es difícil adivinar que si, además, se asocian con modernidad, pujanza y desarrollo, me resultara muy desafortunada la frase.

Hasta ese día conocía que los distintos precios que esas insanas hamburguesas tienen a lo largo y ancho del mundo se utilizaban para comparar el nivel de riqueza de sus poblaciones, pero nunca había escuchado que su presencia fuera un índice de pujanza y desarrollo.

Si fuera así, podríamos concluir que en Yecla llevamos 80 años de retraso, si tomamos la fecha en la que se fundó la compañía en 1955, o 42 años si contamos desde que se instaló en Madrid el primer local en España.

¿No será entonces que lo que llevamos es mucho retraso y no de adelanto como se nos dice?

 

Como el sorprendente caso del “Seat Panda”. Les cuento

Este año me tocó vivir el mes de diciembre apoltronado en mi sofá. Sin moverme apenas, y a un brazo de las gafas, el móvil, el mando de la televisión, un par de libros y los auriculares para la música. Y agua, mucha agua, bebiendo a todas horas.

Dejé, obligadamente, atrás las prisas en las que nos movemos, y pasé a vivir despacio. Y es que como leí a María Novo en su libro La Sociedad de las prisas “Solo un ritmo vital pausado nos permite aprender a ver, que es la forma profunda de mirar.”

Tanto miré, vi y escuché que hasta me tragué un pleno municipal por nuestra tele local. El de diciembre fue. Me enteré entonces de que no podemos pedir a nuestro servicio de recogida de basuras más calidad porque es lo que nos merecemos: “queremos conducir un Seat Panda y no un Porsche”, dijo el concejal experto, muy experto, y responsable de la materia. El mismo que ha defendido el servicio día tras día, durante 8 años, este mismo que pertenece al partido que nos compró el Seat Panda y que lo mantiene en uso durante décadas. Por lo visto, ya lo compraron viejo entonces. El Seat Panda nació, en 1982, casi como el local de hamburguesas. Hace también 40 años.

 

El último caso, la autovía y el “show” de la inauguración

Es la tercera o cuarta vez que se inaugura. Cada trocico, una inauguración. Como han tardado tanto entre uno y otro, siempre es como si fuera la primera vez.

Vino un recién ministro, que lo es por perder elecciones y vocear (ahora se es ministro así), y también nuestro “joven” presidente (en Murcia se es joven hasta los 40) más reivindicativo que nunca, y que pidió de todo y para todos (después será como con el agua, que se la terminan quedando unos pocos). También estaba nuestra alcaldesa que no tuvo que venir, porque aquí estaba, y tampoco nada que pedir, porque tenemos de todo.

En esta última ocasión parece que nos han conectado con la luna en vez de con Caudete.

He leído que, si se abren mil y una nuevas oportunidades (¿cuáles?), que ya estamos puestos en el mapa (¿fuera de Murcia?), que van a venir muchas empresas a instalarse (¿dónde?), que ya están pidiendo turno para hacerlo (¿hamburgueserías?), que es el año cero de nuestro pueblo (¿qué se inicia?).

Hace cuarenta años que Villena, Almansa, Caudete, llegaron ya a la luna, mucho antes que Yecla.

¿No les recuerda todo esto a aquella película de 1953, con Pepe Isbert en el balcón de su alcaldía de Villar del Rio?

Aquel pueblo que no era real, y sí de cartón piedra, y por el que los americanos pasaron de largo.

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com

“Americanos, vienen a España guapos y sanos. Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío.

¡Ole  Virginia  y  Michigan!,  ¡y  viva  «Tersas»  que  no  está  mal!,  no  está  mal. Os recibimos, americanos con alegría. ¡Ole mi mare!, ¡Ole mi suegra y ole mi tía!”.

Esta es la letra de la canción que cantaba Lolita Sevilla en la memorable película de Berlanga de los años 50, “Bienvenido Mr. Marshall”, parodia de lo que los americanos, con sus dineros, podrían hacer para cambiar el pueblo.

Llegaba la modernidad, esa que les iba a sacar de la pobreza y miseria de entonces. Un pueblo, desesperado, se agarró a una ilusión, su quimera. Se trataba de soñar, se tratada de desear sin límites. Los americanos pasaron de largo y con ellos los sueños anhelados. Y es que, en la gran mayoría de las veces, sino siempre, cuando los sueños se cumplen depende mucho más de nuestras acciones que las de otros.

La película me la trajo a la memoria mi amigo Pascual, y fue mientras hablábamos de nuestra querida Yecla y sus carencias, y de qué manera mejorarlas.

De manera análoga a lo que hacemos con nuestras hijas e hijos, cuando pensamos en cómo ayudarlas para que sean más sanas, más felices, mejores personas, pues igual, y de vez en cuando, tratamos de hacerlo con nuestro pueblo. Porque, parafraseando a Unamuno, 100 años atrás, ¡Nos duele Yecla!

Aquel día recordábamos haber leído, en este mismo periódico, que alguien decía que una prueba de la pujanza de Yecla era la instalación de un establecimiento de comida rápida, mejor dicho, comida basura, por una franquicia de cuyo nombre no quiero acordarme.

Si de inicio, ya pienso que estos establecimientos, como ocurrió con el tabaco, no deberían ni promoverse, ni publicitarse, y que se prohibirá hacerlo más pronto que tarde por razones evidentes de salud pública, no es difícil adivinar que si, además, se asocian con modernidad, pujanza y desarrollo, me resultara muy desafortunada la frase.

Hasta ese día conocía que los distintos precios que esas insanas hamburguesas tienen a lo largo y ancho del mundo se utilizaban para comparar el nivel de riqueza de sus poblaciones, pero nunca había escuchado que su presencia fuera un índice de pujanza y desarrollo.

Si fuera así, podríamos concluir que en Yecla llevamos 80 años de retraso, si tomamos la fecha en la que se fundó la compañía en 1955, o 42 años si contamos desde que se instaló en Madrid el primer local en España.

¿No será entonces que lo que llevamos es mucho retraso y no de adelanto como se nos dice?

 

Como el sorprendente caso del “Seat Panda”. Les cuento

Este año me tocó vivir el mes de diciembre apoltronado en mi sofá. Sin moverme apenas, y a un brazo de las gafas, el móvil, el mando de la televisión, un par de libros y los auriculares para la música. Y agua, mucha agua, bebiendo a todas horas.

Dejé, obligadamente, atrás las prisas en las que nos movemos, y pasé a vivir despacio. Y es que como leí a María Novo en su libro La Sociedad de las prisas “Solo un ritmo vital pausado nos permite aprender a ver, que es la forma profunda de mirar.”

Tanto miré, vi y escuché que hasta me tragué un pleno municipal por nuestra tele local. El de diciembre fue. Me enteré entonces de que no podemos pedir a nuestro servicio de recogida de basuras más calidad porque es lo que nos merecemos: “queremos conducir un Seat Panda y no un Porsche”, dijo el concejal experto, muy experto, y responsable de la materia. El mismo que ha defendido el servicio día tras día, durante 8 años, este mismo que pertenece al partido que nos compró el Seat Panda y que lo mantiene en uso durante décadas. Por lo visto, ya lo compraron viejo entonces. El Seat Panda nació, en 1982, casi como el local de hamburguesas. Hace también 40 años.

 

El último caso, la autovía y el “show” de la inauguración

Es la tercera o cuarta vez que se inaugura. Cada trocico, una inauguración. Como han tardado tanto entre uno y otro, siempre es como si fuera la primera vez.

Vino un recién ministro, que lo es por perder elecciones y vocear (ahora se es ministro así), y también nuestro “joven” presidente (en Murcia se es joven hasta los 40) más reivindicativo que nunca, y que pidió de todo y para todos (después será como con el agua, que se la terminan quedando unos pocos). También estaba nuestra alcaldesa que no tuvo que venir, porque aquí estaba, y tampoco nada que pedir, porque tenemos de todo.

En esta última ocasión parece que nos han conectado con la luna en vez de con Caudete.

He leído que, si se abren mil y una nuevas oportunidades (¿cuáles?), que ya estamos puestos en el mapa (¿fuera de Murcia?), que van a venir muchas empresas a instalarse (¿dónde?), que ya están pidiendo turno para hacerlo (¿hamburgueserías?), que es el año cero de nuestro pueblo (¿qué se inicia?).

Hace cuarenta años que Villena, Almansa, Caudete, llegaron ya a la luna, mucho antes que Yecla.

¿No les recuerda todo esto a aquella película de 1953, con Pepe Isbert en el balcón de su alcaldía de Villar del Rio?

Aquel pueblo que no era real, y sí de cartón piedra, y por el que los americanos pasaron de largo.

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com
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1 COMENTARIO

  1. Esta película y la «Escopeta Nacional» de Berlanga, cuanto más las veo más me gustan. «Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación… Genial.
    Los yankees pasaron de largo en la película, también nos dejaron al margen de las ayudas a la Europa devastada a causa de la II G.M. El Plan Marshall no pasó de los pirineos.
    No obstante la dictadura pudo supervivir gracias al apoyo de la primera potencia del mundo occidental (EEUU) que no le importó (primera democracia), que en España hubiese un dictadura.
    Tiempos de los bloques y España lo alinearon dentro del bloque capitalista.
    Luego no tuvieron reparo en cargarse a Carrero, porque se interponía en la salida de España hacia un modelo de democracia tipo occidental. Los imperios tienen esto, siempre van a su interés.

    Yecla tiene algunos inconvenientes. Uno de ellos es que muchos jóvenes no han visto gobernar este pueblo a un partido que no sea el PP. Un sobrino, tiene 23 años, siempre ha conocido al PP en el gobierno.
    Hay otras opiniones, pero entiendo que se debe a esa «pequeña» burguesía industrial apegada al conservadurismo. Esta pequeña burguesía ha dejado de ser pequeña, al menos ya es mediana, y no tiene claro que Yecla haya tomado la senda que les haga ser un (ciudad) pueblo que vaya en la dirección adecuada.
    Hay que repensar, si es hora de un cambio de «piloto» ya que el aparato no termina de aterrizar en buen puerto. Turbulencias con el centralismo del poder político, con una alcaldesa en modo sumisión, un «susurrador de besos» que lo más relevante con Yecla es venir para las fotos de rigor, y las inversiones del gobierno de la Comunidad Autónoma (PP+VOX) escasean pero mucho.
    No es menos cierto que mientras el PP tenga asegurado que «hagan lo que hagan» no tiene incidencia electoral, seguirán dejándonos de lado. Atienden otras prioridades.
    Mejor ejemplo. Hospital de Yecla… no pasa nada.
    Los pueblos de alrededor ya han llegado a la luna, la palabra la tiene el pueblo de Yecla si quiere llegar a la luna o se conforma con lo que tenemos. ¡Se habla en las urnas!
    La oposición intenta dar soluciones, pero no fueron votados para ser gobierno. Tampoco terminan de ponerse el mono de trabajo para ser oposición. Entiendo que pueda deberse por estar en un pueblo conservador mejor no sacar mucho la «patita». Craso error.
    «De momento sigo en la NASA por si sale algún cohete apuntarme aunque caiga en el desierto de Almería, al menos se intenta»
    En conjunto buena reflexión de Conrado.

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com
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