Apoyado en el lateral de una cama hospitalaria en una planta destinada a pacientes Covid y NO Covid, puesto que se trata de un hospital pequeño. Quiero decirle a todos aquellos imprudentes que las medidas de prevención aquí continúan siendo muy serias. Que los cambios de turno están restringidos a tres horarios muy concretos, custodiados con un espacio para realizarlo de media hora, y hasta que no baja a la «recepción» el acompañante que está en la habitación, no se permite que suba el relevo. Los pacientes y acompañantes permanecen todo el tiempo con mascarillas, incluso para dormir, lo cual es agobiante, pero se aguanta. El cumplimiento estricto de estas normas es en beneficio de evitar contagios.
Este es uno de los protocolos. Además de permanecer todo el tiempo con la puerta cerrada, no comer ni beber en la habitación y no deambular por los pasillos, creo que como debe ser. Dicho esto, les digo a todos los irresponsables que todavía continúan reuniéndose sin acatar las medidas, no guardando las distancias de seguridad y haciendo macro botellones, que no tienen vergüenza, porque también en este hospital comarcal por ejemplo, ha fallecido una veintena de personas víctimas de esta pandemia, aparte de las que fueron derivadas a Murcia.
Ignorante de mi que pensaba después de un confinamiento y el estado de alarma por la crisis sanitaria saldríamos mejores, cuando en la India con grandes laboratorios, no disponen de vacunas ni tampoco de oxígeno suficiente y les falta leña para quemar los cadáveres.
Aunque los indicadores de la pandemia vayan a la baja, y el ritmo de vacunación tiene su eficacia, hago esta reflexión para darme un ánimo que para mí no tengo y darles un «capón» a todos aquellos que anteponen la fiesta a la salud y seguramente creen que en esta vida les va a faltar tiempo para divertirse.
Blog de José Antonio Ortega
Que decir a lo expuesto por José Antonio, si acaso cambiar lo de «capón» por más sesera (masa encefálica).
Una sociedad que en su mayoría no empatiza con nadie. El individualismo más absoluto. Que en los botellones se lo pasan bien, que la mascarilla es un engorro, que como soy joven lo mismo paso el covid sin enterarme, que se lo contagio a otros…No reparan. A su p. bola.
Todo esto sin contar con los negacionistas que siguen manteniendo que esto es un cuento.
Y por si todo esto fuese poco, se pone de «moda» la corriente de «pensamiento» de ser «libre».
Si somos libres, quién me impide hacer botellón, llevar un cigarro o un bote de cerveza para ir sin la mascarilla o simplemente llevarla en la barbilla, juntarme ciento y la madre en el campo para una juergecita con los colegas…
No hay memoria, dice José Antonio que han fallecido unas veinte personas por el maldito virus y hay que contar quienes sin haber perdido la vida tienen unas secuelas, lo mismo, de por vida.
En las escuelas dan conocimiento, deben insistir más en dar también «educación cívica» aunque sea básica.
Soy un pesimista optimista, pero me estoy quedando sin esto último.