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🍁 jueves 21 noviembre 2024
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Las pajaricas de Dolores Muñoz Tárraga

Hoy les quiero presentar a Dolores, aunque yo suelo llamarla Lola, y para no relacionarla con ninguna actividad concreta, pero sí con una de sus bonitas facetas, hemos aprovechado para celebrar San Blas.

En esta vida con tantos males, a San Blas, que antes de santo fue médico y sacerdote, se le considera el patrón de los enfermos de la garganta, y para seguir la tradición al venerado, ya que uno de los milagros que se le atribuyen es la curación de un niño al que se la clavó una espina de pescado, hablamos de los panes benditos.

Como salud emocional de mujer, esposa, madre y abuela por este orden, me cuenta que la receta la aprendió de su abuela, y comenzó a trabajarla hace muchos años, porque puso interés en aprender. Harina de trigo, levadura, leche, azúcar, aceite, huevo, raspadura de naranja y de limón y zumo de naranja son los ingredientes de este pan tan exquisito. Me dice Dolores que mucho calor y bastante paciencia, después de actuar la levadura, es la ciencia para que mueva la masa, y que para darle el tono lustre, con una pequeña brocha se le unta agua caliente con azúcar o huevo batido, antes de meter al horno.

Son muchos los hogares que elaboran panes benditos estos días, al igual que las tahonas y pastelerías de la localidad, cada uno de estos panes con su particular forma y tamaño, no hay ninguno igual. El pan bendito se asemeja a otra fecha señalada, como el roscón de reyes, puede comerse a cualquier hora del día, solo o acompañarlo con chocolate, siendo recomendable para mantener la tradición, rezar un Padre Nuestro antes de la degustación, y por supuesto no desperdiciar ni una miga, respetando la bendición.

San Blas huele a pueblo y a nostalgia. Dicen que antiguamente los mayores, solían guardar un trozo de Pan de San Blas durante todo el año por si alguien se ponía malo de la garganta.

Dolores, a quien un servidor considera una maestra de la cocina, dado que durante muchos años, junto a Fernando su marido, regentó el Bar de la Estación, es una apasionada de las pajaricas y por tanto con voz autorizada para hablar del tema, me rijo por lo que ella me diga.

Las pajaricas son unas cañas de esparto que se recogen en los primeros días de junio. A estas cañitas se le quitan las capas como si fuera una cebolla para que una vez que estén secas, no se pongan negras; de esta manera se convierten en varillas y se engalanan con unas tiras de papel de distintos colores recortadas, colocadas una a una para darle esplendor, y en la punta de la varilla, se le ponen diferentes figuritas hechas de masa de harina o incluso de porcelana, un pequeño homenaje a la artesanía.

En este pueblo nuestro donde se conservan muchas de las costumbres entre la gastronomía, lo solemnidad y la cultura, contamos con una Hornacina de San Blas, donde a sus pies en la calle de la Iglesia Vieja, se hace una hoguera con sarmientos para quien la quiera saltar. La festividad de San Blas, también cuenta cada año con sus respectivos mayordomos y clavarios, así como un bastón enorme y bandera, para dotarla de mayor esplendor e intensa actividad.

Como las tradiciones siempre son un tesoro, mi entrevistada, dos tardes por semana para inculcar su faceta, es monitora en la Universidad Popular de Yecla y allí con su maestría y cariño, transmite su pasión por lo que hace, con una visión profunda de una realidad que en este momento le afecta.

Personas tan pletóricas como Lola, con sentido de las tradiciones y cuidarlas con conciencia, ya que hace unos años fueron mayordomos de San Antón, son formas de ver la vida, porque vivimos momentos en los que no sabemos qué hacer ante el mundo que nos rodea.

Durante toda la semana en las parroquias después de las misas se bendicen los panes, y para preservar la tradición, el domingo portando un pan monumental, y otros muchos más pequeños y con el protector de la garganta a hombros se saldrá en procesión, además del entusiasmo de los juegos populares, la carrera de sacos, el chocolate cómico y la cucaña con su palo largo enjabonado dispuesto a una aventura diferente para quien quiera trepar.

Fue una conversación muy amena y un detalle enorme el de Dolores conmigo. No hace falta que tengamos grandes responsabilidades ni poderes, tan solo con ser más humanos y sencillos, sin ninguna otra fantasía, es suficiente.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Hoy les quiero presentar a Dolores, aunque yo suelo llamarla Lola, y para no relacionarla con ninguna actividad concreta, pero sí con una de sus bonitas facetas, hemos aprovechado para celebrar San Blas.

En esta vida con tantos males, a San Blas, que antes de santo fue médico y sacerdote, se le considera el patrón de los enfermos de la garganta, y para seguir la tradición al venerado, ya que uno de los milagros que se le atribuyen es la curación de un niño al que se la clavó una espina de pescado, hablamos de los panes benditos.

Como salud emocional de mujer, esposa, madre y abuela por este orden, me cuenta que la receta la aprendió de su abuela, y comenzó a trabajarla hace muchos años, porque puso interés en aprender. Harina de trigo, levadura, leche, azúcar, aceite, huevo, raspadura de naranja y de limón y zumo de naranja son los ingredientes de este pan tan exquisito. Me dice Dolores que mucho calor y bastante paciencia, después de actuar la levadura, es la ciencia para que mueva la masa, y que para darle el tono lustre, con una pequeña brocha se le unta agua caliente con azúcar o huevo batido, antes de meter al horno.

Son muchos los hogares que elaboran panes benditos estos días, al igual que las tahonas y pastelerías de la localidad, cada uno de estos panes con su particular forma y tamaño, no hay ninguno igual. El pan bendito se asemeja a otra fecha señalada, como el roscón de reyes, puede comerse a cualquier hora del día, solo o acompañarlo con chocolate, siendo recomendable para mantener la tradición, rezar un Padre Nuestro antes de la degustación, y por supuesto no desperdiciar ni una miga, respetando la bendición.

San Blas huele a pueblo y a nostalgia. Dicen que antiguamente los mayores, solían guardar un trozo de Pan de San Blas durante todo el año por si alguien se ponía malo de la garganta.

Dolores, a quien un servidor considera una maestra de la cocina, dado que durante muchos años, junto a Fernando su marido, regentó el Bar de la Estación, es una apasionada de las pajaricas y por tanto con voz autorizada para hablar del tema, me rijo por lo que ella me diga.

Las pajaricas son unas cañas de esparto que se recogen en los primeros días de junio. A estas cañitas se le quitan las capas como si fuera una cebolla para que una vez que estén secas, no se pongan negras; de esta manera se convierten en varillas y se engalanan con unas tiras de papel de distintos colores recortadas, colocadas una a una para darle esplendor, y en la punta de la varilla, se le ponen diferentes figuritas hechas de masa de harina o incluso de porcelana, un pequeño homenaje a la artesanía.

En este pueblo nuestro donde se conservan muchas de las costumbres entre la gastronomía, lo solemnidad y la cultura, contamos con una Hornacina de San Blas, donde a sus pies en la calle de la Iglesia Vieja, se hace una hoguera con sarmientos para quien la quiera saltar. La festividad de San Blas, también cuenta cada año con sus respectivos mayordomos y clavarios, así como un bastón enorme y bandera, para dotarla de mayor esplendor e intensa actividad.

Como las tradiciones siempre son un tesoro, mi entrevistada, dos tardes por semana para inculcar su faceta, es monitora en la Universidad Popular de Yecla y allí con su maestría y cariño, transmite su pasión por lo que hace, con una visión profunda de una realidad que en este momento le afecta.

Personas tan pletóricas como Lola, con sentido de las tradiciones y cuidarlas con conciencia, ya que hace unos años fueron mayordomos de San Antón, son formas de ver la vida, porque vivimos momentos en los que no sabemos qué hacer ante el mundo que nos rodea.

Durante toda la semana en las parroquias después de las misas se bendicen los panes, y para preservar la tradición, el domingo portando un pan monumental, y otros muchos más pequeños y con el protector de la garganta a hombros se saldrá en procesión, además del entusiasmo de los juegos populares, la carrera de sacos, el chocolate cómico y la cucaña con su palo largo enjabonado dispuesto a una aventura diferente para quien quiera trepar.

Fue una conversación muy amena y un detalle enorme el de Dolores conmigo. No hace falta que tengamos grandes responsabilidades ni poderes, tan solo con ser más humanos y sencillos, sin ninguna otra fantasía, es suficiente.


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