Ha fallecido Juan Pérez Contreras, mi amigo Juanito. Juanito era una de esas personas cuyo paso por la vida te deja recuerdos de haber vivido algún momento junto a él por cualquier causa.
Le conocía de toda la vida. Desde aquellos tiempos lejanos donde se puso en marcha el Colegio Virgen de la Esperanza. Aquella época donde los padres que tenían un hijo con una discapacidad, estaban confusos e indecisos, y como remedio casero parece que de terapia protectora la opción determinante era resguardar a las personas “diferentes” entre unos algodones, casi ocultos. Esto fue una realidad que comprobamos muchos, no me lo ha contado nadie.
Hace unos treinta años, Juanito y yo estuvimos en Santiago de la Ribera en unas jornadas de fin de semana sobre integración. Nos fuimos en mi coche los dos, y con un kilometraje considerable, me iba hablando durante el viaje de sus cosas: la Semana Santa, la Virgen, del Yeclano, de su familia, etc., también yo le hablé de lo mío. Allí compartimos habitación y alguna anécdota, y volvimos a Yecla un domingo por la tarde, le acompañé a su casa en la calle San Antonio, nos despedimos y desde entonces siempre entrelazamos mucha amistad.
Juanito era de esas personas conocida por todos, a la que todo el mundo simpatizaba. De esa buena gente que cuando los padres ya no están, confluyen, si tienen hermanos o familiares para convivir con ellos el resto de sus días.
Llevaba mucho tiempo sin verle, sobre un año. Antes cada vez que lo hacíamos nos saludábamos. La mayoría de las veces con esa particular sonrisa, esa expresión inocente de las personas que con una sucesión de sentidos por la vida, ven pasar los días con el desnivel de su “situación”, porque se hacen mayores, y donde toda su agenda serán vivencias, emociones, retos, dificultades y también angustia, con la peculiaridad de su persona.
Juanito ha tenido su tren por la vida bajo el prisma y ese trípode del amor, el cariño y la felicidad. Detrás o delante de la Cofradía de San Juan Apóstol era un gran referente y entre otras una pequeña muestra de su identidad respetando su silencio con alguna estrategia propia, allí estaba él.
Recuerdo también alguna vez que entramos juntos al fútbol, de eso hace mucho. Cuando en la puerta se esperaba o aparecía algún aficionado más joven, y podía entrar acompañado de una persona mayor, madre mía que tiempos Juanito. Tú ya no te acuerdas de cuando ascendimos y le ganamos al Bala Azul, porque el Alzheimer se implantó en ti con su galopante mecanismo hasta dejarte agotado, ahora mira hacia fuera y se queda silencioso.
Nada hay tan cierto y seguro que cuando se marcha una persona y te resulta inesperado, te viene una especie de sexto sentido. Sabemos que era muy querido en el pueblo, y muy apreciado por su otras familias que son los colectivos o entidades a las que perteneció.
Siempre he dicho que las personas con otros talentos, casi siempre son las más vulnerables en multitud de aspectos o al menos así me lo parece.
Amigo Juanito, estabas entre mis amigos especiales. Siempre has respetado las reglas de la vida, en este mundo donde nada es fácil. Me gustaba verte, además de punta en blanco bien atendido y cuidado por tus hermanas.
Ahora como un dibujo con las alas en alto, con las miradas y el impulso del propio día, vuela.
a Juanito.
13 de mayo de 2024
Artículos de José Antonio Ortega