El presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, presidió el acto institucional de la Región de Murcia con motivo de la conmemoración del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo. En el acto hubo 38 condecorados, entre ellos el jefe de la Policía Local de Yecla, Pedro Vicente Martínez quien vivió en primera persona el atentado a la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987. Aquel acto terrorista de ETA se llevó por delante la vida de 11 personas, entre ellos cinco niños, dos de ellas gemelas de tan solo tres años de edad, además de un gran número de heridos.
Ayer la comunidad rindió homenaje a las víctimas vivas y a otras ocho personas a título póstumo. El presidente de la Región subrayó que «lo mínimo que deben hacer las instituciones, como representantes de la sociedad, es recordar a las víctimas y brindarles su reconocimiento«. Al respecto, indicó que ya como diputado en la Asamblea Regional defendió el apoyo a la Ley de ayuda a las víctimas del terrorismo de la Comunidad, «una ley que hay que desarrollar y en la que aún hay mucho margen de actuación», aseguró.
Ese recuerdo y ese reconocimiento, subrayó, «son la base de nuestra dignidad como pueblo, como sociedad, y nos reafirma en la defensa de nuestros valores democráticos, esenciales para la convivencia». En el transcurso del acto también se guardó un minuto de silencio, se procedió a la lectura de un manifiesto y se entregaron 38 Medallas a las Víctimas del Terrorismo, ocho de ellas a título póstumo.
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El avance de la legislación autonómica en el reconocimiento a las víctimas del terrorismo de la Región ha propiciado la entrega de estas distinciones por primera vez en la Comunidad, gracias a la reciente reforma de la Ley de Honores, Condecoraciones y Distinciones regional en la que se añaden la creación de las citadas medallas. Murcia y la Comunidad Valenciana son las únicas autonomías que cuentan con distinciones específicas para las víctimas del terrorismo.
«Pero no nos podemos quedar ahí», remarcó el presidente, quien ha trasladado a todos los consejeros que, en el ámbito de sus competencias y en colaboración con las asociaciones que agrupan a las víctimas del terrorismo, analicen cómo pueden concretar medidas específicas y aplicar el apoyo y la ayuda a las víctimas en el marco de esa ley regional porque, según dijo, «es el momento de tomar decisiones y que el reconocimiento de hoy no se quede sólo en una ceremonia».
“Fue una ejecución en toda regla”
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Uno de los atentados más sangriento de la banda terrorista de ETA ocurrió un 11 de diciembre de 1987, cuando a las 6.10 de la mañana, un coche bomba estalló en el cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza. Hubo 11 víctimas mortales, entre ellos cinco niños, dos de ellas gemelas de tan solo tres años de edad, además de un gran número de heridos.
Pedro Vicente Martínez, actual jefe de la Policía Local de Yecla, natural de Ceutí, fue un testigo de excepción de ese vil atentado. Era un joven Guardia Civil, en su segundo destino, con tan solo 19 años de edad. A pesar del tiempo que ha transcurrido recuerda con infinita tristeza aquella matanza: “Siento mucha pena por la gente inocente que murió y doy gracias a Dios, si existe, por no haber perecido allí”. Ahora que ha pasado el tiempo, que está casado y es padre, cuando mira a sus dos hijos pequeños recuerda con intensa pena y dolor a aquellas gemelas de tres años, hijas de un compañero, que ahora podrían ser dos jóvenes de 32 años, y a las que les truncaron la vida. Precisamente, “hace unos años me encontré con el padre de estas niñas en Murcia, en la conmemoración del 50 aniversario de la Guardia Civil en Murcia, y no fuimos capaces de hablar del atentado, en el que también murió el hermano de su mujer”, relata con los ojos humedecidos por aquel triste recuerdo. “Aquello fue una ejecución en toda regla, se supo después, que el atentando se organizó con un año de antelación, y lo tenían todo previsto y premeditado, para causar el mayor número de víctimas, porque sabían que matarían a niños y familias completas que vivíamos en esa casa-cuartel de la Guardia Civil. Fue una ejecución como la de Miguel Ángel Blanco, que solo ellos, los asesinos de ETA, sabían que la iban a ejecutar y con muchos muertos inocentes”.
A pesar de haber vivido ese horrible atentado, “nunca pensé en abandonar la Guardia Civil. Lo hablé con mi padre, pude haber pedido traslado a Murcia, y no lo hice. Lo que sí he podido comprobar es que, un acontecimiento de esta naturaleza, te cambia la vida y la forma de pensar”. Está convencido de que la sociedad española, en su conjunto, “arropa a las víctimas del terrorismo y comprende y siente su dolor”. El tiempo también disipa y diluye la tragedia, “pero los que han perdido a seres queridos, a un hijo, a un marido o a una madre o un padre, los que hemos vivido en primera personas esos trágicos acontecimientos, no lo olvidaremos nunca, porque es imposible olvidar tanto dolor”.
Pedro Vicente Martínez indica que “el Estado de Derecho se sustenta en la libertad y en la justicia que el pueblo da a los jueces, para que condenen a los responsables de los actos delictivos. Quiero que haya total libertad y que nadie se sienta amenazado por los terroristas, pero también quiero que haya Justicia y que a ningún terrorista se le rebaje ni un solo día de las condenas que tienen”. No está de acuerdo “con ningún tipo de posible amnistía o rebaja de pena, para nadie que tenga manchas de sangre. Ni yo ni ninguna persona de bien puede estar de acuerdo con eso”.
Con lágrimas aflorando en sus ojos, señala que en los aniversarios de aquel triste acontecimiento, “haré lo mismo que en otros años atrás. Estaré disfrutando de mi familia, con mis dos hijos. Llamaré por teléfono a compañeros que estaban conmigo en ese momento del atentado, para hablar y recordar lo bien que estamos. Porque aunque ha pasado el tiempo, no nos tenemos que olvidar de aquello y porque gracias a lo jóvenes que éramos lo hemos podido superar”. Con su familia no suele hablar del atentado terrorista, pero ellos perfectamente saben lo que significa este día en sus vidas. Y un año más, seguirán dando gracias por haberse librado de una muerte segura, irracional y sin sentido, como han sido esos casi mil muertos y las muchas víctimas que ETA, con sus irracionales atentados, ha dejado a lo largo de las historia más reciente de España.
