Le quiero dedicar mi artículo a todas las doctoras, enfermeras, cuidadoras, azafatas, cajeras, limpiadoras, peluqueras, secretarias, agricultoras, empleadas de hogar y así hasta el infinito de las mujeres.
A todas y cada una, puesto que cada día se enfrentan a un mundo en el cual todavía, aunque cada vez menos, predomina el hombre, y vaya por delante mi total apoyo a la mujer en cualquier faceta de su vida.
Dicho esto, considero innecesarias las manifestaciones previstas con motivo del 8 de marzo. Creo que no es el momento de seguir reivindicando y reconociendo sus derechos que los tiene y mucho, con todo lo que está cayendo y lo que todavía nos espera aunque disminuya la prevalencia de contagios.
Debemos seguir siendo cautos en todos nuestros movimientos, en nuestras relaciones laborales por obligación y en las relaciones sociales por prudencia y prevención. Tiempo habrá de salir con la pancarta y escuchar con atención los diferentes manifiestos como muchos años he hecho, pero ahora, creo que no procede.
Dicen que la mejor “bofetada” es aquella que no se da. Por tanto no tiene razón de ser que los previsibles actos, se defiendan justificando o criticando a quienes a lo largo de esta pandemia salieron y están saliendo a la calle a protestar o congregarse por esto o aquello. En conciencia ellos sabrán si lo hicieron bien o mal, eso no es motivo para justificar, allá cada cual, pero todo lo demás son imprudencias.
Que nos entre en la cabeza que estamos en una pandemia que está teniendo un coste elevadísimo en personas fallecidas, además de las cuestiones económicas.
Vamos a tomarnos el pulso. No olvidemos que tuvimos un Palacio de Hielo que sirvió de morgue y que en este mes de febrero se han truncado 10.000 vidas en la llamada tercera ola.
Me parece una convocatoria inoportuna por mucho que se pongan límites a la afluencia.
Es necesario que tengamos un verdadero compromiso y un mayor respeto para todos los sanitarios, que continúan más que cualquier otro movimiento plantando cara a esta pandemia entre la valentía la ansiedad y el agotamiento, muchos de ellos sin apenas días libres, con duchas rápidas y vuelta a empezar.
Ahora hay que combatir el virus. Con este criterio de reparto, quienes vayan o vayamos quedando, si la situación sanitaria lo permite con ese derecho que se otorga a manifestarse, tiempo tendrá de retomar una demanda histórica para combatir la desigualdad.
a la mujer.
No se pueden manifestar las mujeres en el día Internacional de la Mujer Trabajadora. En cambio se autoriza el concierto de Rafael o Raphael con asistencia de miles de personas en sitio cerrado.
No se podían manifestar las mujeres el domingo 8 de marzo de 2020 pero si llenar los campos de fútbol de toda España.
Solo en un campo de fútbol de Sevilla se jugaba Betis y Real Madrid, unas 42.000 personas todas bien junticas llenaba en el estadio. La ultra derecha nunca denunció esto si las manifestaciones de las mujeres culpabilizándolas .
«El feminismo amenaza la identidad masculina retrógrada (machismo recalcitrante). Su potencia se encuentra en el hecho de proponer otro tipo de sociedad, no basado en relaciones jerárquicas ni en visiones tradicionales de la familia y religiosas. ¡¡Uff, esto es «subversivo» a más no poder!!
La extrema derecha combate el feminismo con tontunas que nadie cree; la violencia machista no existe, invento de las feministas. Es la contrarrevolución feminista de las derechas extremas.
Para estos la mejor imagen es Abascal a caballo, armado con una Smith & Wesson. El hombre del pasado, el macho. El feminismo puede contribuir a frenar a las derechas.
José Antonio que si, en situación de una pandemia lo prudente es no hacer concentraciones pero no dejar de celebrar el día Internacional de la Mujer y, propongo; si paseamos el 8 de marzo ir luciendo algo de color violeta, mascarilla, lazo, etc. como símbolo feminista.