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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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La tele en los hospitales

Seguramente, lo que voy a contarles con todo lo que está cayendo en sanidad, les parezca una tontería.

Cuando una persona está enferma y además si está ingresada, en ciertos momentos no tiene ganas de verse.

El ingreso en un centro hospitalario nadie sabe que duración puede tener; sabemos a la hora que entramos, pero no cuándo y de qué forma saldremos, lo cual siempre produce un cambio de rumbo y una preocupación más en nuestra rutina diaria, y por tanto de alguna forma estando o no programada la estancia por operación, tratamiento o accidente, nos trastoca la vida.

Existe un fenómeno colectivo de entretenimiento que es la televisión. Pues bien, dicho esto, me parece un absoluto despropósito y un abuso que para ver la tele y hacer de alguna manera más llevadero el periodo hospitalario, tengamos que pagar. Hay diferentes tarifas, la última vez tuve que echar 3,30 euros a la hucha de la empresa explotadora y mantenedora concesionaria del negocio, para liberar la pantalla durante 24 horas. No me quejo del pago, entiendo que no es una necesidad imperiosa ver la “caja tonta” como alguien acuñó en su día; sí muestro mi disconformidad porque el marcador siga contando una vez depositado el importe, esté o no encendido el aparato, con lo cual es un dinero no consumido.

Hace ya bastantes años que el Hospital Virgen del Castillo de Yecla dispone de televisión gratuita previa acreditación y recogida del mando a distancia en urgencias, en cada una de las habitaciones, gracias a la señal emitida por el canal local siempre conocido como Tele-Yecla, y a la colaboración en su día de la extinta Cajamurcia, que aportó los monitores. Hubo un tiempo en que los mandos no se cuidaban mucho o se “extraviaban”. Este sencillo y bonito gesto de televisión sin previo pago, contribuye de alguna forma a paliar parte de lo que resulta estar en un proceso convaleciente determinado. Además con un montón de canales también está Tele-Cable, en un hospital comarcal donde corresponden los pacientes de la localidad vecina y amiga de Jumilla.

Las personas suelen debilitarse por aquellas circunstancias que un momento dado puedan estar pasando, y si las dificultades obedecen a la salud, todavía más. Por ello cualquier circunstancia en la vida de una persona, si se esfuerza en adoptar una actitud positiva, puede suponer un elemento de gratificación.

Aparte del descanso que necesitan los enfermos, ver la tele no es un lujo, y por esta razón pienso que la salud tiene pocas predicciones y pudiéndonos cambiar de un día para otro, tener que amoquinar por verla en la mayoría de los hospitales y resignarse junto a lo que conlleva la enfermedad, es un abuso imperdonable, no por la cantidad en sí que no va a ningún sitio, incluso el tipo de tarifa aplicada, la cual ofrece la posibilidad de abonos para pacientes de larga estancia, sino por el “feo gesto”, por el mero hecho de una permanencia donde se pasan muchas “horas muertas” en las cuales ni los pacientes, familiares o acompañantes, prestan demasiada atención a la pantalla, aparte de la madrugada y no es un alojamiento turístico.

En algunas comunidades autónomas los hospitales públicos prestan de forma gratuita la televisión, otras están en proceso y alguna otra parece que de momento, ni se lo plantea. Creo que no está bien comercializar con esto. No “reclamo” otras conexiones, para no liar más la madeja, ya que la mayoría de la gente se mantiene ocupada con el móvil según sus datos, pero afortunadamente tenemos una pirámide poblacional de personas mayores que no se manejan con estos dispositivos, y la televisión como “bálsamo” les posibilita una distracción alternativa para olvidarse en ciertos ratos de las penas.

La tele es un simple sonsonete acorde al compañero o compañera de una habitación normalmente doble en la que seguramente compartirán los “gastos” entablando una amistad pasajera y dependiendo de quién llegó primero, tendrá “el mando en plaza” y de manera educada por el sufrimiento y síntomas comunes del episodio hospitalario, se dirán el uno al otro “pon lo que tú quieras, si a mí me da igual”.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Seguramente, lo que voy a contarles con todo lo que está cayendo en sanidad, les parezca una tontería.

Cuando una persona está enferma y además si está ingresada, en ciertos momentos no tiene ganas de verse.

El ingreso en un centro hospitalario nadie sabe que duración puede tener; sabemos a la hora que entramos, pero no cuándo y de qué forma saldremos, lo cual siempre produce un cambio de rumbo y una preocupación más en nuestra rutina diaria, y por tanto de alguna forma estando o no programada la estancia por operación, tratamiento o accidente, nos trastoca la vida.

Existe un fenómeno colectivo de entretenimiento que es la televisión. Pues bien, dicho esto, me parece un absoluto despropósito y un abuso que para ver la tele y hacer de alguna manera más llevadero el periodo hospitalario, tengamos que pagar. Hay diferentes tarifas, la última vez tuve que echar 3,30 euros a la hucha de la empresa explotadora y mantenedora concesionaria del negocio, para liberar la pantalla durante 24 horas. No me quejo del pago, entiendo que no es una necesidad imperiosa ver la “caja tonta” como alguien acuñó en su día; sí muestro mi disconformidad porque el marcador siga contando una vez depositado el importe, esté o no encendido el aparato, con lo cual es un dinero no consumido.

Hace ya bastantes años que el Hospital Virgen del Castillo de Yecla dispone de televisión gratuita previa acreditación y recogida del mando a distancia en urgencias, en cada una de las habitaciones, gracias a la señal emitida por el canal local siempre conocido como Tele-Yecla, y a la colaboración en su día de la extinta Cajamurcia, que aportó los monitores. Hubo un tiempo en que los mandos no se cuidaban mucho o se “extraviaban”. Este sencillo y bonito gesto de televisión sin previo pago, contribuye de alguna forma a paliar parte de lo que resulta estar en un proceso convaleciente determinado. Además con un montón de canales también está Tele-Cable, en un hospital comarcal donde corresponden los pacientes de la localidad vecina y amiga de Jumilla.

Las personas suelen debilitarse por aquellas circunstancias que un momento dado puedan estar pasando, y si las dificultades obedecen a la salud, todavía más. Por ello cualquier circunstancia en la vida de una persona, si se esfuerza en adoptar una actitud positiva, puede suponer un elemento de gratificación.

Aparte del descanso que necesitan los enfermos, ver la tele no es un lujo, y por esta razón pienso que la salud tiene pocas predicciones y pudiéndonos cambiar de un día para otro, tener que amoquinar por verla en la mayoría de los hospitales y resignarse junto a lo que conlleva la enfermedad, es un abuso imperdonable, no por la cantidad en sí que no va a ningún sitio, incluso el tipo de tarifa aplicada, la cual ofrece la posibilidad de abonos para pacientes de larga estancia, sino por el “feo gesto”, por el mero hecho de una permanencia donde se pasan muchas “horas muertas” en las cuales ni los pacientes, familiares o acompañantes, prestan demasiada atención a la pantalla, aparte de la madrugada y no es un alojamiento turístico.

En algunas comunidades autónomas los hospitales públicos prestan de forma gratuita la televisión, otras están en proceso y alguna otra parece que de momento, ni se lo plantea. Creo que no está bien comercializar con esto. No “reclamo” otras conexiones, para no liar más la madeja, ya que la mayoría de la gente se mantiene ocupada con el móvil según sus datos, pero afortunadamente tenemos una pirámide poblacional de personas mayores que no se manejan con estos dispositivos, y la televisión como “bálsamo” les posibilita una distracción alternativa para olvidarse en ciertos ratos de las penas.

La tele es un simple sonsonete acorde al compañero o compañera de una habitación normalmente doble en la que seguramente compartirán los “gastos” entablando una amistad pasajera y dependiendo de quién llegó primero, tendrá “el mando en plaza” y de manera educada por el sufrimiento y síntomas comunes del episodio hospitalario, se dirán el uno al otro “pon lo que tú quieras, si a mí me da igual”.


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1 COMENTARIO

  1. Si la gerencia de muchos hospitales públicos la detentan quienes no creen en la sanidad pública, menos en esto de la TV de pago en los hospitales. Pensarán, ya tenemos privatizado algo, aunque sea algo tan mezquino como tener que pagar por un rato de entretenimiento quién lo pueda tener.

    Completamente de acuerdo con el relato y además muy bien explicado.

José Antonio Ortega
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