Podríamos decir que Yecla se divide en dos partes, que a su vez se subdividen en otras dos: una desde la calle San Francisco, Plaza de España, Martínez Corbalán, Plaza Mayor, Concejal Sebastián Pérez, como centro de la ciudad hasta la Plaza de Toros y otra desde ese punto neurálgico a la antigua estación de ferrocarril de vía estrecha.
Si sobre un plano de Yecla, trazamos una línea desde el parque hasta la Iglesia Vieja, y otra línea desde la antigua estación de ferrocarril de vía estrecha, pasando por Avda. Pablo Picasso, España, Juan Ortuño hasta el final de calle Lepanto, nos sale una cruz.
Las calles de un extremo a otro tienen varios nombres, y la numeración de menor a mayor, también cambia cuando cambia el nombre de la misma. Por ejemplo siguiendo el tráfico rodado: Colón, San Antonio, Esteban Díaz.
Del centro al entorno de la Plaza de Toros, las viviendas situadas en la acera de arriba tienen número impar y la acera de abajo, par. Desde San Francisco a la estación, al revés, en las construidas en la acera de arriba rezan los pares y en la de abajo, los nones.
A su vez en este reparto del callejero, también cuentan los callejones y travesías, que suben y bajan para entendernos: en sentido ascendente mirando al castillo y en el mismo sentido hacia abajo mirando al hospital. Desde la calle San Francisco al final de la Avda. de la Paz, las casas en la acera derecha llevan numeración par y a la izquierda impar, y de San Francisco hasta la Avda. de Cartagena, las viviendas en la acera derecha el número impar y la izquierda el par.
Este lío tipo “sudoku” son curiosidades de mi pueblo y supongo que de otros muchos, además de que en buena parte del casco antiguo está situado en las faldas de un cerro. Algunas calles, modificaron su nomenclatura cuando llegó la democracia, al igual que hace años hubo que renumerar el callejero.
Situados en esta retahíla de exploración urbana, cabría destacar que muchos jóvenes conocen las calles por referencia de comercios, lugares de ocio u organismos de la localidad, como imagino ocurre en muchos sitios.
La numeración es un asunto complejo; antes de la crisis se construyó mucha obra nueva sobre el solar de la agrupación de varias casas, con lo cual la identificación del edificio resultante quedaba reducida en un solo número para el catastro. Dándose una vuelta por el pueblo, podemos ver alguna vivienda unifamiliar con el 92 y el 92-A, por ejemplo.
Las calles tendrían que tener una anchura determinada y una absoluta uniformidad, pero no es posible. De momento se regula la altura a un máximo de cinco plantas en algunas zonas concretas, y en otra específica la catalogación regula la altura y la conservación de la fachada.
Esto es parte de la vida de mi pueblo, donde en plena calle San Francisco hace un frío que pela cuando el viento se abre paso y donde despunta nuestra Basílica como templo que la engalana.
Aunque en algunos asuntos se podría dar otro enfoque, para remar el tráfico las calles son de una sola dirección, salvo un par de tramos y en la Avda. de la Paz, Camino Real y Literato Azorín, conocido como la carretera y las numeraciones más largas de Avda. de la Paz, desde el Muro de los Aguadores hasta donde comienza la carretera de Jumilla, y de la calle San Ramón desde el jardín de las palomas como lo llaman los niños, a su meta en los aledaños de la cooperativa.
Las calles son testigos del tiempo y evocadoras de recuerdos, cada una con su jerarquía, están ligadas a nuestra memoria por el lugar donde hemos vivido o seguimos haciéndolo. Las de mi pueblo tienen muchos vados y por tanto numerosas cocheras, ya que el parque móvil es muy considerable. Tenemos calles muy estrechas, sobre todo en la parte antigua, y otras de nueva creación. Fijándome en lo que ha crecido Yecla en ciertas zonas del extrarradio, en determinados casos parecen en el olvido.
Calles por las que se puede pasear sin rumbo fijo, y sin prisa para fortalecer las amistades y bajar la presión arterial o porque en las distancias cortas se llega hasta cualquier punto en veinte o treinta minutos.
Somos un pueblo llano con muchas cuestas. Calles nuevas, otras empinadas y callejuelas trazadas de otra manera, porque en una época sin más remedio hubo que aprovechar la dignidad de cada palmo de terreno para levantar una casa cueva.
En el directorio aparte de otros nombres, predominan los santos sobre las santas, a este punto todavía no ha llegado la paridad. Espero que después de cuatro décadas y antes de que San Juan baje el dedo se apruebe el Plan General de Ordenación Urbana y pueda ser una realidad.
Artículos de José Antonio Ortega
Súper interesante, muy buen articulo