Manuel Balsalobre Lucas nació en Cieza el 19 de junio de 1924, falleciendo en Yecla, su tierra de acogida y en la cual echó raíces, el 10 de octubre de 1996, a los 72 años de edad.
Conocido como “Manolo el de Telégrafos”, fue trasladado a Yecla a principios de los años 50, procedente de Aguadulce (Almería), que era su anterior destino. Incorporándose a la oficina de esta ciudad que por aquel entonces se encontraba en la calle de Colón, estaba al frente de la misma como Jefe de Telégrafos, don Felipe Zafrilla, padre del odontólogo Amado Zafrilla. Años después, llegaría a Yecla para ejercer de jefe don Amadeo Reines Viana, natural de Nules (Castellón), y a su vez sargento retirado del ejército, en sustitución de don Felipe, por jubilación. Entonces la oficina pasó a unas nuevas dependencias situadas en la calle de Juan Ortuño.
Manolo hizo el servicio militar en Melilla durante tres años en el departamento de Sanidad Militar. Contaba que estuvo hospedado en la calle Miguel Golf, en casa de Paca “La Lina”. Al tiempo conoció y entabló un noviazgo de aquellos formales con María Abellán Vizcaíno, contrayendo matrimonio el 20 de noviembre de 1959 en la capilla de la comunión de nuestra Basílica de la Purísima. Fruto de ese enlace, nacieron tres hijos, Marcos, Paco y María José, falleciendo el primero de ellos nada más nacer.
Sus grandes amigos fueron Juan Muñoz Zafrilla, “Juanico el fragüero”, y José Marín “el relojero” de la plaza de la Purísima. En las tertulias y chascarrillos que se debatían en aquella época, como lugar de encuentro lo hacían en la mítica “La Zaranda” y el bar del “Rocinejo”, amenizado todo ello con unos buenos chatos de vino y rezando las correspondientes estaciones del obligatorio cumplimiento.
Hilando detalles en aquellos años difíciles, eran muchos los funcionarios que al trabajar solo por las mañanas, tenían una segunda ocupación por las tardes, lo que se llamaba pluriempleo para ayuda de los sueldos que por aquel entonces y como casi siempre, no estaban para tirar cohetes.
Entre esa doble tarea laboralmente hablando, Manolo Balsalobre realizaba los cobros a Ramiro Chinchilla Marco, que era propietario de un almacén de maderas y tableros que se situaba en la calle Esteban Díaz, a la altura del número 44 en la actualidad, justo enfrente del cine PYA, y posteriormente la primera agencia distribuidora de gas butano, cuando se implantó la bombona de butano.
Asimismo, era el distribuidor autorizado de la marca de motocicletas “Guzzi Hispania”, una de las cuales adquirió Manolo en los años 60. Proyecto pionero en aquella época disponer de una moto, donde primaban las bicicletas. Al igual que la principal característica de las aves voladoras es el vuelo, para Manolo el de Telégrafos, llevar el mensaje era el reto y la moto le daba alas.
Fue muy conocido también por llevar el cobro de recibos de la Sociedad de Cazadores San Huberto, labor que desempeñó hasta poco antes de fallecer. Siendo el escribiente de la sociedad Juan Puche Lucas, ambos recordaban que el primer presidente de la misma fue don Antonio García Medall, maestro nacional.
Los relatos reflejan la realidad de cualquier época, así como de la sociedad que la conforma. Manolo entre sus aficiones destacaba la pesca, cuya actividad practicó de joven allí en su tierra a orillas del Segura, y sobre todo los toros, recordando para los suyos una corrida que hubo en Cieza el 24 de agosto de 1944, con un cartel de lujo: Manolete, Carlos Arruza y Pepe Bienvenida, en la cual estuvo presente y como estaba interino en la oficina de Cieza de repartidor, tuvo que llevar un telegrama a la pensión “Santo Cristo”, nada menos, y entregárselo en mano a Manolete, el cual le dio una propina.
Continuando con el tema taurino y ya una vez en Yecla, por insistencia de su tío político Julián Aliaga Díaz, al tener este la concesión de la taquilla de la plaza de toros y por mediación del empresario de la plaza de Villena, Paco Bravo, llegó a ser taquillero de la plaza de toros de Yecla junto a Obdulio Ibáñez, que era el encargado del taquillaje y también la venta de entradas en la calle San José.
La Semana Santa de Cieza siempre fue su pasión. No faltaba a ella nunca. Acompañado de su mujer e hijos era fiel a la misma y a sus procesiones de las cuales presumía con tremendo orgullo. También llegó a participar y colaborar con la Cofradía de la Virgen de la Esperanza en la Semana Santa de Yecla.
Lo que nos da la vida son los afectos, otra cosa no nos va a quedar. Siempre tuve una gran amistad con Manolo el de Telégrafos, al igual que la mantengo con su familia. Algún viaje hicimos a Cieza con Paco, su hijo, por asuntos varios, entre ellos uno donde fuimos los dos solos para ver a su hermana Piedad.
Aficionado del Athletic de Bilbao, y ferviente seguidor de nuestro Yeclano; parece que le estoy viendo en su lugar de siempre, un poquito más allá de la primera portería. Era fijo allí sentado en la grada de cemento muchas veces desconchada, con su almohadilla casera junto al poste de hierro, los domingos.
En junio de 1989, con el devenir de toda una vida le llegó la jubilación con cincuenta años de servicio, celebrándolo con sus compañeros de Murcia.