El olmo es un árbol que está protegido y camino de nuestro Santuario del Castillo en la calle Santo Cristo, 25, tenemos uno que está herido.
Sobre 120 años se calcula que pueda tener este olmo, que para evitar accidentes se encuentra tras una reja. Si al tronco se le introduce un paño, se mancha de un líquido esponjoso por la “herida” que supura. Con las nieves de hace tres años empezó a gotear desde un nudo en una de sus ramas. Se mantiene entre un pequeño jardín con varias plantas, rodeado de losetas y baldosas, con raíces profundas que a saber dónde llegarán, habiendo tantas viviendas.
Cuando se defiende un árbol, no solamente se defiende la vida, sino además su historia. Por de pronto, si miras al olmo fijamente, parece que te está pidiendo que le cures los rasguños y le controles las cicatrices. Sufre un agujero en el tronco que se ve y algún otro que a simple vista no se aprecia pero está.
Este olmo en su día se granjeó la adaptación a un terreno accidentado, donde el entorno significa mucho. La historia íntegra en días soleados, otros grises y vientos variables, solo la conoce él.
Flaqueado a una fachada por un retrato del Cristo del Sepulcro y una hornacina con la Imagen de la Purísima Concepción; la fascinación de este olmo a una de las laderas de un lugar emblemático como Santuario del Castillo, convive con un singular entorno mediante un vínculo profundo y la madre naturaleza sin dejar de respetarla y las secuencias de la vida que refleja.
Una parte de él se “oculta” entre nubes de pólvora cada diciembre, cuando en los inviernos temblorosos ve pasar a la Virgen entre arcabuces y gozo, donde a su puerta ambas imágenes siempre realizan un leve receso, y asimismo durante el mes de mayo, abunda la costumbre y las ofrendas a las divinidades, y los ramos de flores transitan camino del santuario.
Este olmo de un diámetro considerable allí alojado, aprendiendo de la importancia del sigilo, se asemeja cada jornada a una frontera entre el castillo y el pueblo. En sus ramas se han posado miles de pájaros y palomas con sus alas vigorosas y vitalidad suprema, dentro de un recorrido con numeroso arbolado donde predomina el pino, uno de ellos muy cercano de gran tamaño.
Llevaba tiempo con la idea de escribir sobre este olmo porque siempre me ha llamado la atención, y la otra tarde donde parecía que el cielo se desplomaba y las fuertes rachas de viento y la tormenta provocaron bastantes daños me acordé de él, al otro día me acerqué y allí continuaba en pie.
En tiempos donde la climatología por culpa nuestra nos está poniendo contra las cuerdas y donde los humanos dedicamos gran parte de nuestro tiempo a la ardua tarea de autodestruirnos, la naturaleza sigue empecinada en que no acabemos con ella.
Entre las expectativas y la realidad, por algún desprendimiento el olmo puede entrañar algún peligro, cosa que ocurre en varios sitios. Los especialistas, los técnicos y a quen competa el asunto, deberán actuar más para conservarlo y limitar su gran altura. Con un vínculo de confianza y cierta supremacía que no le gusta debido a su altura, seguramente para sí, teme algún crujido imprevisto como arrugas de la edad.
En una derivada más, con la mirada depurada, a su sombra apetece estar un rato. Observando que la belleza de ciertos rincones a veces no se entiende, pero se siente.
Como una respuesta emocional pienso, que si la ciencia hace todo lo posible para alargar la vida de las personas en un mundo con un fenómeno global de locura y llanto, y donde algunos genetistas consideran que nuestra esperanza de vida ha alcanzado más o menos su límite natural, este olmo en rebeldía sostenido en el tiempo en este estado, de momento sigue estando ahí y su presencia no pasa inadvertida.
A sabiendas de que es un asunto complejo, deberemos preservar este olmo como elemento de debilidad, aunque no seamos prolongadores mágicos, haciendo todo lo posible para que no se deteriore o se le propague alguna enfermedad grave.
No se puede intervenir alegando «bien de interés general? Que el ayuntamiento (equipo de gobierno) haga los deberes y deje las excusas.
El otro día desde el castillo hice una foto al pueblo, Mateo a quién le tengo que tomar permiso?
Por lo que veo ese olmo está dentro de una propiedad privada, además, vallada, supongo que este peazo periodista habrá pedido permiso para publicar la foto… Además, en las propiedades privadas no puede intervenir ninguna administración.
Si la tontuna fuera música…
A los heridos hay que atenderlos. Si es un Olmo al estar protegidos y no atenderlo es una negligencia de quién corresponda. ¿El Excmo? Pues que lo remedie que tampoco será muy costoso, salvo que esperen que se vayan cayendo por su cuenta al igual que ha pasado en la olmeda de la carretera de Almansa que casi no queda ninguno, cuando era un tesoro tener esos olmos.
Tienen mala suerte los olmos, ya lo dijo D. Antonio Machado.
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido.
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
Antes que se derribe, camino del santuario,
con su hacha el leñador…