La noche envuelve a Yecla en un manto de solemnidad y recogimiento con la celebración de la Procesión del Silencio. Iniciada en 1950, esta procesión ha mantenido a lo largo de los años una estrecha vinculación con los funcionarios municipales, evidencia de sus orígenes y del fuerte lazo que une a la comunidad con esta tradición. Aunque los tiempos han cambiado, aún se pueden encontrar entre los cofrades a aquellos con una conexión directa al Ayuntamiento -incluida la propia alcaldesa-, manteniendo viva la esencia de sus inicios.
A partir de la medianoche, desde la Iglesia del Hospitalico, la ciudad se sumerge en una atmósfera de introspección y misticismo. La única iluminación proviene de los cirios portados por los participantes, creando un camino de luz que guía el paso solemne del Santísimo Cristo de la Paz a través del histórico itinerario que abarca calles y plazas centrales de Yecla. Un recorrido que, en esta ocasión, ha sufrido un importante recorte para hacer la procesión un poco más llevadera.
Lo más característico de este solemne desfile es el impresionante silencio que reina, solo interrumpido por el eco de las «Estaciones del Vía Crucis», que se rezan y meditan profundamente, y la emotiva melodía de «Las Saetas del Silencio», una composición anónima del siglo XVIII que acompaña a los fieles junto al sonido lúgubre del timbal. Este silencio, roto únicamente por la música y la oración, invita a la reflexión sobre el sacrificio y la pasión de Cristo, en una demostración de fe y devoción únicas.
Galería completa de imágenes
A través de la galería de imágenes capturadas por Juanjo Martínez, los espectadores pueden adentrarse en la belleza y la solemnidad de la Procesión del Silencio, compartiendo el espíritu de recogimiento y devoción que define esta significativa noche en Yecla.
La lavada de cara a la Reme y a su marido es bastante asquerosa