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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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Nos sucedió en Torrevieja

Este verano fuimos con un familiar al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Torrevieja; el motivo, aun siendo importante, no es preciso mencionarlo.

Era la primera vez que íbamos a este centro sanitario, lo había visto en alguna ocasión desde la carretera.

Fue un viernes sobre las 7:30 de la tarde, y tras presentar los datos, localizar una silla de ruedas y el triaje, nos sentamos cuando hubo sitio en una de las salas de espera, mirando la pantalla; sabíamos que aquello iba para largo.

Los hospitales costeros en verano y periodos estivales tienen todos la misma problemática: una masiva afluencia y escasez de facultativos. Por urgencias del Hospital de Torrevieja en verano pueden llegar a pasar más de un centenar de pacientes en un día.

En un código de los tiempos llamado turno, el monitor fijado a la pared que al principio nos dio la vez, seguía mostrando combinaciones de palabras curiosas de cuatro y cinco letras: los pacientes que estaban siendo atendidos y el número de Box al que debía presentarse el enfermo. Asimismo recabando momentos, había una sala con dibujos de colores y un vinilo en la puerta con la imagen de un héroe, donde los niños que se encontraban malitos, esperaban con paciencia infinita que atendieran su demanda; los niños frente a determinadas situaciones con su bondad e inocencia están hechos de otra pasta.

Entre acompañantes relevados y otros que se comían toda la espera, pasaban las horas y el cansancio que hacía mella se sumergía en sí mismo, mientras alguien buscaba un enchufe para cargar el móvil. El corazón con latidos sordos y entre miradas silenciosas, cada dos por tres llegaba una ambulancia de urgencia o emergencia que siempre tienen prioridad.

El colapso de los hospitales y centros de salud en la costa es preocupante. Torrevieja y su entorno tiene alrededor de 80.000 habitantes y una afluencia muy considerable de turistas sobre todo ingleses y de otras zonas que hace triplicar su población en esta época, de ahí que aparezca en los paneles la información en castellano, inglés y valenciano.

Creo que las personas que acuden a urgencias no lo hacen por capricho. Es un tema de suma importancia como para que se dote de mayores recursos humanos y materiales a estas zonas que se ven tan concurridas y donde mucha gente además tiene su segunda residencia.

La saturación empeora cualquier servicio porque el paciente no puede recibir la atención precisa y en numerosas ocasiones el personal tiene que escuchar el malestar de la gente. El estado de ánimo suele ser determinante en una persona que se ve enferma, y por tanto debe ser tratada cuanto antes, porque lo suyo puede ser grave, y a lo mejor incluso por prudente, ni se queja.

Con los sentidos en alerta a las 4 de la madrugada del día siguiente, después de más de ocho horas de religiosa y pensativa espera, apareció en la pantalla el código que coincidía con nuestro arrugado papelito.

Como tuvimos tiempo más que suficiente para conversar con vecinos de allí que sufren la falta de sanitarios, y uno de los guardias de seguridad que siempre son una buena fuente, te enteras de ciertas cosas que sería complejo de explicar.

Que nuestro litoral de playas es muy extenso y los servicios de urgencias en verano están desbordados, sabemos que es una cuestión enquistada con independencia de la comunidad autónoma y del cielo azul que la bañe.

Hay quienes deciden no ir a trabajar a un sitio o marcharse de él. A modo de conclusión, no puedo calificar la situación de ninguna manera, ni tengo conocimiento del funcionamiento de otras unidades; lo que sí sé, es lo que vimos como acompañantes y aguantaban las personas enfermas, un servicio de urgencias pobremente dotado de profesionales.

Ante un problema de fondo, varias personas rellenamos hojas de reclamaciones –sin registro de entrada, solamente fotocopia- dirigidas a la Consellería de Sanitat de la Generalitat Valenciana, puesto que asumió la gestión directa del hospital el pasado año, quejas las cuales seguramente quedarán en agua de borrajas y no recibamos contestación.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Este verano fuimos con un familiar al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Torrevieja; el motivo, aun siendo importante, no es preciso mencionarlo.

Era la primera vez que íbamos a este centro sanitario, lo había visto en alguna ocasión desde la carretera.

Fue un viernes sobre las 7:30 de la tarde, y tras presentar los datos, localizar una silla de ruedas y el triaje, nos sentamos cuando hubo sitio en una de las salas de espera, mirando la pantalla; sabíamos que aquello iba para largo.

Los hospitales costeros en verano y periodos estivales tienen todos la misma problemática: una masiva afluencia y escasez de facultativos. Por urgencias del Hospital de Torrevieja en verano pueden llegar a pasar más de un centenar de pacientes en un día.

En un código de los tiempos llamado turno, el monitor fijado a la pared que al principio nos dio la vez, seguía mostrando combinaciones de palabras curiosas de cuatro y cinco letras: los pacientes que estaban siendo atendidos y el número de Box al que debía presentarse el enfermo. Asimismo recabando momentos, había una sala con dibujos de colores y un vinilo en la puerta con la imagen de un héroe, donde los niños que se encontraban malitos, esperaban con paciencia infinita que atendieran su demanda; los niños frente a determinadas situaciones con su bondad e inocencia están hechos de otra pasta.

Entre acompañantes relevados y otros que se comían toda la espera, pasaban las horas y el cansancio que hacía mella se sumergía en sí mismo, mientras alguien buscaba un enchufe para cargar el móvil. El corazón con latidos sordos y entre miradas silenciosas, cada dos por tres llegaba una ambulancia de urgencia o emergencia que siempre tienen prioridad.

El colapso de los hospitales y centros de salud en la costa es preocupante. Torrevieja y su entorno tiene alrededor de 80.000 habitantes y una afluencia muy considerable de turistas sobre todo ingleses y de otras zonas que hace triplicar su población en esta época, de ahí que aparezca en los paneles la información en castellano, inglés y valenciano.

Creo que las personas que acuden a urgencias no lo hacen por capricho. Es un tema de suma importancia como para que se dote de mayores recursos humanos y materiales a estas zonas que se ven tan concurridas y donde mucha gente además tiene su segunda residencia.

La saturación empeora cualquier servicio porque el paciente no puede recibir la atención precisa y en numerosas ocasiones el personal tiene que escuchar el malestar de la gente. El estado de ánimo suele ser determinante en una persona que se ve enferma, y por tanto debe ser tratada cuanto antes, porque lo suyo puede ser grave, y a lo mejor incluso por prudente, ni se queja.

Con los sentidos en alerta a las 4 de la madrugada del día siguiente, después de más de ocho horas de religiosa y pensativa espera, apareció en la pantalla el código que coincidía con nuestro arrugado papelito.

Como tuvimos tiempo más que suficiente para conversar con vecinos de allí que sufren la falta de sanitarios, y uno de los guardias de seguridad que siempre son una buena fuente, te enteras de ciertas cosas que sería complejo de explicar.

Que nuestro litoral de playas es muy extenso y los servicios de urgencias en verano están desbordados, sabemos que es una cuestión enquistada con independencia de la comunidad autónoma y del cielo azul que la bañe.

Hay quienes deciden no ir a trabajar a un sitio o marcharse de él. A modo de conclusión, no puedo calificar la situación de ninguna manera, ni tengo conocimiento del funcionamiento de otras unidades; lo que sí sé, es lo que vimos como acompañantes y aguantaban las personas enfermas, un servicio de urgencias pobremente dotado de profesionales.

Ante un problema de fondo, varias personas rellenamos hojas de reclamaciones –sin registro de entrada, solamente fotocopia- dirigidas a la Consellería de Sanitat de la Generalitat Valenciana, puesto que asumió la gestión directa del hospital el pasado año, quejas las cuales seguramente quedarán en agua de borrajas y no recibamos contestación.


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