El Yeclano Errante emerge como figura mítica en un relato apocalíptico y esperanzador, símbolo de la memoria, el exilio y la fe de un pueblo condenado a vagar entre los olivos y los recuerdos.
Su pasión por el fútbol comenzó en la infancia y de alguna manera aparte de su actividad profesional, muestrarios de telas para tapicería, el fútbol ha sido una constante en su vida.