Y así fue como el pueblo se echó al viento y como el Yeclano Errante, testigo y guardián del destino del pueblo, inició la misión para reconstruir lo perdido.
El Yeclano Errante emerge como figura mítica en un relato apocalíptico y esperanzador, símbolo de la memoria, el exilio y la fe de un pueblo condenado a vagar entre los olivos y los recuerdos.