Entre Guadramiro, Vitigudino, Moronta, Cerralbo y Villavieja se asienta la otra Yecla, la de Yeltes, en pleno corazón de la provincia de Salamanca. Yecla de Yeltes tiene mucha historia y bien merece una visita, especialmente su castro celta, lo que demuestra que este pueblo -de apenas 300 habitantes- ha estado habitado desde la Edad del Hierro.
Y es que el suroeste de la Meseta Norte fue ocupado en la II Edad de Hierro (siglos V-II a. C.) por los vettones, pueblo celta que desarrolló en la Península la Cultura de Cogotas II o Cultura de los Verracos. Los vettones se asentaban en castros, poblados situados en elevaciones y protegidos por recintos amurallados. Era una sociedad fuertemente jerarquizada dedicada principalmente a la ganadería y a la metalurgia, y en menor medida a otras actividades como el comercio o la artesanía. El rito funerario de estas gentes era la incineración; las necrópolis se hallan en las cercanías de los castros.
Una de sus señas de identidad son los verracos, esculturas zoomorfas labradas en granito que representan toros, cerdos o jabalíes. Se han hallado cerca de los castros, de las necrópolis o en las zonas de pastos de mejor calidad; por ello se cree que se colocaban para indicar los límites de los poblados, cementerios y territorios, y que de forma simbólica también protegían el ganado. En época romana algunos de ellos fueron reutilizados como monumentos funerarios.
A partir del siglo II a. C. la cultura vettona se transforma por el contacto con Roma. Algunos castros son abandonados con la conquista y sus habitantes se trasladan a otras áreas. Otros en cambio perduran incluso hasta época visigoda. Entre estos últimos destacan Salmantica y Augustobriga que se convertirán en municipios bajo los emperadores flavios.
Yecla la Vieja y su castro vetón
Los orígenes del castro de Yecla la Vieja
-que así se conoció el pueblo hasta hace cinco siglos- se remontan al siglo V a. C., pero es a partir del siglo III a. C. cuando se construyen la mayoría de los edificios y elementos defensivos que se pueden visitar. Durante la etapa romana seguirá habitado, abandonándose definitivamente en el siglo XII, fecha en la que sus habitantes se trasladan a una zona más llana, fundándose así el pueblo actual. Como curiosidad, hay que indicar que en el primer documento medieval en que aparece mencionada, la regesta del rey de León, Fernando II, en el siglo XII, Yecla de Yeltes era denominada ‘Ecla’, apareciendo en documentos posteriores denominada ‘Ecra’ (a finales del siglo XIII) y Yecla, nombre este último con que lleva denominándose esta localidad desde por lo menos el siglo XV.
El castro vetón se halla en la confluencia del río Huebra con el arroyo Varlaña sobre grandes peñascales. Ocupa prácticamente 5 has. de superficie y está rodeado por una gruesa muralla de mampostería de granito en seco. La defensa del recinto se completaba con la presencia de las zonas con piedras hincadas situados frente a las puertas principales.
Los accesos se hacían mediante cuatro puertas y dos portillos. La principal se halla en el flanco norte y da paso al único camino de acceso. Tanto en el exterior como en el interior del emplazamiento destaca la presencia de un centenar de grabados rupestres. Se trata de insculturas hechas en la roca que representan principalmente caballos, aunque también hay algunas figuras humanas, una escena de caza, jabalíes, asnos, toros, etc.
A lo largo del recorrido de la visita, de cerca de un kilómetro por el exterior del recinto, el visitante tiene la oportunidad de observar y conocer directamente los principales accesos al poblado, las zonas con piedras hincadas, algunos grupos de grabados, y en general las características de esta magnifica fortificación prehistórica enclavada en un paisaje de gran belleza, erizado de canchales graníticos y cubierto por bosques de encinas.
Durante la etapa romana el castro estuvo habitado; de hecho en el siglo III se reconstruye parte de su muralla. A esta época se corresponden las necrópolis halladas y diferentes estelas funerarias que todavía hoy se pueden encontrar reutilizadas como elementos decorativos en muros y fachadas de Yecla de Yeltes.
A pesar de que fue abandonado en el siglo XII, en época de los Reyes Católicos se construyó en su interior la ermita de la Virgen del Castillo, lo que fomentó los lazos de unión del enclave con el pueblo actual.
La otra Virgen del Castillo
Otra curiosidad inesperada es que los vecinos de Yecla de Yeltes también veneran a su Virgen del Castillo particular. Dentro del recinto amurallado de Yecla la Vieja encontramos una ermita de posible origen románico tardío. Aunque el inicio de su construcción data de principios del siglo XIII, se cree que fue en época de los Reyes Católicos cuando el templo adquiere su imagen actual.
La cabecera, espacio con mayor antigüedad del templo, es cuadrangular y se acompaña de una sola nave de tres tramos, separados por arcos tardogóticos. Al sur se adosa la sacristía mientras que la portada lo hace en la fachada septentrional.
En el exterior podemos destacar el alero, en el que se conservan ocho canecillos, además de una pequeña espadaña a los pies del templo. En lo que se refiere a los materiales utilizados para la construcción, estos son la mampostería de granito y sillarejo, siendo en todo caso la humildad constructia la nota característica. No obstante, sorprenden una especie de estelas romanas así como una pieza con un esquemático caballo inciso, detalle que es frecuente hallar en piezas de la primitiva muralla.