Se llama Guilliam Oleperekikanae, es guerrero Masái y ha estado en Yecla dando a conocer el proyecto educativo y de desarrollo que lidera para su pueblo. Es de la tribu de los Masái que habitan entre Kenia y Tanzania, en la zona del Serengueti. Un lugar privilegiado en el planeta donde esta tribu está gestionando, de la mano de la Asociación de Desarrollo Comercio Alternativo y MIcrocrédito (ADCAM) un colegio donde las nuevas generaciones de esta etnia consiguen una formación para construir su propio futuro.Guilliam tiene unos 40 años. No lo sabe en concreto su edad ya que para ellos el tiempo no es lo importante. Es padre de cuatro hijos y un guerrero líder que ha dejado en el suelo las lanzas para coger los libros que diseñen un futuro próspero para los suyos.Desde hace años no descansa para conseguir el objetivo de tener infraestructuras educativas en un lugar del planeta donde el hombre blanco solo ha ido a ver animales salvajes encima de un cuatro por cuatro y generalmente con un rifle en la mano.Este guerrero es un líder de una sociedad que se enorgullece de estar “siempre contentos. Hay una palabra que define ese estado de ánimo: hakuna matata”, explica este hombre que tuvo la fortuna de que su madre le pagará su educación aunque tuviera que vender una vaca para conseguirlo. “Tenía que recorrer cada andando 20 kilómetros de ida y 20 de vuelta con las dificultades de los animales salvajes en el camino”, recuerda de su etapa escolar.Desde entonces, Guilliam ha tenido la obsesión de transmitir esa importancia de la educación a su comunidad a la que sigue perteneciendo pese a haber tenido la oportunidad de salir rumbo a Estados Unidos gracias a una beca de la fundación de Michael Jordan que finalmente rechazó.La inteligencia y visión de futuro de este hombre se transmite en sus palabras. Su entusiasmo a la hora de defender y apostar por el proyecto que tiene para los suyos. Es una mente privilegiada que en los viajes que ha hecho a occidente se sigue extrañando al ver como “siempre estáis mirando la hora. Si correis como el tiempo, la vida no se disfruta”.Este guerrero afirma sin complejos que la educación es la clave del desarrollo en el mundo. Una idea que dice que soñó fue la hacer algo para los niños más pobres. “Y empecé teniendo la primera escuela en un árbol”, explica.Uno de los aciertos de Guilliam fue contarle a los turistas que llegaban al Serengueti su sueño de levantar un colegio en ese lugar del mundo. “Muchos me dijeron que me iban a ayudarme, pero fue ADCAM y la embajada española en Kenia los que sí que me ayudaron de verdad”.Esa colaboración dio como resultado la construcción del colegio de primaria que está funcionando con los niños de la tribu pero este hombre no se para ahí. “Ahora nuestros niños tienen que seguir en la secundaria. Tenemos el terreno para el otro edificio y necesitamos sponsors”.Colaboradores que se sumarían a otros como la empresa de calzado Pikolinos que elabora las denominadas “Sandalias masáis” destinadas a recaudar fondos para la etnia.
Un modelo de autogestión
Una de las responsables de ADCAM, Rosa Escandall, viaja junto a Guilliam en esta gira por España para conseguir más apoyos económicos. “Estas cosas deben hacerse desde dentro. Nadie de fuera debe decir lo que deben hacer”, comenta Rosa que también realiza labores de traductura de Guilliam.La asociación trabaja con esta comunidad Masái desde 2005 con dos proyectos. Uno educativo y otro relacionado con el desarrollo de la mujer en esa sociedad. “Gracias al esfuerzo de la comunidad y de personas que nos apoyan tenemos una escuela de ocho niveles”.Para conseguir mantener y desarrollar los proyectos con fondos propios, la ONG española y la comunidad Masái han desarrollado un campamento donde se une el conocimiento de los Masáis del Mara y un alojamiento turístico para albergar al visitante que quiera hacer un safari. “Ellos deben ser sostenibles. Preservamos el entorno pero teniendo las comodidades básicas. Pero sobre todo te llevas una convivencia humana que no tiene precio”, comenta José Antonio Esquebre que colabora con la ADCAM.
Habitualmente la experiencia de realizar un safari se considera muy elitista por el tema económica. Sin embargo, aquí se transforma en algo auténtico en este campamento con un precio mucho más asequible de unos 1.500 euros. “Pero mucho más importante es la experiencia porque estás en contacto con los Masáis. Eso no tiene precio”, asegura Esquembre quien recuerda que una de las vivencias más emotivas fue cuando le enseñaron el colegio. “Los niños te cantan la bienvenida para darte las gracias por ayudarles. Me encontré con un pueblo que siempre está feliz. Gente muy sencilla. Es una percepción que es difícil de ver en otros lugares. Todo es naturaleza. Todo el tiempo están ellos a tu lado explicándote y te llevan hasta donde están los animales”.
Una experiencia única al lado de los Masáis.
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Este señor, Guilliam Oleperekikanae, para los amigos Guilli, creo que sería el indicado para quedarse en Yecla por mucho tiempo para ver si consiguiera que nuestros jóvenes y no tan jóvenes aprendieran un poco de educación y moralidad y supieran comportarse en sociedad