El 14 de agosto de 1917 fallecía el joven concejal Sebastián Pérez.
Lo hacía al día siguiente de recibir un disparo de la guardia civil durante la huelga general convocada por UGT y PSOE y secundada por el sindicato CNT. La crisis española de 1917 coincidió con una coyuntura internacional especialmente crítica en ese mismo año, posiblemente uno de los más cruciales en toda la Historia y que marcó el epicentro de la I Guerra Mundial.
Los efectos más graves de la crisis se vivieron durante el verano y la respuesta sindical y ciudadana conllevó tres desafíos simultáneos que hicieron peligrar el gobierno del conservador Eduardo Dato e incluso a la propia restauración borbónica en España: un movimiento militar protagonizado por las Juntas de Defensa; un movimiento político concretado en la Asamblea de Parlamentarios celebrada en Barcelona y convocada por la Lliga Regionalista; y un movimiento social que culminó con la huelga general revolucionaria de 1917.
A pesar de lo precipitado de la convocatoria (UGT y el PSOE la convocaron oficialmente el 10 de agosto coincidiendo con la huelga ferroviaria), al comenzar la huelga del 13 de agosto se consiguieron paralizar las actividades en casi todas las grandes zonas industriales (Vizcaya y Barcelona, incluso algunas menores como Yecla y Villena), urbanas (Madrid, Valencia, Zaragoza, La Coruña), y mineras (Río Tinto, Jaén, Asturias y León); pero sólo durante unos pocos días, a lo sumo una semana.
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Gran aceptación en Yecla
La convocatoria de huelga general tuvo gran aceptación y participación en Yecla, pero también supuso la excusa perfecta para que los caciques conservadores organizaran toda la represión posible contra el PSOE local. Fundado en 1916, el socialismo yeclano llevaba el peso en la Región de Murcia, tanto que de 1.746 efectivos que el partido tenía en la Región en 1917, 1.585 (90,7%) estaban en Yecla.
La fuerza social que tenía la agrupación socialista en nuestra ciudad ayudó a que la respuesta en la jornada de huelga fuera masiva, lo que motivó una represión brutal. Se convirtió así una jornada de lucha pacífica en un día trágico para los trabajadores, como sucediera en otros puntos del estado, tal y como recoge Ángel Pascual Martínez Soto en su libro «Jornaleros de Yecla: orígenes de una militancia socialista, 1900-1928«.
Por lo que cuenta Ángel Pascual en su libro, la huelga se declaró el 13 de agosto por la mañana. «Un grupo numeroso de trabajadores (alrededor de 250) se concentra en la Casa del Pueblo y al parecer iban armados. La Guardia Civil recibe la orden del gobernador civil de desalojar el centro obrero a través del alcalde. Los trabajadores se negaron a desalojar el edificio y se produce el tiroteo«, añade. En ese primer momento mueren el guardia civil Juan Bernabé y el obrero Salvador Bañón, vicepresidente de Juventudes Socialistas.
En ese momento, y según recoge el libro de Ángel Pascual Martínez, el Ayuntamiento estaba reunido en sesión de urgencia, delegando el alcalde, Antonio Santi-Andreu, en el concejal socialista Sebastián Pérez, de 34 años, para que intente poner paz. «Los entrevistados se refieren a este hecho con la traición del alcalde, ya que estaba ‘cantada’ la muerte del concejal», asegura Ángel Pascual en su libro.
Provisto de un pañuelo blanco, bajó desde el Ayuntamiento hacia la Casa del Pueblo, situada entonces en la calle Colón. Pero no pudo llegar. En el trayecto recibió un disparo de «mauser» en el pecho que lo dejó gravemente herido. La Guardia Civil había asesinado al concejal sin motivo aparente. Este hecho exasperó a los trabajadores parapetados en la Casa del Pueblo que comenzaron a disparar. El balance fue tráfico: seis trabajadores muertos, un guardia civil y doce heridos (50 según otras fuentes). Según el diario ABC de la época, para poner fin a la revuelta acudió también la guardia civil de Villena -donde también había muerto un obrero- y la de Sax.
Aquella misma tarde y al día siguiente, día en que fallece el concejal herido, se inicia una oleada de detenidos, hasta 185, y se procede al cierre de la Casa del Pueblo. «Los entierros de los obreros se producen en el anonimato estrictamente familiar por orden del juzgado», añade Ángel Pascual Martínez. Los detenidos fueron traslados a Valencia para ser juzgados por el tribunal militar en Consejo de Guerra. Yecla fue ocupada militarmente y se dio una fuerte estocada a la organización obrera, que tuvo que seguir reuniéndose en la clandestinidad, utilizando una casa de la calle Trinquete hasta la reapertura de la Casa del Pueblo en febrero de 1918, es decir, siete meses después de la aciaga jornada de huelga revolucionaria.
Los muertos de la refriega
El libro «Crónica negra de Yecla«, de Francisco José Carpena y Daniel Andrés, profundiza en este suceso aportando información también sobre el consejo de guerra que condenó a los procesados, si bien las penas fueron indultadas en 1918. Además, en este libro aparece también el nombre de todos los fallecidos en la revuelta de 1917.
Al guardia civil Juan Bernabé (o Bernabéu), hay que sumar a los obreros Salvador Bañón Soriano, Antonio Navarro Hernández, José Ibáñez Vergara, Pedro Ibáñez Alonso, Norberto Azorín Candela, Miguel Marco Sánchez y al concejal Sebastián Pérez.
Sebastián Pérez, concejal socialista
Sebastián Pérez había nacido en Yecla el 16 de octubre de 1883.
Hijo de José Pérez y Teresa Lorenzo, fue un jornalero sencillo y de gran austeridad, pero muy inteligente. Se casó con Teresa Juan y tuvieron dos hijos, José y Lorenzo. Según el libro de Miguel Ortuño y Carmen Ortín «Las calles de Yecla», Sebastián tuvo gran amistad con los socialistas Julián Besteiro y Andrés Saborit, lo que le convirtió en el alma del naciente socialismo yeclano.
El 25 de diciembre de 1914 fue elegido secretario fundador de la Sociedad de Obreros Agrícolas, y pronto vocal de la Agrupación Socialista y verdadero líder de la misma. «Es el primer concejal de este partido y tomó posesión de dicho cargo el 1 de enero de 1916», tras ser elegido en las elecciones municipales de 1915, tal y como recogen Ortuño y Ortín en su libro.
Como edil, Sebastián Pérez defendió la exigencia del descanso dominical, el abaratamiento de las subsistencias y la adaptación del sistema métrico decimal y siempre prestó ayuda al colegio de los Escolapios. Participó en el X Congreso Socialista de Madrid de octubre de 1915, presidido por Pablo Iglesias, y a él se debe la construcción de la Casa del Pueblo y la idea de la doble afiliación: todos los obreros de la UGT se consideraban militantes del PSOE.
Tras su asesinato, el propio Julián Besteiro, que había sido elegido diputado en 1918, quiso honrar su figura en el Congreso de los Diputados: «Su recuerdo, con su sello doloroso, no se borrará nunca de nuestro espíritu«.
Una calle en su memoria
En el gobierno de la Segunda República, las Juventudes Socialistas pidieron que una calle llevara el nombre de Sebastián Pérez. El Ayuntamiento de entonces lo concedió y rotuló la actual calle de Serratillas con el nombre del concejal asesinado. Era el 14 de marzo de 1932. Con el fin de la guerra civil, el nombre se suprimió en 1939.
Con la vuelta de la democracia, el 4 de diciembre de 1979, el alcalde Francisco Guillén y su gobierno decidieron rotular la conocida como calle del Mercado con su nombre.
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Además de felicitar a David por su artículo, creo que se debería haber mencionado a Aniceto López y su libro «Yecla, un ejemplo de socialismo agrario», que fue el primero en narrar estos tristes acontecimientos
Hola Amadeo. He mencionado los libros que tenía a mano y he podido consultar, pero sabía de la existencia del de Aniceto. ¡Gracias!