Hoy les quiero presentar a mi amiga Marta Ortuño.
Una parte de ella proviene de una familia de las letras, ya que sus abuelos paternos eran doña Carmen Ortín Marco y don Miguel Ortuño Palao, ambos, dedicados de forma plena toda su vida a la docencia. Ella guarda un grato recuerdo de ellos, y a su vez los echa muchísimo de menos, puesto que de ellos aprendió entre otras cosas a leer y escribir.
Marta vive entre Alicante y Yecla, y entre el Centro Ocupacional Maigmó, con talleres de empleo, ocio y manualidades de lunes a viernes en la capital alicantina, y los fines de semana y festivos en nuestra Yecla querida transcurre buena parte de su vida.
Hablar de Marta no es fácil, porque me ha contado tantas cosas de su actividad que hace patente aquello que le decía su abuelo, “toda la vida contenta”, mientras él le hacía alguna que otra pequeña trampa cuando jugaban al dominó.
Aprendió a bailar casi a la vez que a andar. El baile es una constante en su vida. En Alicante forma parte de un grupo de baile (Psicofusión) con el que ha realizado múltiples actuaciones. Entre ellas participó en el concurso televisivo Got Talent y quedaron finalistas. Incluso ha actuado en el Gran Liceo de Barcelona.
En esencia, ella ha adoptado la filosofía de ser una persona muy activa. En Yecla, pertenece a diversos colectivos: los amigos de la asociación Kapaces que tanto luchan, hacen y defiende a las personas con otras capacidades, ahora que por fin se va a reconocer una palabra que englobe a la diversidad. Forma parte de “Mama yo quiero”, un conjunto de mujeres donde todos ensayan y se preparan para las puestas en escena y poder amenizar los carnavales antes de que llegue la cuaresma. Es cofrade de la Virgen de la Soledad, y su nombre también está incluido entre los componentes de la Escuela de Música.
Se lleva muy bien con todos sus primos, con sus primos paternos que viven repartidos en Madrid, Barcelona y Murcia. Y con los numerosos primos por parte de madre, “los Rubio” que residen en Yecla. La familia de Marta es muy amplia, ella dice que los quiere a todos por igual, pero por nombrar alguno, hace muy buenas migas con su prima Carmencita.
Marta es de esas personas que guardo en mi carpeta de personas especiales porque constituye una forma seguramente distinta de interpretar la vida, mediante una manera de expresar la aceptación. Ella es muy autónoma e independiente, por ello puede tomar nota de las cosas que valdría la pena hacer al día siguiente. Cada uno con nuestra misión, creo que ella aprendió hace mucho a establecer prioridades y saber concentrarse en una sola cosa cada vez. Cada uno puede aprender al máximo de sus propias capacidades.
Me apunta por ejemplo cuando su abuela Carmen le decía que fuese a la cocina a por un bote de tomate, ella deletreaba la palabra “t o m a t e”, y eso le ayudó a aprender a leer.
Recordando pequeños momentos que parecían olvidados y ahora son detalles con mucho significado. Los recuerdos de la infancia son los más bonitos de nuestra vida, ya que dentro de la inocencia y a pesar del paso del tiempo, por lo vivido y soñado, tal vez sean los más fáciles de recordar.
Le gusta viajar y conocer lugares nuevos, y para testimoniar e inmortalizar el viaje, le encanta hacer fotos, y a la vuelta sentada en el sillón donde su abuelo escribía libros, manejando con soltura las redes sociales, clasifica sus fotografías. En cuestiones de fútbol se confiesa seguidora del Barça, y ahí sí que choca con su padre, que es merengue y por tanto del Madrid.
Así es Marta, muy feliz con su perro Tizón que ahora tiene seis años y fascinada por muchas cosas que le gustan. Rodeada de familiares y amigos que la quieren y a los que ella tanto estima: su padre y su madre (que la enseña a hacer joyas) y su hermana Silvia que vive en Francia. Su tía Mari Paz que es su madrina, incorporada gratamente a la conversación entre nosotros aportando algún dato importante. Y cómo no, Carmencita, Alfredo, Paco, la dinastía de sus primos “los Koki”, sin olvidar a los de Barcelona, y Pilar, y otros, cosa que te cuenta con ese especial brillo de la naturalidad.
Uno ya tiene una edad como para que el índice de personas que conoces sea notable, sin valorar el resultado final, siempre pongo por delante en valor la actitud de la gente. Con esa mirada de Marta que traspasa, he intentado asegurarme por sus gestos y expresiones además de las palabras todo lo que me quería decir, aun quedándose muchas cosas en el tintero.
Marta es un pretexto para dar y recibir el cariño de la gente que tiene alrededor. Nos quejamos del ruido y no valoramos el privilegio de tener el baile, la danza y la música a nuestro alcance. Estamos hechos de trocitos de nostalgia y de añoranza, de ahí que para finalizar me dice que se acuerda mucho de su tía Inma que hace años que no está entre nosotros.