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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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La caída de las hojas, por José Antonio Ortega

Además del tamaño de las hojas, también es importante escuchar su sonido cuando chocan contra el suelo.

Quien tenga oportunidad de pasear estos días, podrá escuchar a lo largo de algunas veredas, alamedas y avenidas, el canto de los pájaros; capaces de convivir entre la niebla, la lluvia y el frío, acompañados del ruido de las hojas cuando las vamos pisando.

A veces es difícil sacar punta a las cosas, pero a poco que aflojes tu camino, incluso mejor si te detienes de forma relajada, encuentras una paz interior y una sensación indescriptible que en cierto modo como aporte de energía sirve de alimento, para seguir a la naturaleza y tener esperanza en las personas.

Caminando sin prisas, la naturaleza nos regala lugares con encanto para disfrutar sin distracciones. Decido adentrarme ensimismado en esta avenida, veo un manto de hojas secas que continúa cayendo y sirve de abrigo a los bancos del paseo.

El suelo mojado me resulta extraordinario, el efecto de respirar lo que desprende el entorno caminando al aire libre, todavía por fortuna sin contaminación, suele ser pasajero ya que no se puede embotellar la magia.

Mirando la «triste» belleza veo una soledad ansiosa y absoluta en la caída suave de las hojas, parece magia dentro de un lugar precioso que con sus ramas sirven de toldo, escuchas el corazón de un barrio, nada me sobresalta.

Al poco de despertar el día, los jardineros con un soplador mecánico que produce un ruido ensordecedor, despertarán las hojas, asustadas despegarán del suelo y saldrán volando; después pasará una máquina para efectuar su recolección. Durante unos días no se acabará la emoción, las hojas seguirán cayendo y continuará el estímulo de una especie de ilusión.

Las opciones son interminables, centenares de hojas amarillas y no hay ninguna igual, es esencia de la vida, cada una tiene sus razos y un contenido concreto como las manos, todas son distintas y por tanto cada una aguarda su lectura.

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Además del tamaño de las hojas, también es importante escuchar su sonido cuando chocan contra el suelo.

Quien tenga oportunidad de pasear estos días, podrá escuchar a lo largo de algunas veredas, alamedas y avenidas, el canto de los pájaros; capaces de convivir entre la niebla, la lluvia y el frío, acompañados del ruido de las hojas cuando las vamos pisando.

A veces es difícil sacar punta a las cosas, pero a poco que aflojes tu camino, incluso mejor si te detienes de forma relajada, encuentras una paz interior y una sensación indescriptible que en cierto modo como aporte de energía sirve de alimento, para seguir a la naturaleza y tener esperanza en las personas.

Caminando sin prisas, la naturaleza nos regala lugares con encanto para disfrutar sin distracciones. Decido adentrarme ensimismado en esta avenida, veo un manto de hojas secas que continúa cayendo y sirve de abrigo a los bancos del paseo.

El suelo mojado me resulta extraordinario, el efecto de respirar lo que desprende el entorno caminando al aire libre, todavía por fortuna sin contaminación, suele ser pasajero ya que no se puede embotellar la magia.

Mirando la «triste» belleza veo una soledad ansiosa y absoluta en la caída suave de las hojas, parece magia dentro de un lugar precioso que con sus ramas sirven de toldo, escuchas el corazón de un barrio, nada me sobresalta.

Al poco de despertar el día, los jardineros con un soplador mecánico que produce un ruido ensordecedor, despertarán las hojas, asustadas despegarán del suelo y saldrán volando; después pasará una máquina para efectuar su recolección. Durante unos días no se acabará la emoción, las hojas seguirán cayendo y continuará el estímulo de una especie de ilusión.

Las opciones son interminables, centenares de hojas amarillas y no hay ninguna igual, es esencia de la vida, cada una tiene sus razos y un contenido concreto como las manos, todas son distintas y por tanto cada una aguarda su lectura.

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
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