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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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Es tiempo de estar unidos, pero cada uno en su casa

La situación provocada por la pandemia por el coronavirus ha puesto en jaque a muchos países del primer mundo, obligando a tomar una serie de medidas hasta ahora inauditas y que es importante llevar a cabo. Si hay algo difícil de cambiar, es la forma de pensar que tenemos. Hay personas que se muestran todavía escépticas y no comprenden el porqué de algunas de las medidas llevadas a cabo, de ahí que un poco de información al respecto pueda ser de utilidad. No se puede prever el futuro, es difícil anticipar lo que sucederá en los próximos días, pero en este caso jugamos con cierta ventaja: en algunos países el problema empezó unos días antes y por ello debemos aprender de sus errores y aciertos. Los organismos oficiales están tomando medidas drásticas pero la colaboración de la ciudadanía es fundamental. El coronavirus es un virus perteneciente a una familia que generalmente afecta a animales, no obstante, desde la década de los 60 se han identificado varias cepas que pueden afectar al ser humano, algunas causando infecciones respiratorias con gravedad relativamente escasa mientras que otros como el SARS o el MERS pueden ocasionar cuadros graves con una mortalidad entre el 10 y el 35%. El nuevo agente es conocido como SARS-CoVid-2019, no obstante, nos referiremos a él como “coronavirus”. Desde que se produce el contacto hasta que se manifiestan los primeros síntomas siempre hay un intervalo de varios días, entre 2 y 14, siendo lo habitual unos 5-6 días. Esto es de gran importancia, ya que, a diferencia de muchas series de ficción, en las que los síntomas tras un contagio son casi inmediatos, los portadores del virus pueden contagiar a mucha gente antes de dar síntomas. El coronavirus es un agente bastante contagioso. Hay microorganismos que requieren de un contacto muy estrecho, como por ejemplo la lepra, mientras que otros pueden infectar a otros individuos con relativa facilidad. Se transmite por las gotitas respiratorias que suelen salir al toser, exhalar aire o estornudar, de ahí que sea importante no dirigir esas secreciones hacia nadie y cubrirse al toser. También hay que tener cuidado con objetos y superficies, ya que puede contagiarse de dicha manera. La forma de presentación de la infección tiene cierta similitud a la que podría tener una infección por virus de la gripe, de ahí que inicialmente hubiera ciertas comparaciones; no obstante, es difícil diferenciarlos sólo por los síntomas clínicos. En la actualidad, dada la situación epidemiológica y el gran número de personas infectadas, en algunas comunidades se está asumiendo que las personas que tienen los síntomas típicos están infectadas sin llegar a realizar los tests, por la escasez de estos relacionada con el aumento exponencial de casos. Los síntomas típicos son fiebre generalmente elevada, tos seca, malestar general y dificultad para respirar. En ocasiones puede acompañarse de otros síntomas, siendo los más graves neumonía, distress respiratorio o fracaso renal. En algunos países asiáticos han empleado como método para monitorizar a las posibles personas infectadas la toma de temperatura diaria en aquellos casos sospechosos. El diagnóstico suele realizarse mediante una muestra tomada desde la faringe con una torunda especial. En caso de que alguien presente los síntomas, el tratamiento depende de la gravedad de estos. En los pacientes con cuadros considerados de menor gravedad, suele instaurarse tratamiento a base de antitérmicos, empleando paracetamol y asegurando una buena hidratación y alimentación. Si el paciente tiene criterios de gravedad a veces es preciso el ingreso y la administración de tratamiento específico y soporte ventilatorio. Existen distintos protocolos de tratamiento según la afectación y la evolución, los cuales se actualizan día tras día conforme disponemos de más evidencia y experiencia en su tratamiento. Se ha hablado mucho de que hay que quedarse en casa para proteger a nuestros mayores y esto es importante entenderlo bien. Por un lado, la probabilidad de que un paciente presente una forma grave es mayor cuanto más elevada sea la edad del paciente. También se ha visto que algunas enfermedades que afectan al sistema inmunitario, enfermedades respiratorias o cardiovasculares, las cuales deben de ser especialmente precavidas. Si una persona joven no toma precauciones y expone a una persona frágil a contagiarse, está poniendo en peligro su vida, ya que, en personas de alto riesgo, la mortalidad puede ser superior al 10%. En cuanto al peligro de la gente joven, se ha dicho que el riesgo de forma grave en población de menor edad es muy inferior, en torno al 0,2-0,6% según la edad y el país de referencia, no obstante, debemos de entender los números con propiedad. La probabilidad de que una persona joven y sana tenga una enfermedad que ponga en peligro su vida es, afortunadamente, muy baja. Un ejemplo clásico para entender si un porcentaje es bajo o alto en epidemiología es el del francotirador. Si cada vez que hubiera un partido de fútbol del Yeclano Deportivo hubiera un francotirador apostado en un edificio y matase a 1 de cada 500 (0,2%) o 1 de cada 166 personas (0,6%), nadie iría a ver el fútbol porque sería muy peligroso. Por fortuna, en gente joven no es tan frecuente, pero no deja de tener un peligro potencial que se puede evitar. Uno de los factores que se ha visto más claramente relacionados con la probabilidad de tener una peor evolución es la disponibilidad de recursos sanitarios. En aquellos países en los que se ha yugulado el contagio y se ha podido disponer de recursos y camas suficientes para todos, la mortalidad ha sido menor que en aquellos países o entornos en los que hubo un colapso del sistema sanitario. Si ahora nos infectamos todos a la vez, lo cual sería previsible si siguiéramos manteniendo nuestra actividad habitual y contagiándonos el virus unos a otros, en pocos días los recursos sanitarios alcanzarían un nivel de casos imposible de asumir. Además, una parte significativa del personal sanitario y no sanitario de los hospitales se infectará, complicando más todavía la asistencia. Llegan tiempos difíciles en los que hemos de estar unidos. Lo que se nos pide hacer ahora tiene un objetivo claro. Somos afortunados de poder estar en nuestros hogares con prácticamente todos los bienes elementales intactos, pero hemos de pensar en los demás. Hay muchas personas mayores que están solas y que puede que no tengan facilidad para conseguir alimentos y productos, en parte porque los supermercados han sido casi saqueados, ayudémosles en la medida de lo posible y siempre teniendo precauciones adecuadas para no contagiarlas. Seamos respetuosos con aquellos profesionales que ahora van a ponerse en riesgo para mantener nuestros servicios, en supermercados, farmacias, comercios de bienes de primera necesidad, cuerpos del estado, personal sanitario, transportistas y un largo etcétera.Y debemos pensar en nuestro futuro. Esta pandemia va a cambiar el orden mundial y va a suponer un duro revés para nuestra economía. Hemos de estar unidos en la recuperación, apoyar a nuestros conciudadanos, apostar por el comercio local y nacional. Hemos de ayudar a flexibilizar el empleo y el trabajo desde casa; un primer impulso puede ser el despido de trabajadores, pero viendo también el camino que han llevado otros países, la actividad comercial e industrial puede recuperarse en unas semanas; habrá que hacer ajustes y es de esperar que se hagan políticas sociales que apoyen a empresarios y trabajadores para evitar medidas tan drásticas. Con estas palabras espero haber convencido de que juntos podemos vencer esta situación tan complicada, a este virus que no va a diferenciar colores ni ideologías y que, aunando nuestros esfuerzos, podremos superar. Al principio decíamos que una de las mayores dificultades del ser humano es cambiar su ideología; por fortuna, otra de las características inherentes al Homo sapiens sapiens es la capacidad de sobreponerse a la adversidad. 

 

David García Azorín

Médico especialista en Neurología.

La situación provocada por la pandemia por el coronavirus ha puesto en jaque a muchos países del primer mundo, obligando a tomar una serie de medidas hasta ahora inauditas y que es importante llevar a cabo. Si hay algo difícil de cambiar, es la forma de pensar que tenemos. Hay personas que se muestran todavía escépticas y no comprenden el porqué de algunas de las medidas llevadas a cabo, de ahí que un poco de información al respecto pueda ser de utilidad. No se puede prever el futuro, es difícil anticipar lo que sucederá en los próximos días, pero en este caso jugamos con cierta ventaja: en algunos países el problema empezó unos días antes y por ello debemos aprender de sus errores y aciertos. Los organismos oficiales están tomando medidas drásticas pero la colaboración de la ciudadanía es fundamental. El coronavirus es un virus perteneciente a una familia que generalmente afecta a animales, no obstante, desde la década de los 60 se han identificado varias cepas que pueden afectar al ser humano, algunas causando infecciones respiratorias con gravedad relativamente escasa mientras que otros como el SARS o el MERS pueden ocasionar cuadros graves con una mortalidad entre el 10 y el 35%. El nuevo agente es conocido como SARS-CoVid-2019, no obstante, nos referiremos a él como “coronavirus”. Desde que se produce el contacto hasta que se manifiestan los primeros síntomas siempre hay un intervalo de varios días, entre 2 y 14, siendo lo habitual unos 5-6 días. Esto es de gran importancia, ya que, a diferencia de muchas series de ficción, en las que los síntomas tras un contagio son casi inmediatos, los portadores del virus pueden contagiar a mucha gente antes de dar síntomas. El coronavirus es un agente bastante contagioso. Hay microorganismos que requieren de un contacto muy estrecho, como por ejemplo la lepra, mientras que otros pueden infectar a otros individuos con relativa facilidad. Se transmite por las gotitas respiratorias que suelen salir al toser, exhalar aire o estornudar, de ahí que sea importante no dirigir esas secreciones hacia nadie y cubrirse al toser. También hay que tener cuidado con objetos y superficies, ya que puede contagiarse de dicha manera. La forma de presentación de la infección tiene cierta similitud a la que podría tener una infección por virus de la gripe, de ahí que inicialmente hubiera ciertas comparaciones; no obstante, es difícil diferenciarlos sólo por los síntomas clínicos. En la actualidad, dada la situación epidemiológica y el gran número de personas infectadas, en algunas comunidades se está asumiendo que las personas que tienen los síntomas típicos están infectadas sin llegar a realizar los tests, por la escasez de estos relacionada con el aumento exponencial de casos. Los síntomas típicos son fiebre generalmente elevada, tos seca, malestar general y dificultad para respirar. En ocasiones puede acompañarse de otros síntomas, siendo los más graves neumonía, distress respiratorio o fracaso renal. En algunos países asiáticos han empleado como método para monitorizar a las posibles personas infectadas la toma de temperatura diaria en aquellos casos sospechosos. El diagnóstico suele realizarse mediante una muestra tomada desde la faringe con una torunda especial. En caso de que alguien presente los síntomas, el tratamiento depende de la gravedad de estos. En los pacientes con cuadros considerados de menor gravedad, suele instaurarse tratamiento a base de antitérmicos, empleando paracetamol y asegurando una buena hidratación y alimentación. Si el paciente tiene criterios de gravedad a veces es preciso el ingreso y la administración de tratamiento específico y soporte ventilatorio. Existen distintos protocolos de tratamiento según la afectación y la evolución, los cuales se actualizan día tras día conforme disponemos de más evidencia y experiencia en su tratamiento. Se ha hablado mucho de que hay que quedarse en casa para proteger a nuestros mayores y esto es importante entenderlo bien. Por un lado, la probabilidad de que un paciente presente una forma grave es mayor cuanto más elevada sea la edad del paciente. También se ha visto que algunas enfermedades que afectan al sistema inmunitario, enfermedades respiratorias o cardiovasculares, las cuales deben de ser especialmente precavidas. Si una persona joven no toma precauciones y expone a una persona frágil a contagiarse, está poniendo en peligro su vida, ya que, en personas de alto riesgo, la mortalidad puede ser superior al 10%. En cuanto al peligro de la gente joven, se ha dicho que el riesgo de forma grave en población de menor edad es muy inferior, en torno al 0,2-0,6% según la edad y el país de referencia, no obstante, debemos de entender los números con propiedad. La probabilidad de que una persona joven y sana tenga una enfermedad que ponga en peligro su vida es, afortunadamente, muy baja. Un ejemplo clásico para entender si un porcentaje es bajo o alto en epidemiología es el del francotirador. Si cada vez que hubiera un partido de fútbol del Yeclano Deportivo hubiera un francotirador apostado en un edificio y matase a 1 de cada 500 (0,2%) o 1 de cada 166 personas (0,6%), nadie iría a ver el fútbol porque sería muy peligroso. Por fortuna, en gente joven no es tan frecuente, pero no deja de tener un peligro potencial que se puede evitar. Uno de los factores que se ha visto más claramente relacionados con la probabilidad de tener una peor evolución es la disponibilidad de recursos sanitarios. En aquellos países en los que se ha yugulado el contagio y se ha podido disponer de recursos y camas suficientes para todos, la mortalidad ha sido menor que en aquellos países o entornos en los que hubo un colapso del sistema sanitario. Si ahora nos infectamos todos a la vez, lo cual sería previsible si siguiéramos manteniendo nuestra actividad habitual y contagiándonos el virus unos a otros, en pocos días los recursos sanitarios alcanzarían un nivel de casos imposible de asumir. Además, una parte significativa del personal sanitario y no sanitario de los hospitales se infectará, complicando más todavía la asistencia. Llegan tiempos difíciles en los que hemos de estar unidos. Lo que se nos pide hacer ahora tiene un objetivo claro. Somos afortunados de poder estar en nuestros hogares con prácticamente todos los bienes elementales intactos, pero hemos de pensar en los demás. Hay muchas personas mayores que están solas y que puede que no tengan facilidad para conseguir alimentos y productos, en parte porque los supermercados han sido casi saqueados, ayudémosles en la medida de lo posible y siempre teniendo precauciones adecuadas para no contagiarlas. Seamos respetuosos con aquellos profesionales que ahora van a ponerse en riesgo para mantener nuestros servicios, en supermercados, farmacias, comercios de bienes de primera necesidad, cuerpos del estado, personal sanitario, transportistas y un largo etcétera.Y debemos pensar en nuestro futuro. Esta pandemia va a cambiar el orden mundial y va a suponer un duro revés para nuestra economía. Hemos de estar unidos en la recuperación, apoyar a nuestros conciudadanos, apostar por el comercio local y nacional. Hemos de ayudar a flexibilizar el empleo y el trabajo desde casa; un primer impulso puede ser el despido de trabajadores, pero viendo también el camino que han llevado otros países, la actividad comercial e industrial puede recuperarse en unas semanas; habrá que hacer ajustes y es de esperar que se hagan políticas sociales que apoyen a empresarios y trabajadores para evitar medidas tan drásticas. Con estas palabras espero haber convencido de que juntos podemos vencer esta situación tan complicada, a este virus que no va a diferenciar colores ni ideologías y que, aunando nuestros esfuerzos, podremos superar. Al principio decíamos que una de las mayores dificultades del ser humano es cambiar su ideología; por fortuna, otra de las características inherentes al Homo sapiens sapiens es la capacidad de sobreponerse a la adversidad. 

 

David García Azorín

Médico especialista en Neurología.

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