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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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La venta ambulante

Hay que tener en cuenta que en los primeros años del siglo el pueblo era eminentemente agricultor, y el consumo de lo más esencial se cosechaba en la casa. A pesar de eso, deambulaban por la calle varios vendedores con artículos diversos, como el vendedor de agua aquí llamado aguador.

El aguador, con un carro destartalado y una caballería de poca vida, llevaba el agua a domicilio al precio de dos cántaras una perra, y … a propósito de aguador, hubo en Yecla uno que portaba una gran cuba de agua en un carro viejo y pesado, y el enganche, en vez de caballería, era él mismo ayudado por su mujer que empujaba detrás del carro; andaban de esta manera por todos los “pericuetos” y el nombre de este matrimonio era Camarasa.

También había un vendedor que solía salir por la calle a media tarde y que era bien acogido por las amas de casa; el tramucero. Llevaba un carro muy cuidado y en él, portaba, además de un recipiente con tramuzos, varios artículos como platos, tazas, tazones, escobas y espolsadores. El comercio de este hombre era el cambio de sus artículos por trapos y alpargatas, así como pieles de conejos de los que se comían en casa, y que se ponían pegadas a la pared hasta que pasaba el altramucero. En muy pocas viviendas abonaba en dinero este hombre, y cuando lo hacía nunca pasaba de los dos reales, pero las amas de casa le tenían afecto, porque era el que limpiaba la casa de trapos viejos y alpargatas, proporcionándoles el plato o el tazón.

Otros que recorrían las calles de Yecla eran los pastores, que muy de mañana salían con sus cabras para vender la leche a domicilio, haciendo el ordeño en presencia del cliente.

Venían también unos vendedores con carros procedentes de Caudete y Villena. Portaban tomates, zanahorias, cebollas, etc., que vendían a domicilio, y como eran épocas que corría poco el dinero, las amas de casa se abastecían de estos señores que amén de vender muy barato, fiaban de un viaje para otro.

Rondando las fiestas patronales, venían los pañeros que vendían cortes de trajes a pagarles en plazos largos, a unos dos duros al mes hasta completar los ocho duros que solía a costar el corte.

En la mayoría de las casas se mataba el marrano, y el abastecimiento de este lo hacían los marraneros que iban con sus piaras por la calle, y como tenían sus clientes de siempre, les dejaban el bicho para pagar en la fecha de “Tosanto”, que volvían a cobrar y a fijar el compromiso del año siguiente.

Como entonces no había detergentes ni lejías, las mujeres se abastecían de arena que compraban, en su mismo domicilio, a unas criaturas que la vendían a cinco céntimos, apenas asomándose a los zaguanes de las casas y pregonando su mercancía: “arena”.


  • Libro: Relatos del ayer.
  • Editado por el Hogar de la Tercera Edad de Yecla/Universidad Popular de Yecla/INSERSO.
  • Dep. Legal: MU-34/1988.
  • Tema: “Costumbres perdidas”. Página 76.

Estos relatos se publicarán en el blog de José Antonio Ortega.

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Hay que tener en cuenta que en los primeros años del siglo el pueblo era eminentemente agricultor, y el consumo de lo más esencial se cosechaba en la casa. A pesar de eso, deambulaban por la calle varios vendedores con artículos diversos, como el vendedor de agua aquí llamado aguador.

El aguador, con un carro destartalado y una caballería de poca vida, llevaba el agua a domicilio al precio de dos cántaras una perra, y … a propósito de aguador, hubo en Yecla uno que portaba una gran cuba de agua en un carro viejo y pesado, y el enganche, en vez de caballería, era él mismo ayudado por su mujer que empujaba detrás del carro; andaban de esta manera por todos los “pericuetos” y el nombre de este matrimonio era Camarasa.

También había un vendedor que solía salir por la calle a media tarde y que era bien acogido por las amas de casa; el tramucero. Llevaba un carro muy cuidado y en él, portaba, además de un recipiente con tramuzos, varios artículos como platos, tazas, tazones, escobas y espolsadores. El comercio de este hombre era el cambio de sus artículos por trapos y alpargatas, así como pieles de conejos de los que se comían en casa, y que se ponían pegadas a la pared hasta que pasaba el altramucero. En muy pocas viviendas abonaba en dinero este hombre, y cuando lo hacía nunca pasaba de los dos reales, pero las amas de casa le tenían afecto, porque era el que limpiaba la casa de trapos viejos y alpargatas, proporcionándoles el plato o el tazón.

Otros que recorrían las calles de Yecla eran los pastores, que muy de mañana salían con sus cabras para vender la leche a domicilio, haciendo el ordeño en presencia del cliente.

Venían también unos vendedores con carros procedentes de Caudete y Villena. Portaban tomates, zanahorias, cebollas, etc., que vendían a domicilio, y como eran épocas que corría poco el dinero, las amas de casa se abastecían de estos señores que amén de vender muy barato, fiaban de un viaje para otro.

Rondando las fiestas patronales, venían los pañeros que vendían cortes de trajes a pagarles en plazos largos, a unos dos duros al mes hasta completar los ocho duros que solía a costar el corte.

En la mayoría de las casas se mataba el marrano, y el abastecimiento de este lo hacían los marraneros que iban con sus piaras por la calle, y como tenían sus clientes de siempre, les dejaban el bicho para pagar en la fecha de “Tosanto”, que volvían a cobrar y a fijar el compromiso del año siguiente.

Como entonces no había detergentes ni lejías, las mujeres se abastecían de arena que compraban, en su mismo domicilio, a unas criaturas que la vendían a cinco céntimos, apenas asomándose a los zaguanes de las casas y pregonando su mercancía: “arena”.


  • Libro: Relatos del ayer.
  • Editado por el Hogar de la Tercera Edad de Yecla/Universidad Popular de Yecla/INSERSO.
  • Dep. Legal: MU-34/1988.
  • Tema: “Costumbres perdidas”. Página 76.

Estos relatos se publicarán en el blog de José Antonio Ortega.

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"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
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2 COMENTARIOS

  1. Lo que evolucionan las cosas. Pronto no pagaremos los productos ni con dinero, con la QR. La evolución es tremenda, las cabezas al parecer llevan un proceso más lento. Hay quienes dicen que la pandemia no existe. Ya es tener poco evolucionado el cerebro.
    Hoy tengo prisa por concluir; mi tío dice que había alguien, no recuerda, que iba por las calles vendiendo, en tiempo de verano, «agua limón» y «agua cebá» o cebada.
    No lo sé, me dice que lo diga y dicho está. Saludos José Antonio.

  2. Hola José Antonio, con relación al último párrafo, nos decía un antiguo vecino de la zona de las Pozas, que las erosiones que hay en la tierra, se pueden ver detrás del Edf. Bioclimático, son por la extracciones que hacían las mujeres que comentas, y nos hace mención a una de ellas que le apodaban «la marrusica»……Un saludo.

José Antonio Ortega
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