Como un caminante que al ritmo de sus pequeños pasos, afloja la marcha y descansa, haciéndolo con la frente bien alta después de una larga jornada, se siente este niño.
Todo en esta vida tiene un porqué y como soy muy pequeño, todavía soy incapaz de comprender aquello por lo que lucha mucha gente, incluidos mis padres y mis abuelos.
Aquí estoy con esta camiseta que me ha puesto mi madre, por un importante motivo, tengo otras de bonitos dibujos y colores. Todas las llevo debajo de la misma inocencia. Veo también a otros niños, además de muchas personas de diferentes edades que llevan una camiseta igual que la mía, no entiendo muy bien por qué será, pero como veo tantos, supongo que por una cosa buena.
El mundo tiene problemas de todo tipo. Se producen fenómenos de la naturaleza impredecibles como huracanes, terremotos y tormentas tropicales, y casi siempre se originan en aquellos lugares más pobres donde se les golpea con más fuerza, ya que la mayoría de las casas en el fango de la miseria, están hechas de “palicos y cañicas”. Los supervivientes de esas tragedias demasiadas veces devastadoras, rara vez tienen tiempo de llorar a sus víctimas y las entierran entre la dureza de las condiciones como buenamente pueden para que no se originen más plagas y enfermedades.
Es malo acostumbrarse a esas cosas, porque pensamos que ocurren en los mismos sitios y además como nos pilla muy lejos, parece que le restamos importancia, sin embargo hace poco hubieron unas graves inundaciones y desbordamientos de ríos en una zona de Alemania y una parte de Europa, como consecuencia de las lluvias torrenciales, por lo tanto no estamos libres y debemos cuidar más la naturaleza.
En un mundo que se está desmoronando, el daño a la tierra sale a borbotones por sus grietas, y toda la gente que veo, sigue dando la voz de alarma para ponerle remedio a peligros desenfrenados.
Los mayores siempre dicen que a los niños no nos quieren dejar para el día de mañana, un mundo peor de lo que ya está. Como estoy de acuerdo también yo cuando sea mayor, seguramente tendré que seguir haciéndolo. Los peques de ahora aprenderemos y nos formaremos durante años y de mayores afrontaremos otras situaciones y nos convertiremos en defensores, siendo entonces quienes igualmente contaremos lo que ocurre.
Dicen mis papis y las personas reunidas en esta plaza, que a parte de combatir el cambio climático porque es una tremenda amenaza contra el planeta, ahora hay que defender el Monte Arabí y su territorio con más fuerza que nunca. Dicen que es para impedir que una nube negra destroce su entorno, y por eso la gente sale a la calle y se atreve a decir lo que siente, lo que piensa y puede hacernos mucho daño.
Que los mayores convivan con ellos mismos y los que tienen que tomar las decisiones sean más sensibles y capaces de entenderse, pienso que sería importante, dentro de los nervios y sentimientos, para recuperar el sentido común en un proceso se está haciendo demasiado largo, hay mucha incertidumbre y nadie sabe cómo acabará.
También yo cuando sea mayor, podré decir que estuve allí. Como estoy muy cansado, es una evidencia que después de unos momentos intensos, necesito el abrazo tierno de mis padres. Aunque tengo las fuerzas muy justitas, con mi pedacito de corazón estoy aquí. Ahora después seguramente me cogerán un ratito en brazos, y al poco me quedaré durmiendo.
