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🍁 sábado 23 noviembre 2024
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Morir por vocación

Este artículo lo escribí hace cuatro años. En él hacía referencia a Lorena Enebral, una fisioterapeuta de Cruz Roja que murió asesinada trabajando en Afganistán. Hoy sirve de reconocimiento a todas aquellas personas destinadas allí y sobre todo a quienes ese lugar les costó la vida, y ahora sin entrar en detalles, queda en una situación todavía más peligrosa. Seguramente entre intereses de unos y de otros, implantar “la paz” en algunos rincones del mundo no puede ser y resulta imposible, lo cual es un tremendo fracaso:

Lorena Enebral habría querido seguir viviendo para continuar atendiendo a sus pacientes. Personas enfermas dentro de un país principalmente de pastores, en que por la sinrazón del fanatismo se han armado hasta los dientes. Probablemente, la facultativa española fallecida en Afganistán tendría previsto regresar unos días a casa con la nostalgia y el motivo de la próxima navidad; no lo sé, son cosas que imagino.

Una labor que realizaba en un centro de rehabilitación y extremidades ortopédicas del Hospital de Mazar-e Sharif. Entre la extrema violencia, el sometimiento y el miedo, Afganistán se ha convertido en una tierra de mercenarios donde a la mujer se le trata mucho peor que a un perro.

Ha muerto a manos de un paciente, por la barbarie de una de tantas guerras, que tiene consecuencias tan graves y trágicas. Han puesto fin a su vida, entre los escombros de una batalla, junto a personas mutiladas, que les faltaba una pierna o habían perdido un brazo, y ahora a ella le falta la vida, por una bala que mordió la mano a quien mostraba su ayuda.

En esta ocasión ha muerto una doctora, como en diferentes conflictos han fallecido otros cooperantes entregados a una causa o han sido secuestrados. Misioneros, corresponsales de prensa, monjas, enfermeros, maestros, sacerdotes y miembros de diferentes ONG’s., testigos directos de la muerte y que probablemente dan un enorme sentido a su vida.

Cuesta mucho hablar de ciertas cosas, en un país que tiene mucha riqueza y donde el fanatismo nació entre las montañas, y la mujer no tiene vida social, y a pesar de la presencia internacional, todavía necesita el permiso del marido para una cesárea.

Gracias siempre a la Cruz Roja y a la Media Luna Roja, por un trabajo encomiable, desarrollado con tanto espíritu de vocación, como de riesgo extremo, gente anónima que día a día, presta su ayuda y pasa desapercibida.

Una mujer joven y entusiasta, que emprendió hasta allí su camino, donde llevaba algo más de un año. Lorena, ejercía su pasión en lo que era su especialidad la ayuda técnica en la ortopedia, hacia los daños sufridos en niños, mujeres y hombres, víctimas de alguna amputación en alguno de sus miembros, ella les enseñaba a caminar de nuevo, a volver a empezar, incluso a comer. Seguro que alguna vez sentiría temor, de morir por vocación en aquel lugar lejano, pero nunca actuó a la defensiva. Probablemente también recordó, las comodidades que había dejado atrás, para entregarse a los demás.

Estas son las cosas que emocionan dentro de un mundo que entre todos hemos hecho miserable. En ocasiones hay personas excepcionales que llevan a cabo labores muy difíciles dentro de la tierra, de fe, amor y paciencia.

a Lorena.

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Este artículo lo escribí hace cuatro años. En él hacía referencia a Lorena Enebral, una fisioterapeuta de Cruz Roja que murió asesinada trabajando en Afganistán. Hoy sirve de reconocimiento a todas aquellas personas destinadas allí y sobre todo a quienes ese lugar les costó la vida, y ahora sin entrar en detalles, queda en una situación todavía más peligrosa. Seguramente entre intereses de unos y de otros, implantar “la paz” en algunos rincones del mundo no puede ser y resulta imposible, lo cual es un tremendo fracaso:

Lorena Enebral habría querido seguir viviendo para continuar atendiendo a sus pacientes. Personas enfermas dentro de un país principalmente de pastores, en que por la sinrazón del fanatismo se han armado hasta los dientes. Probablemente, la facultativa española fallecida en Afganistán tendría previsto regresar unos días a casa con la nostalgia y el motivo de la próxima navidad; no lo sé, son cosas que imagino.

Una labor que realizaba en un centro de rehabilitación y extremidades ortopédicas del Hospital de Mazar-e Sharif. Entre la extrema violencia, el sometimiento y el miedo, Afganistán se ha convertido en una tierra de mercenarios donde a la mujer se le trata mucho peor que a un perro.

Ha muerto a manos de un paciente, por la barbarie de una de tantas guerras, que tiene consecuencias tan graves y trágicas. Han puesto fin a su vida, entre los escombros de una batalla, junto a personas mutiladas, que les faltaba una pierna o habían perdido un brazo, y ahora a ella le falta la vida, por una bala que mordió la mano a quien mostraba su ayuda.

En esta ocasión ha muerto una doctora, como en diferentes conflictos han fallecido otros cooperantes entregados a una causa o han sido secuestrados. Misioneros, corresponsales de prensa, monjas, enfermeros, maestros, sacerdotes y miembros de diferentes ONG’s., testigos directos de la muerte y que probablemente dan un enorme sentido a su vida.

Cuesta mucho hablar de ciertas cosas, en un país que tiene mucha riqueza y donde el fanatismo nació entre las montañas, y la mujer no tiene vida social, y a pesar de la presencia internacional, todavía necesita el permiso del marido para una cesárea.

Gracias siempre a la Cruz Roja y a la Media Luna Roja, por un trabajo encomiable, desarrollado con tanto espíritu de vocación, como de riesgo extremo, gente anónima que día a día, presta su ayuda y pasa desapercibida.

Una mujer joven y entusiasta, que emprendió hasta allí su camino, donde llevaba algo más de un año. Lorena, ejercía su pasión en lo que era su especialidad la ayuda técnica en la ortopedia, hacia los daños sufridos en niños, mujeres y hombres, víctimas de alguna amputación en alguno de sus miembros, ella les enseñaba a caminar de nuevo, a volver a empezar, incluso a comer. Seguro que alguna vez sentiría temor, de morir por vocación en aquel lugar lejano, pero nunca actuó a la defensiva. Probablemente también recordó, las comodidades que había dejado atrás, para entregarse a los demás.

Estas son las cosas que emocionan dentro de un mundo que entre todos hemos hecho miserable. En ocasiones hay personas excepcionales que llevan a cabo labores muy difíciles dentro de la tierra, de fe, amor y paciencia.

a Lorena.

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