Representantes de las entidades festeras de 5 poblaciones de las provincias de Valencia, Alicante, Murcia y Albacete han constituido la asociación de los Pueblos de la Pólvora.Según explican los promotores, se trata de una plataforma abierta y plural que aspira a dar presencia y voz a las poblaciones y organizaciones que cada año organizan actos de disparo de arcabucería, muchas de ellas vinculadas al mundo de las Fiestas de Moros y Cristianos, pero también a celebraciones y festividades de otro tipo tales como las Fiestas de la Virgen de Yecla, así como a manifestaciones culturales como las que se encuentran en las recreaciones históricas. Todas ellas comparten la preocupación por la situación que enfrentan en la actualidad, resultado de una conjunción de factores que ponen en serio riesgo la continuidad de esta tradición. “Ya no cabía esperar más, había que reaccionar y buscar soluciones entre todas las instancias implicadas. Los Pueblos de la Pólvora son la respuesta, desde el consenso y la sensatez, a estas amenazas”, ha declarado José Francisco Puche, Presidente de la Asociación de Mayordomos y que también se pone al frente de la presidnecia de la nueva asociación creada.En una rueda de prensa conjunta celebrada este viernes en Ontynent los nuevos cargos de la Asociación, representantes de las entidades que la constituyen, han dado cuenta de las razones por las que se ha constituido, explicando los objetivos y fines que persiguen y las actividades que se proponen llevar a cabo. A esta rueda de prensa han acudido, para respaldar esta asociación, el alcalde de Ontinyent, Jorge Rodríguez, el alcalde de Caudete, Moisés López, el diputado autonómico a las Cortes Valencianas, Felipe Carrasco, los diputados provinciales de Valencia, Joan Sanchis y Jesús Plà y varios miembros de las corporaciones municipales de Almansa y Ontinyent.
En el acto de presentación de esta asociación, se ha recordado que se puesta en marcha es el resultado natural de un proceso que arrancó muchos años atrás, en un contexto difícil, ya en aquel entonces, debido a la disparidad de criterios que se habían venido aplicando ante la ausencia de una normativa específica, una situación de desconcierto que dio paso a otra no menos difícil, caracterizada por las importantes restricciones para el acceso y el empleo de la pólvora que trajo consigo el Real Decreto que regulaba su uso en este tipo de actos. La puntilla, han añadido, vino dada por la sorprendente y abusiva subida del precio de la pólvora a lo largo del año 2019. Un grupo de poblaciones que ya venían trabajando conjuntamente desde tiempo atrás en este ámbito iniciaron entonces una gran campaña institucional y mediática que encontró eco en instituciones políticas y sociales y alcanzó hasta las mismas cámaras de representación nacional. Se abrió, a partir de entonces, una prometedora vía de diálogo con las administraciones que, por desgracia, quedó interrumpida por la presente pandemia, la última gran amenaza para la pólvora de arcabucería.
Ahora, y ante la perspectiva de que en un plazo de tiempo razonablemente breve se reanude la celebración de fiestas y, por tanto, de los actos de disparo, se ha visto la necesidad, ya inaplazable, de crear una asociación que sea un instrumento al servicio de todas las entidades afectadas, capaz de llevar ante las diversas administraciones con responsabilidades en este ámbito (ministerios, consejerías, ayuntamientos…) la voz, los problemas, las necesidades y las propuestas de estas poblaciones. “Los Pueblos de la Pólvora son una asociación transversal, con una clara vocación de apertura y pluralidad: en ella hay sitio para todas las voces y opiniones”, añade su Vicepresidente, Pedro García Calvo, “y, aunque los problemas de la pólvora de arcabucería nos afectan a todos por igual, cada pueblo tiene rasgos que lo identifican y diferencian, rasgos a los que hay que prestar especial atención, cuidarlos y preservarlos, porque constituyen un patrimonio valioso e irrenunciable. Por eso es importante que estén presentes en ella un número lo más amplio posible de poblaciones: las puertas están abiertas para todos. Es muy esperanzador que, incluso antes de iniciar esta andadura, ya hayamos recibido un número importante de mensajes interesándose por la asociación y preguntando sobre el procedimiento de adhesión”.
Lo primero, volver al diálogo con las autoridades
La asociación Pueblos de la Pólvora se plantea, como primera y más importante tarea, la de recuperar la comunicación con las autoridades con competencia en la materia, interrumpida en 2020 por las restricciones que impuso la actual pandemia. En aquel entonces, una primera reunión celebrada poco después de la campaña de agosto de 2019, en el entonces Ministerio para la Transición Ecológica, dejó abierta una prometedora vía para encontrar soluciones a los problemas que entonces, como ahora, aquejaban a la pólvora de la arcabucería y a su uso en actos de disparo.En esa ocasión, las entidades que acudieron al encuentro con los representantes ministeriales presentaron un documento que sintetizaba en unos pocos puntos los problemas principales y las medidas que aquéllas proponían para darles solución. Ese documento, fruto de un largo debate entre las entidades afectadas, consensuado entre las que tomaron parte en la iniciativa de agosto de 2019, mantiene toda su validez, arguyen desde la asociación, y debiera ser el punto de partida para reiniciar el diálogo.Se trata de salvar un patrimonio de gran valor, apegado a la historia y a la memoria de las poblacionesEn el acto de este viernes una de las ideas recurrentes que han sobrevolado las diversas intervenciones ha sido la de que la lucha por preservar el presente y el futuro de los disparos de arcabucería es otra manifestación de la creciente preocupación por recuperar el patrimonio histórico y cultural de estos pueblos. El uso de la pólvora, se ha dicho, en actos de disparo ha definido durante muchos años, en no pocos casos incluso varios siglos, la vivencia colectiva de las fiestas, sus más acendradas y queridas tradiciones, su forma de entender y revivir el pasado. “Este patrimonio”, señala José Francisco Puche, “constituye un tesoro que no podemos perder. No se trata sólo de preservarlo: hemos de potenciarlo, darlo a conocer, mostrarlo con la dignidad y el orgullo propios de aquello que define la identidad y el carácter de nuestros pueblos”.