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🍁 viernes 22 noviembre 2024
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La soledad del niño acosado

El acoso escolar es algo parecido a una tortura y una forma de maltrato, tanto física como psicológica hacia un determinado alumno, que en consecuencia puede convertirse en víctima.

La fuerza de las noticias malas es más fuerte que la de las buenas, seguramente porque estas últimas no son tantas, y en relación a este tema, algunas producen escalofríos.

El acoso es una cuestión cuya dureza deja huella, porque gran parte de las veces marca de por vida a la persona de forma irreparable. Esto desvela que la educación es un factor primordial, como lo es para todo. Meterse con alguien, que por múltiples circunstancias pueda ser débil o puede que no, y hacerle llorar es terrible. Cuando lloremos que sea por una emoción, no porque nos aparten del recreo, nos rechacen, se rían o vayan sumándose niños casi de forma inconsciente y de manera involuntaria a esa especie de desprecio hacia alguien.

No hay que dejarse de llevar de algunos “elementos” muy gallitos, que dicen “tú sí” y “tú no”. No se debe apartar a nadie. Donde termina la multitud siempre hay alguien. El acoso es un asunto complejo que necesita de todos para intentar eliminarlo, padres, educadores, monitores deportivos, culturales y sociedad en general.

Mediante el acoso no solamente se daña y humilla, se hiere lo más profundo de la intimidad.

El respeto es fundamental con independencia de los sentimientos, creencias, ideas y orientación como niño, adolescente, joven y el día de mañana como en calidad adulto, pueda tener. El entorno no puede permanecer impasible ante la vejación, la coacción y el abuso. Tenemos que impedir que se produzcan ciertos comportamientos, y si lo presenciamos cortarlo y no seguir el juego por miedo a ese incitador dominante al que consideran y así mismo, se siente líder. Ese niño, se siente mal por la agresividad que sufre, y sólo es incapaz de evitarlo, adoptando probablemente una actitud confusa y peligrosa, incluso con sentimiento de culpa, si decide abandonar lo más importante para su futuro, los estudios, por medio de su segunda casa, la escuela.

Los miedos y temores constituyen una señal de alarma y en demasiados entornos escolares hay niños que sienten miedo y como el miedo se apodera de ellos, porque en la mayoría de los casos, ciertas formas anormales de actuar de algunos o de alguien hacia él, conlleva a vivir con miedo. Sobre esto conviene hacer hincapié. Hay personas que por distintas razones, no funcionan igual o pueden tener un determinad estado emocional, a través del cual y por el cual están luchando, y si se encuentran con el obstáculo de aquellos que parecen estar al acecho para provocarle daño mediante imitaciones y gestos burlescos para ridiculizarle, mal vamos. Esa conducta indigna, intimidatoria y maliciosa -fruto tal vez de una madurez insuficiente- puede provocarle al niño mucho sufrimiento y frustración y determinando el grado de influencia, debilidad y depresión, y por tanto que en su cabeza se amontonen ideas y pensamientos.

En ciertas cuestiones la disparidad de criterios genera confusión, pero la realidad incuestionable es que todos podemos hacer algo. Se dice que los tiempos cada vez cambian más rápido, aunque ante a determinados comportamientos, cunda el desánimo. Frente a la soledad del niño acosado tenemos que ser conscientes que no debemos permanecer callados. Tenemos que continuar afrontando este problema con firmeza y educación. El acoso escolar y el abuso producen miedo, enojo y tristeza y no sólo afecta a quien lo sufre, sino que abochorna al que está cerca y sobre todo al que de manera indiferente, lo contempla.

Una hormiga es capaz de levantar hasta cincuenta veces su peso. Quienes acosan con esa actitud de sentirse por encima de quienes le rodean, con detalles de soberbia y falta de respeto, posiblemente en el fondo están más vacíos de lo que ellos mismos imaginan.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

El acoso escolar es algo parecido a una tortura y una forma de maltrato, tanto física como psicológica hacia un determinado alumno, que en consecuencia puede convertirse en víctima.

La fuerza de las noticias malas es más fuerte que la de las buenas, seguramente porque estas últimas no son tantas, y en relación a este tema, algunas producen escalofríos.

El acoso es una cuestión cuya dureza deja huella, porque gran parte de las veces marca de por vida a la persona de forma irreparable. Esto desvela que la educación es un factor primordial, como lo es para todo. Meterse con alguien, que por múltiples circunstancias pueda ser débil o puede que no, y hacerle llorar es terrible. Cuando lloremos que sea por una emoción, no porque nos aparten del recreo, nos rechacen, se rían o vayan sumándose niños casi de forma inconsciente y de manera involuntaria a esa especie de desprecio hacia alguien.

No hay que dejarse de llevar de algunos “elementos” muy gallitos, que dicen “tú sí” y “tú no”. No se debe apartar a nadie. Donde termina la multitud siempre hay alguien. El acoso es un asunto complejo que necesita de todos para intentar eliminarlo, padres, educadores, monitores deportivos, culturales y sociedad en general.

Mediante el acoso no solamente se daña y humilla, se hiere lo más profundo de la intimidad.

El respeto es fundamental con independencia de los sentimientos, creencias, ideas y orientación como niño, adolescente, joven y el día de mañana como en calidad adulto, pueda tener. El entorno no puede permanecer impasible ante la vejación, la coacción y el abuso. Tenemos que impedir que se produzcan ciertos comportamientos, y si lo presenciamos cortarlo y no seguir el juego por miedo a ese incitador dominante al que consideran y así mismo, se siente líder. Ese niño, se siente mal por la agresividad que sufre, y sólo es incapaz de evitarlo, adoptando probablemente una actitud confusa y peligrosa, incluso con sentimiento de culpa, si decide abandonar lo más importante para su futuro, los estudios, por medio de su segunda casa, la escuela.

Los miedos y temores constituyen una señal de alarma y en demasiados entornos escolares hay niños que sienten miedo y como el miedo se apodera de ellos, porque en la mayoría de los casos, ciertas formas anormales de actuar de algunos o de alguien hacia él, conlleva a vivir con miedo. Sobre esto conviene hacer hincapié. Hay personas que por distintas razones, no funcionan igual o pueden tener un determinad estado emocional, a través del cual y por el cual están luchando, y si se encuentran con el obstáculo de aquellos que parecen estar al acecho para provocarle daño mediante imitaciones y gestos burlescos para ridiculizarle, mal vamos. Esa conducta indigna, intimidatoria y maliciosa -fruto tal vez de una madurez insuficiente- puede provocarle al niño mucho sufrimiento y frustración y determinando el grado de influencia, debilidad y depresión, y por tanto que en su cabeza se amontonen ideas y pensamientos.

En ciertas cuestiones la disparidad de criterios genera confusión, pero la realidad incuestionable es que todos podemos hacer algo. Se dice que los tiempos cada vez cambian más rápido, aunque ante a determinados comportamientos, cunda el desánimo. Frente a la soledad del niño acosado tenemos que ser conscientes que no debemos permanecer callados. Tenemos que continuar afrontando este problema con firmeza y educación. El acoso escolar y el abuso producen miedo, enojo y tristeza y no sólo afecta a quien lo sufre, sino que abochorna al que está cerca y sobre todo al que de manera indiferente, lo contempla.

Una hormiga es capaz de levantar hasta cincuenta veces su peso. Quienes acosan con esa actitud de sentirse por encima de quienes le rodean, con detalles de soberbia y falta de respeto, posiblemente en el fondo están más vacíos de lo que ellos mismos imaginan.


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