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🌼 viernes 19 abril 2024
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Antonio Felipe

Soy compañero de trabajo de Antonio Felipe. Mejor dicho, lo era, porque se nos acaba de jubilar y nos abandona.

Es el primer jubilado que tenemos en la empresa. Hasta aquí el suceso no es muy extraño, ya que, normalmente, en las compañías con cierta antigüedad sus empleados van cumpliendo años y se van jubilando.

Sin embargo, el caso de Felipe sí que tiene mucho de excepcional como que son 47 años ininterrumpidos en la misma empresa. Fue en 1975, recién fallecido Franco, y con 17 años, cuando Felipe empezó su trabajo.

Nos ha contado en innumerables ocasiones como fue la entrevista que mantuvo con Pedro Rubio para incorporarse a la empresa:

-“Fumas, Felipe”- Le preguntó Pedro. En una fábrica de transformados de gomaespuma no era cuestión menor.

-“No”- Contestó él.

-“Entonces, puedes empezar mañana”.

Así de sencillo, y así de rápido, Imaginamos que Pedro ya había recabado referencias de su familia, y sabiendo que eran muy buenas, pues la contratación se tornaba segura. En aquel entonces, era la mejor manera de asegurarse buenos empleados.

Por aquellos años, el trabajo de corte de gomaespuma para dar la forma a los asientos y respaldos de los sofás se realizaba de manera manual y Antonio Felipe era muy habilidoso en ello. Era un gran experto en minimizar los residuos, en aprovechar al máximo cada gran bloque, hecho que era bien conocido por el gremio, por lo que tuvo numerosas oportunidades para cambiar de empresa.

-“Aprovechaban que yo me iba a Fuente Álamo a ver a mis padres para, discretamente, hacerme allí las ofertas”- Nos contaba.

No sé si el caso “Antonio Felipe”, puede ser un récord de longevidad laboral local; sino lo es, debe estar cerca de serlo. Recordad también que su relación ha sobrevivido a hechos tan destacables como el fin del régimen dictatorial y la transición a la democracia; ha superado los efectos de las diversas crisis petrolíferas e inflación galopante de los años 80; o la minicrisis producida tras los actos conmemorativos de 1992. Y claro está, a La Recesión, la recesión de todas las recesiones, la de 2008. ¡Y hasta una pandemia para terminar!

Un trabajo para toda la vida

A modo de ejemplo, según datos del INE, sólo el 48,3% de los asalariados mantiene el trabajo en la misma empresa durante al menos seis años, el equivalente a dos trienios.

Tampoco ha sucumbido a los que yo llamo “cantos de sirena”. La economía sumergida, la que, supuestamente, da el pan de hoy, pero que seguro trae el hambre del mañana.

Me contaba como algunos conocidos se jactaban ante él de que conseguían sueldos líquidos más altos que el suyo, tanto porque trabajaban 10 horas al día, como porque parte de sus sueldos no se cotizaban.

No me deja de extrañar que después de 100 años transcurridos desde que en España se implantara la jornada laboral máxima de 40 horas, por estos andurriales, sigamos con las prácticas del siglo XIX.

Cuenta atrás

Tras el verano, contaba las semanas que restaban para la ansiada fecha, después nos contaba los días, y la última semana, llegó a contar las horas. La última tentación que superó fue apenas unos meses, desde la Seguridad Social y la suculenta oferta económica para que permaneciera trabajando por algún año más.

Resistió el envite. Imagino que midió su pensión de jubilación, y la encontró suficiente, definitivamente, bastante más alta y digna de las que se entienden como normales por aquí. Además de que, recién jubilado, ya le suben un 8% la pensión. ¡Igualico que en el convenio de la madera! Por cierto, este mismo convenio tampoco recoge ni un solo euro de premio a la jubilación.

Aun así, estoy seguro de que lo que más pesó en su decisión fue que ya se veía disfrutando al ciento por ciento de su familia, paseando con sus dos nietas, o agarrado a su mujer siguiendo los pasos de baile de salón, o en sus carreras vespertinas. Antonio Felipe es también un incansable deportista. No tenía tiempo que perder.

Hasta aquí mi pequeño homenaje a Antonio Felipe, gran trabajador y mejor compañero, cumplidor más allá de su obligación, con un desempeño altísimo en cualquiera de las labores que ha desarrollado, flexible y adaptable, meticuloso y perfeccionista.

Quiero hacerlo extensivo a los miles de trabajadores anónimos, miles de trabajadores buenos, los esforzados y fieles trabajadores que existen en el tejido industrial yeclano, aquellos que soportan sus crecimientos y que siempre sufren sus crisis. Estoy seguro de que en la mayoría de los casos son merecedores de mucho más de lo que reciben a cambio.

nómina de antonio felipe
Primera nómina de Antonio Felipe de noviembre de 1975, publicada por el mismo en su perfil de Facebook.
Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
“Mi Rincón de Pensar”. Donde con pasión y determinación, mente abierta y creatividad, abrazo las ideas de cambio que, humildemente, creo que pueden ayudar a trasformar mi pueblo, Yecla. Contacta conmigo en conrado.padillam@gmail.com

Soy compañero de trabajo de Antonio Felipe. Mejor dicho, lo era, porque se nos acaba de jubilar y nos abandona.

Es el primer jubilado que tenemos en la empresa. Hasta aquí el suceso no es muy extraño, ya que, normalmente, en las compañías con cierta antigüedad sus empleados van cumpliendo años y se van jubilando.

Sin embargo, el caso de Felipe sí que tiene mucho de excepcional como que son 47 años ininterrumpidos en la misma empresa. Fue en 1975, recién fallecido Franco, y con 17 años, cuando Felipe empezó su trabajo.

Nos ha contado en innumerables ocasiones como fue la entrevista que mantuvo con Pedro Rubio para incorporarse a la empresa:

-“Fumas, Felipe”- Le preguntó Pedro. En una fábrica de transformados de gomaespuma no era cuestión menor.

-“No”- Contestó él.

-“Entonces, puedes empezar mañana”.

Así de sencillo, y así de rápido, Imaginamos que Pedro ya había recabado referencias de su familia, y sabiendo que eran muy buenas, pues la contratación se tornaba segura. En aquel entonces, era la mejor manera de asegurarse buenos empleados.

Por aquellos años, el trabajo de corte de gomaespuma para dar la forma a los asientos y respaldos de los sofás se realizaba de manera manual y Antonio Felipe era muy habilidoso en ello. Era un gran experto en minimizar los residuos, en aprovechar al máximo cada gran bloque, hecho que era bien conocido por el gremio, por lo que tuvo numerosas oportunidades para cambiar de empresa.

-“Aprovechaban que yo me iba a Fuente Álamo a ver a mis padres para, discretamente, hacerme allí las ofertas”- Nos contaba.

No sé si el caso “Antonio Felipe”, puede ser un récord de longevidad laboral local; sino lo es, debe estar cerca de serlo. Recordad también que su relación ha sobrevivido a hechos tan destacables como el fin del régimen dictatorial y la transición a la democracia; ha superado los efectos de las diversas crisis petrolíferas e inflación galopante de los años 80; o la minicrisis producida tras los actos conmemorativos de 1992. Y claro está, a La Recesión, la recesión de todas las recesiones, la de 2008. ¡Y hasta una pandemia para terminar!

Un trabajo para toda la vida

A modo de ejemplo, según datos del INE, sólo el 48,3% de los asalariados mantiene el trabajo en la misma empresa durante al menos seis años, el equivalente a dos trienios.

Tampoco ha sucumbido a los que yo llamo “cantos de sirena”. La economía sumergida, la que, supuestamente, da el pan de hoy, pero que seguro trae el hambre del mañana.

Me contaba como algunos conocidos se jactaban ante él de que conseguían sueldos líquidos más altos que el suyo, tanto porque trabajaban 10 horas al día, como porque parte de sus sueldos no se cotizaban.

No me deja de extrañar que después de 100 años transcurridos desde que en España se implantara la jornada laboral máxima de 40 horas, por estos andurriales, sigamos con las prácticas del siglo XIX.

Cuenta atrás

Tras el verano, contaba las semanas que restaban para la ansiada fecha, después nos contaba los días, y la última semana, llegó a contar las horas. La última tentación que superó fue apenas unos meses, desde la Seguridad Social y la suculenta oferta económica para que permaneciera trabajando por algún año más.

Resistió el envite. Imagino que midió su pensión de jubilación, y la encontró suficiente, definitivamente, bastante más alta y digna de las que se entienden como normales por aquí. Además de que, recién jubilado, ya le suben un 8% la pensión. ¡Igualico que en el convenio de la madera! Por cierto, este mismo convenio tampoco recoge ni un solo euro de premio a la jubilación.

Aun así, estoy seguro de que lo que más pesó en su decisión fue que ya se veía disfrutando al ciento por ciento de su familia, paseando con sus dos nietas, o agarrado a su mujer siguiendo los pasos de baile de salón, o en sus carreras vespertinas. Antonio Felipe es también un incansable deportista. No tenía tiempo que perder.

Hasta aquí mi pequeño homenaje a Antonio Felipe, gran trabajador y mejor compañero, cumplidor más allá de su obligación, con un desempeño altísimo en cualquiera de las labores que ha desarrollado, flexible y adaptable, meticuloso y perfeccionista.

Quiero hacerlo extensivo a los miles de trabajadores anónimos, miles de trabajadores buenos, los esforzados y fieles trabajadores que existen en el tejido industrial yeclano, aquellos que soportan sus crecimientos y que siempre sufren sus crisis. Estoy seguro de que en la mayoría de los casos son merecedores de mucho más de lo que reciben a cambio.

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Primera nómina de Antonio Felipe de noviembre de 1975, publicada por el mismo en su perfil de Facebook.
Conrado Padilla Marco
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4 COMENTARIOS

  1. Poco que decir después de lo expuesto por Conrado.
    Antonio Felipe es una gran persona, un buen trabajador… Por buen trabajador entiendo que no es solo hacer bien el trabajo, que lo hizo, preocuparse por lo suyo… Es también ser solidario con sus compañeros y él, Antonio, tuvo también esa virtud.
    Lo conozco, no sé, hace 20 años?. Quizás más y me honra con su amistad durante todo ese tiempo.
    Le deseo lo mejor en su jubilación. A buen seguro que seguirá practicando una de sus aficiones, el deporte.

Conrado Padilla Marco
Conrado Padilla Marco
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