Carta a elperiodicodeyecla.com de una madre tras la manifestación del Orgullo LGTBIQ+
Perdonad si no sé escribir muy bien, nunca he sido de ponerme a contar estas cosas, pero esta vez lo necesitaba. He pedido al periódico que ponga la foto de ese cartel que tanto representa lo que viví ayer, que me corrija las faltas y lo que esté mal escrito. Lo más importante para mí es que entendáis lo que siento.
Tengo un hijo de 19 años que se fue a estudiar a Valencia hace más de un año. Siempre ha sido un chaval bueno, divertido, cariñoso y muy buen estudiante. Nosotros notábamos que no era como el resto de sus amigos, pero no queríamos entender, preferíamos cerrar los ojos ante lo que parecía evidente. Hace unos meses, viviendo ya en Valencia, no aguantó más y nos dijo a su padre y a mí que era homosexual, que le gustaban los chicos. Y también nos contó que allí, en la universidad, donde no tenía que esconderse, había conocido a alguien y que era muy feliz.
No voy a mentir, somos una familia sencilla, de toda la vida, con nuestras cosas. A mí me costó. Me costó escucharlo y me cuesta a veces todavía. Pero más me duele otra cosa: que me dijera que ya no quería volver a Yecla, que aquí no se siente libre y que no puede ser él mismo, que podíamos ir a Valencia cuando quisiéramos, pero que tiene miedo de que aquí le miren mal, le insulten, que se rían de él si va de la mano de su pareja por la calle o de que le peguen. Sí, que le peguen, de eso es de lo que más miedo tiene.
Ayer fui a la manifestación
Ayer fui por primera vez a la manifestación del Orgullo en Yecla. Fui sola y me quedé en una esquina de la Plaza Mayor, observando. Vi a chavales como mi hijo, con pancartas, con música, con alegría y pidiendo respeto, nada más. Respeto de las instituciones y de los vecinos. Me emocioné, pensé en él, y pensé que ojalá estuviera aquí y pudiera sentirse bien. Pero creo que mi hijo no es tan valiente como estos que ayer salieron a dar la cara por las calles de nuestra ciudad y ahora os cuento por qué.
Al llegar a la basílica, empecé a notar las miradas. Gente conocida torciendo el gesto y apartando la vista. No lo aguanté y me salí del grupo, era demasiado para mí. Me costaba mucho aceptar que me vieran entre ese grupo de chavales o que me pudieran relacionar con ellos. Les acompañé desde la acera y cuando llegué a la calle San Francisco, un par de parejas de mi edad (50-55 años) empezaron a comentar entre ellas: «Vaya esperpento», «parecen payasos del circo», «si ya se pueden casar, ¿qué más quieren?»
Me fui a casa, sin decir una palabra a mi marido ni a nadie al llegar. Me metí en el baño y lloré. No solo por mi hijo, sino por lo que somos como pueblo, por lo que hacemos sentir a quienes son distintos y por el miedo y la vergüenza que llevamos dentro los que los queremos. Me acordé de que una vez me contaron que, aunque ahora reivindicamos mucho a Azorín y a Castillo Puche, una vez se vieron obligados a irse también porque nadie entendía sus críticas al pueblo y a sus gentes. Pensé que ahora no hace falta echar a nadie oficialmente, que la gente que no se amolda a nuestra mentalidad conservadora, tradicional y, a veces, cruel, decide irse por sus propios pasos sin echar la vista atrás.
Los comentarios que hielan la sangre
Para más dolor, anoche leí los comentarios de Facebook en las fotos que subió el periódico. Y, si os soy sincera, se me heló la sangre. Gente conocida, amigos incluso, insultando, pidiendo que los heteros salgan también a la calle, ridiculizando a los chavales y a sus organizadores. Comentarios llenos de rabia, de desprecio y de risa cruel. Os juro que se me revolvió el estómago y por eso decidí escribir esta carta.
Porque me pregunto: ¿qué os ha hecho mi hijo para merecer este trato denigrante? ¿Qué os han hecho esos chavales para que habléis así de ellos? ¿Qué daño os hace que reivindiquen su derecho a vivir tranquilos, como cualquiera de nosotros?
¿Y si fuera vuestro hijo?
Me cuesta mucho escribir todo esto, pero más me cuesta aceptar que mi hijo tenga miedo de venir a su pueblo, donde viven sus hermanos, sus primos o sus amigos. Me cuesta pensar que tenga que esconder a su pareja y que no pueda vivir con normalidad lo que otros vivimos sin pensar.
Y, sí, también me cuesta entenderlo a mí. No soy una madre moderna ni muy abierta, ni sé mucho de estas cosas, pero es mi hijo. Y lo quiero. Y por él estoy aprendiendo a ver las cosas de otra manera. A su padre a lo mejor le va a costar más, pero nunca le pondrá una mala cara ni le dirá una mala palabra. Por eso, lo que no puedo entender ni aceptar es el odio que se ha dejado ver, sin vergüenza ni respeto, en los comentarios de muchos de vosotros.
Porque no sabéis el daño que hacéis, y no solo a los chavales del colectivo, sino también a sus madres, a sus padres, a sus hermanos, a quienes les queremos.
Ojalá esto que escribo ya de madrugada sirva para que alguien lo piense dos veces antes de señalar con el dedo. Ojalá algún día mi hijo pueda volver a Yecla sin miedo y que pueda caminar por la calle con quien quiera, sabiendo que aquí también tiene un sitio y que no se sienta solo.
Porque hoy, os lo digo con el corazón en la mano, lo que más me duele no es que mi hijo sea homosexual, lo que más me duele es que Yecla no sepa quererle ni respetarle como es.
Magdalena
Madre de un hijo homosexual.
Leo comentarios poniendo que tienen amigos homosexuales, trans, etc, y que les tratan igual que a los demás. Yo no tengo amigos ni familia homosexuales, trans, heterosexuales, católicos, ateos, listos, tontos… yo tengo amigos. Tengo familia. Tengo personas. ¿A mi qué me importan sus gustos sexuales, o su sexo o su religión? A ver, si alguna de esas cosas las usan para hacer daño sí que me importan, claro, y si es una persona con la que quiero sexo o una relación de pareja también me importa, por supuesto, pero si no es así, ¿a mi qué más me da? Me gustarán sus opiniones o sus gustos o no me gustarán, pero ¿por qué me voy a creer con derecho a juzgarles? Ojo, y en este pueblo no solo se nos juzga, se nos condena y se ejecuta la condena, por esas o por otras cosas, solo por no pensar o vivir igual.
Además, ¿quién ha dicho que ser héterosexual, interior de hombre en cuerpo de hombre, o de mujer en cuerpo de mujer sea «lo que está bien»? Si, la forma de pensar de la mayoría en este pueblo es retrógrada, discriminatoria y sobre todo sin empatía ni respeto a la libertad.
Yo me acuesto con quien quiero, me enamoro de quien quiero, y llevo mi vida como me da la gana. Y no, ya hace mucho que no me importa en absoluto lo que piensen de mí. Que se metan en sus vidas, no en la mía, y por favor, si te apetece darle la mano a tu pareja por la calle, hazlo, y si te apetece besarla, hazlo también. La envidia porque tú tengas amor, déjala para los envidiosos. Pero solo si los que estamos aquí nos comportamos normal (no como los llamados «conservadores»), esto cambiará algún día.
Tengo familiares homosexuales, compañeros de trabajo homosexuales. Me niego a pensar que este pueblo es homófono y racista. Su hijo se encuentra más feliz en Valencia porque el estar allí le ha ayudado a salir del armario, cosa que me alegro por ello. Las manifestaciones LGTBI son un chiringuito sectario para meterse con la derecha, de echo el PP tiene un concejal homosexual y no necesita ponerse el letrero de que está con alguien de su mismo sexo. Sectarios!
Una buena prueba de pueblo conservador y beato, es el comentario de S.L. Que por cierto no paga las horas extras según convenio ni las cotiza. Competencia desleal con sus compis.
Mira SL, un cuarto oscuro, discoteca gais… es infinitamente menos dañino que el «Consejo de Administración de un BANCO». «O un Obispo desbocado». O MAZON en el VENTORRO. O Feijooo lamiéndole EL CULO a Trump, dando por bueno el gasto del 5% del PIB para comprar armas yankees, mientras pregonan que las pensiones son «insostenibles», la Sanidad Pública…
Se comenta lo que en su día ya dijeron, tanto Azorín, como Catillo Puche sobre Yecla.
Fueron capaces de que Yecla no estuviese bien comunicada por tren, por caminos, carreteras… por miedo a la «contaminación» de gentes venidas de otros sitios, por si venían con otras mentalidades.
La quema en la hoguera, los tribunales de la inquisición no existen…pero el control social-político de la iglesia en este pueblo es espectacular. Han llegado a pedir en el altar el voto para la extrema derecha.
Lo sacaron en el Intermedio. El caso AMPY.
«De las tres iglesias principales en la ciudad, una de ellas fue tibiamente más progresista, ahora ni eso»
Lo dije en otro comentario, el odio se dirige: al feminismo, inmigrantes, personas musulmanas, movimiento LGTBI, matrimonio igualitario, interrupción voluntaria del embarazo, el laicismo, el ecologismo, etc.
Que lejos queda una sociedad interreligiosa, intercultural, interétnica, solidaria con las victimas del odio, igualitaria y respetuosa con las diferencias. ¿Verdad señora de VOX?
Vamos a ver, con todos los respetos a la buena señora y madre: su hijo no quiere volver a Yecla no por la homofobia, que yo nunca he visto, salvo en algún niñato que grita maricón, no quiere volver por la libertad y anonimato que se vive en una gran ciudad, sus discotecas gays o los cuartos oscuros donde ligar sin más. Señora no se preocupe si además su hijo es feliz y tiene pareja.
Yecla no deja de ser una aldea de aldeanos, ignorantes y semianalfabetos, aqui ni hay presente ni hay futuro.
Señora madre si usted y su marido son pensionistas o jubilados váyanse también a Valencia, serán todos más felices.
Esta aldea es para trabajar y poco más.
Querida Magdalena,
Muchas gracias por la valentía en expresar lo que sientes, en abrir los ojos a mucha gente que no tienen ni idea de todo lo que pasa al ser parte del colectivo LGTBI, de los miedos, dudas e incertidumbres, no solo de las personas gays, lesbianas, trans….sino de sus familiares y amigos.
Tú hijo seguro que estará muy orgulloso de que su madre haya ido a la manifestación, se haya acercado a ver qué pasaba y a pedir respeto por las personas LGTBI. Ojalá otro año pueda venir juntos a su hijo y su novio, porque de eso se trata. De reivindicar la visibilización del colectivo, de crear espacios seguros, de hacernos ver para que se sepa que aquí estamos, que no vamos a retroceder en ninguno de nuestros derechos, que seguiremos gritando y poniendo banderas de todos los colores, por lo que nos han podido estar, por lo que están y por los que vendrán.
A los de los comentarios….no sé merecen ni cero atención. Más respeto, más empatía, y más apoyo del Ayuntamiento es lo que hace falta.
Un abrazo
😱
Antes de nada quiero decirte, aunque ya lo sepas, que ser payaso de circo es algo muy, pero que muy digno. Por mucho que escuchemos a gente indeseable referirse a ellos cuando algo no les gusta, o no se presenta con los atributos que les han enseñado.
Desgraciadamente parece que se lleva eso de ser mala gente; intolerante, xenófobo, racista, machirulo (que a todos nos queda todavía un buen trecho que recorrer)
Tu hijo es como es y eso solo le incumbe a él. El su libertad, su opción su loquesea, pero es su vida. Como se siente feliz y recibirá siempre el cariño y el apoyo de quienes le quieren. Lo demás es pura basura corrompida. Despreciable.
Vamos a tener que ir pronunciándonos con más frecuencia porque los neandertales creen que todo el mundo piensa como ellos y resulta todo lo contrario: la inmensísima mayoría de las personas de este país, y de este pueblo, rstá de acuerdo non el matrimonio igualitario, por ejemplo.
Por eso es bueno que recurras a hacer público lo que piensas a través de un periódico, de una conversación entre amigos o allá donde se presente. Personalmente te agradezco que lo hayas echo.
Tenemos que conseguir que manifestaciones por derechos LGTBI, por violencia machista, contra cualquier firma de
Hola,
Leyendo este artículo me he entristecido profundamente. Siempre he sentido devoción por el pueblo en el que nací y para mí siempre era mejor que los demás.
Ahora, al trabajar fuera durante años, he desarrollado mayor capacidad de análisis y de juicio crítico.
Yecla tiene cosas excepcionales, pues es un pueblo valiente, trabajador y emprendedor, pero parece que le falta un largo camino por recorrer en la Integración Social. Es como si no hubiese evolucionado desde los tiempos de Azorín o de Castillo-Puche.
Ahora entiendo mejor por qué cuenta la leyenda popular que tuvimos un alcalde que rechazó el tren de vía ancha porque «se malvaba el pueblo». Únicamente se aceptó la vía estrecha que luego cesó en su actividad. Yecla podía haber sido el nudo ferroviario de la Encina. Tendríamos ahora acceso al ferrocarril y posiblemente al AVE.
Que pena que haya tantos prejuicios en el siglo XXI. El miedo a lo desconocido deriva en rechazo y desprecio. A cualquiera que sea diferente por ser de una minoría étnica como los gitanos, por ser migrante, por ser extranjero, por tener otra orientación sexual… ya lo enjuiciamos y lo condenamos sin darle ninguna oportunidad. Así habrá una fuga de talentos considerable.
Habría que pedirle a la Consejería de Educación que implante la FP de Integración Social en Yecla, pues buena falta hace.