Este artículo me traslada a un recuerdo cercano de este año y lo quería destacar.
En mayo acompañé a un amigo a Valencia a la Clínica de la Fundación Pedro Cavadas.
Mi amigo fue operado en su día por esta eminencia de la cirugía. Como tenía ganas de conocerle, le dije que cuando fuera a la próxima consulta si era posible le acompañaría. Medio mundo sabe de la dilatada trayectoria del Dr. Cavadas, y por tanto de su reconocido prestigio, por consiguiente cuanto yo diga tampoco servirá de mucho.
Don Pedro Cavadas, es un “tipo raro», cariñosamente hablando. Su peculiar forma de vestir su gran altura y que con esa indumentaria tal como va, pase consulta, creo que lo hace todavía más grande. A los pacientes suele atenderlos igual que aparece en la foto, y entonces yo que he estado delante de muchas batas blancas, parece que estés hablando con un monitor de montaña, y eso me encanta.
Tenía ilusión en estrechar esas manos que a tantas personas han intervenido, y sentí una inmensa alegría al poder hacerlo. Este hombre es un genio, posiblemente se pone más serio de lo normal y parezca frío, tal vez será porque se concentra, por eso la experiencia encomendada por sí mismo, es fascinante.
Si una característica define a esta persona es lo que él hace por aquellos que menos tienen, probablemente no lo haga nadie, lo podrán hacer de otra forma, pero seguramente no es lo mismo.
El Dr. Cavadas es una autoridad sanitaria de la cirugía reconstructiva, cuenta con muchas publicaciones y reconocimientos, sin embargo creo que merece el Premio Princesa de Asturias o incluso alguno de tan notable relevancia como el Nobel, por una vocación tan avalada y sobradamente acreditada en el singular concepto de la medicina.
Le pedí hacernos una foto, cosa que aceptó gustoso, pero además le sugerí hacérnosla sentados y entonces casi me «regañó» respondiendo, “usted me va a decir a mí cómo nos tenemos que poner”, y me puse de pie.