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🍁 jueves 12 diciembre 2024
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El antiguo ambulatorio

Rendido a la evidencia del paso de los años, nos vienen recuerdos como el antiguo ambulatorio de la Seguridad Social que en Yecla estaba en la calle San Pascual.

Ni que pintado viene el título si damos cabida a la nostalgia de aquellas antiguas dependencias. Entre 1971 y 1989, allí se atendía con muy pocos medios y recursos humanos de la época a la población, hasta que por necesidades obvias de espacio y número de habitantes, se realizó la construcción de un centro en la Avda. de la Feria, el actual Centro de Salud Mariano Yago en noviembre de 1990.

Después se amplió cobertura con un segundo centro de salud en el barrio de Herratillas, cuyo nombre de Francisco Palao se decidió en octubre de 2001, aunque la puesta en marcha fue antes. Las fechas son aproximadas, sabemos que en cuestiones oficiales en todas las instituciones, entre la entrada en funcionamiento y las inauguraciones, por aquello de la foto, suele haber un ligero desfase, dicho en sentido cariñoso.

Contactando con algún que otro sanitario, sin destacar a nadie, agradezco la valiosa aportación de Milagros Muñoz Ibáñez y José Zafrilla Díaz. Ellos han desarrollado el trabajo de enfermería toda su vida; primero en la calle Martínez Corbalán, donde se pasaban consultas en un pequeño “cuartico” en una planta casi en ruinas del Instituto Nacional de Previsión. Allí, el “consultorio” estuvo muy poco tiempo hasta acondicionar el local de la calle San Pascual; finalizando ambos su labor hasta la jubilación en la Avda. de la Feria.

Por aquel entonces y muchas personas lo recordarán, las enfermeras como uniforme llevaban falda y medias blancas, además de un delantal del mismo color tipo peto y cofia. El color blanco significa higiene y transparencia en el acto de cuidar.

A muchos yeclanos les sonará la foto que abre este artículo, de aquel antiguo dispensario, local donde en la actualidad existe una entidad bancaria.

De tal manera que la esencia de las cosas, permanece en nuestra memoria, parece que estoy viendo a mi madre llevándonos a mi hermano, o a mí, al médico de cabecera, como me gusta llamarles y en la cartilla familiar teníamos a don Luis Maestre, de pequeños, y de mayores a don Francisco Castejón.

En aquella época, a quienes ponían las inyecciones se les conocía como practicantes. Entonces los practicantes incluso tenían que hervir las jeringuillas en una olla en el mismo centro, cosas que hoy nos parecerían inéditas; y en una especie de artilugio con una cerilla, agua hirviendo y alcohol esterilizaban las agujas y las jeringuillas en su cajita metálica cuando iban por las casas, y en la Casa de Socorro, para curar las heridas y cortar las infecciones se utilizaba Mercromina y polvos Azol.

Unas veces hablo de cosas de Yecla, y otras de sus gentes. Me cuenta Mila, que en aquel ambulatorio seña de su propia identidad situado en la calle San Pascual disponían de ocho médicos: en medicina general, don German Giménez que fue el primero, don Francisco Castejón, don Luis Monreal, don Ramón Aguilera, don José Rodríguez, y en pediatría don Luis Maestre, don Pascual López y don Antonio Pérez de los Cobos. Así como dos enfermeras, Isidora Yago y ella, y Carmen Pascual de auxiliar, que junto al médico atendían a los pacientes, todavía no se había implantado la consulta propia de enfermería, además de Julio Palao Poveda, el celador.

médicos del centro de salud de la calle san pascual ambulatorio

Hablando del pasado y la nostalgia, y de que entre otras cosas no se podían hacer analíticas en el mismo ambulatorio, mediante un volante se derivaba a los pacientes a la farmacia de referencia que era la de don Ricardo Tomás y Soriano. Tampoco se ponían los Rayos X, porque no había. Al igual que para las cosas del oficio, los médicos de cabecera recetaban supositorios, Calcio 20 y recomendaban operar a los niños de amígdalas, porque era lo que se estilaba.

Me han contado varias anécdotas de sus dilatadas trayectorias, y otros temas de suma importancia, entre ellos que había que echarle mucho valor a la profesión, ya que las carencias eran muchas y en algunos casos la impotencia y desesperación, agobiaba. Pepe Zafrilla me dice por ejemplo que en Yecla no disponían de jeringuillas de un solo uso, cuando en Murcia ya las tenían. Se informó al ayuntamiento, y éste apoquinó 100.000 pesetas de las antiguas para que enviaran algunas partidas desde un laboratorio de Barcelona hasta que llegaran las del INSALUD.

Desde los antiguos ambulatorios convertidos ahora en centros de salud, para continuar hablando de aquellos practicantes que después pasaron a llamarse ATS, y en una época en que no había cita previa, ni tampoco tarjetas sanitarias, y los números se repartían hechos a mano, o la gente daba la vez según iba llegando. Aunque a veces el precio del progreso es la pérdida del encanto, es innegable el efecto positivo que han tenido los avances.

En una defensa solida de la sanidad. Ante cualquier enfermedad existen dos conceptos fundamentales: la prevención y el diagnóstico. Fuera de las promesas, el papel de la atención primaria en consonancia con la especializada, debe reforzarse y seguir encaminándose para atender a la población en función de las necesidades de prevención; promocionando la salud, la educación de hábitos saludables y derivación a otros recursos sanitarios y socio sanitarios.

Para completar lo dicho, pasamos a un presente, dentro de un futuro complejo para todos, en el cual debemos seguir apostando y cuidando la sanidad. Los médicos diagnostican, pero luego se precisan medicinas. En tanto en cuanto necesitamos la medicina y por ende de los sanitarios, la salud no necesita solo de estudiantes, sino de gente y cuanta más mejor con empatía y capacidad de involucrarse dentro de esta realidad inmediata, porque de manera cierta la salud marca el devenir de la humanidad.


Blog de José Antonio Ortega

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Rendido a la evidencia del paso de los años, nos vienen recuerdos como el antiguo ambulatorio de la Seguridad Social que en Yecla estaba en la calle San Pascual.

Ni que pintado viene el título si damos cabida a la nostalgia de aquellas antiguas dependencias. Entre 1971 y 1989, allí se atendía con muy pocos medios y recursos humanos de la época a la población, hasta que por necesidades obvias de espacio y número de habitantes, se realizó la construcción de un centro en la Avda. de la Feria, el actual Centro de Salud Mariano Yago en noviembre de 1990.

Después se amplió cobertura con un segundo centro de salud en el barrio de Herratillas, cuyo nombre de Francisco Palao se decidió en octubre de 2001, aunque la puesta en marcha fue antes. Las fechas son aproximadas, sabemos que en cuestiones oficiales en todas las instituciones, entre la entrada en funcionamiento y las inauguraciones, por aquello de la foto, suele haber un ligero desfase, dicho en sentido cariñoso.

Contactando con algún que otro sanitario, sin destacar a nadie, agradezco la valiosa aportación de Milagros Muñoz Ibáñez y José Zafrilla Díaz. Ellos han desarrollado el trabajo de enfermería toda su vida; primero en la calle Martínez Corbalán, donde se pasaban consultas en un pequeño “cuartico” en una planta casi en ruinas del Instituto Nacional de Previsión. Allí, el “consultorio” estuvo muy poco tiempo hasta acondicionar el local de la calle San Pascual; finalizando ambos su labor hasta la jubilación en la Avda. de la Feria.

Por aquel entonces y muchas personas lo recordarán, las enfermeras como uniforme llevaban falda y medias blancas, además de un delantal del mismo color tipo peto y cofia. El color blanco significa higiene y transparencia en el acto de cuidar.

A muchos yeclanos les sonará la foto que abre este artículo, de aquel antiguo dispensario, local donde en la actualidad existe una entidad bancaria.

De tal manera que la esencia de las cosas, permanece en nuestra memoria, parece que estoy viendo a mi madre llevándonos a mi hermano, o a mí, al médico de cabecera, como me gusta llamarles y en la cartilla familiar teníamos a don Luis Maestre, de pequeños, y de mayores a don Francisco Castejón.

En aquella época, a quienes ponían las inyecciones se les conocía como practicantes. Entonces los practicantes incluso tenían que hervir las jeringuillas en una olla en el mismo centro, cosas que hoy nos parecerían inéditas; y en una especie de artilugio con una cerilla, agua hirviendo y alcohol esterilizaban las agujas y las jeringuillas en su cajita metálica cuando iban por las casas, y en la Casa de Socorro, para curar las heridas y cortar las infecciones se utilizaba Mercromina y polvos Azol.

Unas veces hablo de cosas de Yecla, y otras de sus gentes. Me cuenta Mila, que en aquel ambulatorio seña de su propia identidad situado en la calle San Pascual disponían de ocho médicos: en medicina general, don German Giménez que fue el primero, don Francisco Castejón, don Luis Monreal, don Ramón Aguilera, don José Rodríguez, y en pediatría don Luis Maestre, don Pascual López y don Antonio Pérez de los Cobos. Así como dos enfermeras, Isidora Yago y ella, y Carmen Pascual de auxiliar, que junto al médico atendían a los pacientes, todavía no se había implantado la consulta propia de enfermería, además de Julio Palao Poveda, el celador.

médicos del centro de salud de la calle san pascual ambulatorio

Hablando del pasado y la nostalgia, y de que entre otras cosas no se podían hacer analíticas en el mismo ambulatorio, mediante un volante se derivaba a los pacientes a la farmacia de referencia que era la de don Ricardo Tomás y Soriano. Tampoco se ponían los Rayos X, porque no había. Al igual que para las cosas del oficio, los médicos de cabecera recetaban supositorios, Calcio 20 y recomendaban operar a los niños de amígdalas, porque era lo que se estilaba.

Me han contado varias anécdotas de sus dilatadas trayectorias, y otros temas de suma importancia, entre ellos que había que echarle mucho valor a la profesión, ya que las carencias eran muchas y en algunos casos la impotencia y desesperación, agobiaba. Pepe Zafrilla me dice por ejemplo que en Yecla no disponían de jeringuillas de un solo uso, cuando en Murcia ya las tenían. Se informó al ayuntamiento, y éste apoquinó 100.000 pesetas de las antiguas para que enviaran algunas partidas desde un laboratorio de Barcelona hasta que llegaran las del INSALUD.

Desde los antiguos ambulatorios convertidos ahora en centros de salud, para continuar hablando de aquellos practicantes que después pasaron a llamarse ATS, y en una época en que no había cita previa, ni tampoco tarjetas sanitarias, y los números se repartían hechos a mano, o la gente daba la vez según iba llegando. Aunque a veces el precio del progreso es la pérdida del encanto, es innegable el efecto positivo que han tenido los avances.

En una defensa solida de la sanidad. Ante cualquier enfermedad existen dos conceptos fundamentales: la prevención y el diagnóstico. Fuera de las promesas, el papel de la atención primaria en consonancia con la especializada, debe reforzarse y seguir encaminándose para atender a la población en función de las necesidades de prevención; promocionando la salud, la educación de hábitos saludables y derivación a otros recursos sanitarios y socio sanitarios.

Para completar lo dicho, pasamos a un presente, dentro de un futuro complejo para todos, en el cual debemos seguir apostando y cuidando la sanidad. Los médicos diagnostican, pero luego se precisan medicinas. En tanto en cuanto necesitamos la medicina y por ende de los sanitarios, la salud no necesita solo de estudiantes, sino de gente y cuanta más mejor con empatía y capacidad de involucrarse dentro de esta realidad inmediata, porque de manera cierta la salud marca el devenir de la humanidad.


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5 COMENTARIOS

  1. Yo poco más y me muero de apendicitis, me atendió un médico, D. Ramón Aguilera me recetó calmantes, y a los ocho días, me atendieron de urgencia en ese centro, me mandaron de inmediato a Murcia, en taxi claro, ya que no había ambulancias disponibles, donde me operaron con la máxima urgencia, y me dijeron los médicos que había vuelto a nacer. Cosas del pasado, que afortunadamente, hoy no pasan en ese tipo de dolencias.

  2. Yo recuerdo al practicante Pepe de Requena. Aquel tiempo las inyecciones era la principal manera de suministrar cualquier medicación, incluso vitaminas. Hervía la aguja con alcohol y pinchazo.

    Recuerdo a mis (dos) médicos; don Germán, un figura, por la calle iba leyendo novelas, vivía más abajo del Toledo, donde pasaba consulta privada y era conocido por sus «salidas de tono».
    Aquello de recetar un «revuelto». Ir a la farmacia y decirle al paciente que la receta no se dispensaba allí, que fuera a la caseta del jardín donde vendían los revueltos (garbanzos, altramuces…)
    O ir hija y madre a la consulta y decirle, desnúdese usted, cuando lo iba hacer la madre le dijo, no si es para usted saque la lengua.
    Estas cosas dicen que pasaron o lo mismo forma parte de la leyenda del un médico «muy particular».
    Gran médico. Como los buenos mecánicos, solo por oír el ruido del motor ya casi saben que les pasa, él con ver al paciente.
    El otro buen médico era un tal don Juan Albiñana creo recordar o algo así. Este médico muy reconocido tenía gran cantidad de pacientes.
    Sobre la farmacia recuerdo que después del sorteo de navidad, casi siempre decían… y en la farmacia de don Ricardo devuelven las perras o en el mejor de los casos, la pedrea. Siempre.
    En las farmacias vendían papeletas de lotería de navidad. Hoy no sé si se hace.
    La ciencia avanza una barbaridad, en sanidad barbaridad y media. Nada que ver con el pasado no tan lejano, por suerte.

José Antonio Ortega
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