En el Monte Arabí nació, hace ya cuarenta años, el Centro Excursionista de Yecla. Allí estaba Julio Alonso, co-fundador del CEY y actual presidente de la asociación, ese día de gran trascendencia para la historia del montañismo en Yecla. Julio es un referente en este sentido y, al mismo tiempo, un libro abierto por las miles de experiencias, viajes y anécdotas que tiene para compartir.
Hablamos con él para conocer de primera mano el origen y la trayectoria de esta asociación yeclana por la que han pasado miles de personas y que, con el paso del tiempo, ha logrado convertirse en una «gran familia».
-¿Desde cuando realizas actividades en la naturaleza? ¿Por qué?
Desde niño me ha gustado salir por los montes y formar parte de esa naturaleza. En la O. J. E. (Organización Juvenil Española) teníamos un grupo de Aire Libre y hacíamos cositas. Con once años fuimos unos amigos en el “tren chicharra” hasta Villena, donde dormimos en un tren de mercancías, al día siguiente en tren hasta Sax y después andando llegamos a la laguna seca de Salinas en donde acampamos varios días en tiendas de campaña. Fue mi primera expedición. Colega en esta salida fue Nicandro Albert, compañero después de espeleología y montaña, y actualmente compartiendo viajes por África.
Siempre me he sentido a gusto buscando aventuras por los montes, era una necesidad. Mis compañeros de clase iban a las discotecas y unos pocos, muy pocos, éramos bichos raros que recorríamos las montañas.
-¿Qué es lo que te impulsó a hacer alta montaña y escalada?
Pasear por las sendas de los montes está bien, es bueno para el cuerpo y la mente. Pero cuando ves una gran montaña o una pared que te asustas solo de verla, si te atreves a enfrentarte con ella y la vences y la conquistas, la sensación de triunfo es muy gratificante. Cuando ves que tu cuerpo es capaz de esfuerzos y habilidades que ni te imaginas para superar una pared en una gran montaña, la recompensa, espiritual, puede ser muy grande. Piensas que esa montaña es bestial, terrible, magnífica, y te has medido con ella, y la has vencido formando parte de la montaña. Eres más fuerte y magnífico que la montaña.
-¿Cuándo y cómo surgió el Centro Excursionista de Yecla?
El origen fue un acontecimiento que sucedió, naturalmente, en el Monte Arabí en el año 1978. Un día conocí a un grupo de jóvenes entusiastas de la montaña. Decidimos que queríamos escalar juntos. Todavía no existía el Centro, pero allí estábamos los que lo íbamos a crear.
Poco después nos atrevimos a escalar la vía del nido de las águilas. Fue la primera escalada que realizaron los que poco después formarían el Centro Excursionista de Yecla. Sin arneses, sin empotradores, con muy pocas clavijas y mosquetones. Cuando llegamos arriba estábamos exultantes de alegría, contentos con la experiencia y dispuestos a hacer muchas más.
Era el 8 de diciembre y recuerdo que cuando regresamos a Yecla, sin comer todavía, era noche cerrada y las calles de Yecla atronaban por los disparos de los arcabuces en honor de la Virgen del Castillo.
-¿En qué consiste la espeleología? ¿La has practicado alguna vez?
En general, la espeleología es el estudio de las cuevas. En la O. J. E. teníamos un grupo bastante numeroso que se dedicó durante años a esta actividad.
La primera cueva importante que visitamos fue Cueva Simarro, en Alcoy, donde estuvimos varios días. Luego vinieron numerosos viajes a Los Chorros del Río Mundo, y conocíamos bastante bien la Cueva del Puerto, en Calasparra, una de las más importantes y bellas de nuestra región. Junto con Diego Vicente iniciamos un estudio y recopilación de todas las cuevas de nuestra zona.
Fue en el año 1968 cuando nuestros amigos espeleólogos de Cieza nos avisaron de que unos agricultores les habían informado de una cueva que parecía tener continuidad, localizada en la Sierra del Puerto, próxima a Calasparra.
Nos citamos con nuestros amigos ciezanos para explorarla el domingo siguiente. Nicandro Albert y yo hicimos trampa, fuimos a la cueva el sábado y cuando llegaron los de Cieza ya llevábamos 24 horas dentro de ella, incluso dormimos dentro. La entrada estrecha por la que hay que reptar bastantes metros seguro que alguien habría entrado antes que nosotros, pero recorrimos kilómetros de galerías y salas espectaculares sin hallar ninguna huella humana. Fue impresionante atravesar la Sala de la Colina, recubierta de polvo en suspensión, dejando por detrás de nosotros una huella de más de medio metro de profundidad.
Nuestra generación tuvo la suerte de encontrar todavía espacios vírgenes, y he disfrutado en varias ocasiones de esta circunstancia, por ejemplo, la cueva que hay a treinta metros de profundidad, en el Pozo del Conde, situada dentro del casco urbano de Yecla. En su día topografiamos varios cientos de metros de salas y galerías.
-En cuarenta años la relación del hombre con la naturaleza ha cambiado mucho. Según tu experiencia, ¿cómo ha evolucionado esa relación?
Hace cuarenta o cincuenta años la cantidad de personas que salían a recorrer montañas eran realmente muy pocas. En Yecla andábamos habitualmente por los montes quizás quince montañeros, y actualmente son miles las personas que recorren nuestras sendas todos los fines de semana. Quince personas repartidas por todos los montes de Yecla no dejan mucha huella de su paso, pero desgraciadamente somos muchos los amantes de la naturaleza, y algunos no tan amantes, de los que deben defenderse nuestros espacios naturales. No queda más remedio que establecer reglas y límites para el uso de nuestros montes.
Hace cincuenta años teníamos en Yecla el Guardia de la Caza, parecido al Guarda Forestal de nuestros días, encargado entre otras cosas de preservar la caza en nuestro término, para lo que se dedicaba a abatir alimañas dañinas a tal fin. Yo vivía en una casa de campo con muchas viñas en las que vendimiaban unas cuarenta personas todos los otoños. Ese año, como el guarda tenía familiares entre los vendimiadores, nos mostró la alimaña herida que había cazado unas horas antes. ¡Un águila imperial de unos dos metros de envergadura! El pensamiento generalizado de los que allí estábamos era qué puntería tenia este hombre, cuantos conejos se libraban de las garras de esta alimaña dañina.
Poco tiempo después mi amigo Toni Prats y yo rapelábamos por un cortado en el que teníamos localizado un nido de águilas imperiales y nos llevábamos de él dos aves de corta edad. Esa noche las águilas dormían en un rincón protegido con cartones en una habitación de mi casa. Estas aves son muy limpias y hacen sus deposiciones levantando la cola y arrojándolas a varios metros de distancia. Por la mañana mi madre, viendo los muebles y las paredes chorreando mierda, echó de la casa a las aves y a su hijo. Estas águilas tuvieron suerte, las devolvimos al nido y más tarde las vimos volar.
En la actualidad dañar de cualquier forma estas bellas y escasas aves es impensable, sería un crimen justamente punible.
–Yecla está rodeada de montañas, ¿podrías decirnos dos o tres lugares que a ti te gusten especialmente y que recomiendas a todo el mundo visitar?
El término de Yecla es un altiplano en general, con vastos espacios llanos cultivados, separados por largas sierras longitudinales. Tenemos varias cumbres que superan los 1.000 metros de altura, siendo la máxima en la Sierra de Salinas con 1.238 metros.
Indudablemente, algunos de los mejores recorridos que podemos hacer por Yecla se encuentran en nuestro querido Monte Arabí. Ofrece lugares de gran belleza, como las paredes de la Puerta de la Iglesia o la Cueva Horadada. Deja muy buenas sensaciones contemplar las huellas de nuestros antepasados en el Cerro del Arabilejo y en los cercanos petroglifos.
En la Sierra de Salinas tenemos nuestra mayor masa forestal, con sitios interesantes como la Cueva del Lagrimal y algunas umbrías y barrancos con abundante vegetación.
La Sierra de las Pansas es más pequeña y de menor importancia, pero ofrece un recorrido sencillo y agradable por un espacio que ofrece posiblemente la mayor densidad de vegetación del término. Una ruta circular que pasa por el punto geodésico que es muy recomendable.
–¿Qué actividades realiza hoy en día el CEY?
Todos los años en el mes de diciembre dejamos programadas unas veinte actividades oficiales y sus fechas a realizar a lo largo del año siguiente. Algunas son fijas todos los años, como la Semana de Montaña o la clásica Carche – Arabí, este año será la edición número 28. El resto de las actividades procuramos que sean variadas y cubran todos los aspectos de la montaña. Este año tenemos varias de senderismo, de alta montaña, de espeleología, de escalada, carreras de montaña, barranquismo… Colaboramos con el Ayuntamiento con estos eventos y algunos otros que nos solicitan en las Concejalías de Deportes y Turismo.
Por otro lado, algunos de nosotros somos asambleistas de la Federación de Montañismo de la Región de Murcia y la representamos en nuestra localidad. Ofrecemos cursos de formación con titulación oficial federativa en diversas materias, como senderismo, barranquismo…Tenemos un rocódromo donde se ejercitan los escaladores, y en el que periódicamente ofrecemos prácticas formativas. Dentro del CEY tenemos un grupo senderista, el Arabilejo, que todos los domingos realiza un recorrido por algún sitio, actividad a la que cualquiera puede incorporarse.
Los socios del CEY, unos 270 aproximadamente, se mueven a nivel personal por todo el mundo practicando cada uno su deporte preferido. Algunos regresaron fechas atrás de ver cuevas en Francia y Marruecos, otros ultiman los detalles para una ascensión a un pico de la India, los hay que están escalando actualmente en los Alpes, nuestro grupo volverá a viajar por el Sahara a final de año…
¿Organizáis actividades al aire libre para familias con niños?
En el CEY somos bastantes padres con hijos de todas las edades, y todos los años preparamos varias actividades para que ellos se lo pasen bien. Hace unas semanas hicimos una salida en que se divirtieron bastante: un recorrido de ida de 3,8 kilómetros por las hoces del Río Júcar, el regreso por un túnel iluminado por los frontales, luego a comer en una playa del Embalse del Molinar donde pudieron bañarse y montar en canoa. Los niños asustando a los peces con sus risas y gritos, y los padres contemplándolos con una cerveza en la mano. Los padres también disfrutan.
¿Cuál crees que ha sido el “secreto” para funcionar durante cuatro décadas?
Durante todo este tiempo siempre hemos tenido un grupo de personas amantes de la montaña e ilusionados por compartir lo que saben con otros amigos. Un montañero conoce un sitio especial, una actividad interesante, y disfruta haciendo partícipes a otros amigos de este conocimiento. Se lo enseña a unos pocos y también a un grupo de 200 personas si puede. En el CEY siempre tenemos un grupo de amigos que forman la junta directiva, ilusionados por compartir su amor por la montaña con otros compañeros.
¿Qué tienen en común las personas que forman parte del CEY?
En general, en los deportes de montaña apenas hay competición. En el fútbol el que te roba el balón y te mete el gol es tu enemigo. En la montaña la persona que tienes a tu lado es tu amigo, el que te ayuda en los pasos delicados, al que le cuentas tus secretos en largas horas de marcha, es con el que compartes todas las horas del día, a veces durante muchos días. Es tu compañero con el que compartes ilusiones, alegrías, esfuerzos. En la montaña, en el CEY, todos somos un gran grupo de amigos, una gran familia.
¿Podrías destacar dos o tres actividades que recuerdes de forma especial?
Son muchos años de diversas actividades y es difícil seleccionar cuales han sido mejores. La actividad más importante a nivel de divulgación que realizamos es la Semana de Montaña, en la que traemos a Yecla a conferenciantes que están haciendo lo máximo en ese momento. Por aquí han pasado personajes como Juanito Oirzabal, Carlos Soria, Edurne Pasaban, muchos de Al Filo de lo Imposible. Dejó buenos recuerdos Alex Huber, un escalador que tiene en su haber cinco o seis de las diez escaladas más fuertes realizadas por todo el mundo. Los Hermanos Pou dejaron un recuerdo especial, pues quisieron escalar en nuestras paredes. Pudimos grabar su escalada y nos quedó una película increíble de pasos complicadísimos realizadas por dos de los mejores escaladores del mundo escalando en nuestra Puerta de la Iglesia del Monte Arabí.
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