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🌼 jueves 18 abril 2024
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Un día de campo

Les voy a contar algo de cómo se vivía en el campo hace 60 o 70 años, con respecto al trabajo y la alimentación. Por la mañana muy temprano, se levantaba el cabeza de familia. Lo despertaba el canto del gallo y cuando salía a la calle veía el lucero del alba; eran las cinco de la mañana y pocas veces se equivocaba. Pues bien, éste se encargaba de llamar al personal, echaba lumbre y ponía la sartén, organizando unas gachasmigas, que era lo más popular. Una vez hechas, hacían el corro para comérselas y ponían el barril de vino en la mesa, pasándolo de izquierda a derecha para que todos bebieran.

Solía haber varios gatos encargados de pegar algún salto a la sartén, por si algo podían enganchar, aunque a veces se llevaban algún sarmentazo. También en estos almuerzos estaba presente el perro, que se portaba con más educación; se ponía en un sitio visible y cuando alguien le miraba, muy contento meneaba el rabo y así conseguía algún trozo de pan.

Cuando se terminaban las gachasmigas, cada uno se encaminaba a su faena, unos con las mulas a labrar, otros con el ganado, otros a podar viñas si era invierno, o hacer hoyos. Si había algún abuelo en la casa, le preparaban la faena con algún manojo de esparto para que hiciera pleita o sogas, que todo hacía falta. En cuanto a las mujeres, éstas se encargaban de la limpieza de la casa, de arreglar a los animalicos –cerdos, gallinas, conejos-, amasar el pan cada seis u ochos días, hacer la comida de mediodía, y otras muchas faenas.

En los campos, generalmente ponían la olla en las trébedes, “arrimaica” a la lumbre, para hacer potaje de garbanzos, habichuelas o cocido madrileño, que por cierto estaba muy sabroso, ya que se había estado cociendo durante toda la mañana. Cuando llegaba la hora de la comida, todos la tomaban de la misma fuente, y después de la comida caliente, venía el postre, que era un plato de aceitunas la mayoría de las veces, porque entonces todo lo que se comía se cosechaba en la casa. Los domingos, como extraordinario, solían hacer una paella con conejo y de postre, natillas.

Como en aquellos tiempos en las casas de campo se estaba “de fijo” se acumulaban víveres para todo el año: harina, arroz, garbanzos y patatas. Cuando llegaba el invierno se mataban los cerdos y se conservaban en la sal los jamones. Los embutidos una vez secos, se freían, lo mismo las longanizas que las morcillas, y se depositaban en orzas. Luego, al llegar el verano estaban buenísimos de comer. Los jamones, cuando se sacaban de la sal después del tiempo reglamentario, se lavaban bien y se les daba un unte de pimentón; valía más un trozo de tocino de aquel que un jamón de los de ahora, ya que entonces todo el pienso que comían los cerdos era natural y costaba criarlos más de un año, pero la carne era mucho más sabrosa.


  • Libro: Relatos del ayer.
  • Hogar de la Tercera Edad/Universidad Popular de Yecla/INSERSO.
  • MU-34/1988.
  • Tema: “Costumbres perdidas”.
  • Páginas 77 y 78.
  • Blog de José Antonio Ortega

 

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.

Les voy a contar algo de cómo se vivía en el campo hace 60 o 70 años, con respecto al trabajo y la alimentación. Por la mañana muy temprano, se levantaba el cabeza de familia. Lo despertaba el canto del gallo y cuando salía a la calle veía el lucero del alba; eran las cinco de la mañana y pocas veces se equivocaba. Pues bien, éste se encargaba de llamar al personal, echaba lumbre y ponía la sartén, organizando unas gachasmigas, que era lo más popular. Una vez hechas, hacían el corro para comérselas y ponían el barril de vino en la mesa, pasándolo de izquierda a derecha para que todos bebieran.

Solía haber varios gatos encargados de pegar algún salto a la sartén, por si algo podían enganchar, aunque a veces se llevaban algún sarmentazo. También en estos almuerzos estaba presente el perro, que se portaba con más educación; se ponía en un sitio visible y cuando alguien le miraba, muy contento meneaba el rabo y así conseguía algún trozo de pan.

Cuando se terminaban las gachasmigas, cada uno se encaminaba a su faena, unos con las mulas a labrar, otros con el ganado, otros a podar viñas si era invierno, o hacer hoyos. Si había algún abuelo en la casa, le preparaban la faena con algún manojo de esparto para que hiciera pleita o sogas, que todo hacía falta. En cuanto a las mujeres, éstas se encargaban de la limpieza de la casa, de arreglar a los animalicos –cerdos, gallinas, conejos-, amasar el pan cada seis u ochos días, hacer la comida de mediodía, y otras muchas faenas.

En los campos, generalmente ponían la olla en las trébedes, “arrimaica” a la lumbre, para hacer potaje de garbanzos, habichuelas o cocido madrileño, que por cierto estaba muy sabroso, ya que se había estado cociendo durante toda la mañana. Cuando llegaba la hora de la comida, todos la tomaban de la misma fuente, y después de la comida caliente, venía el postre, que era un plato de aceitunas la mayoría de las veces, porque entonces todo lo que se comía se cosechaba en la casa. Los domingos, como extraordinario, solían hacer una paella con conejo y de postre, natillas.

Como en aquellos tiempos en las casas de campo se estaba “de fijo” se acumulaban víveres para todo el año: harina, arroz, garbanzos y patatas. Cuando llegaba el invierno se mataban los cerdos y se conservaban en la sal los jamones. Los embutidos una vez secos, se freían, lo mismo las longanizas que las morcillas, y se depositaban en orzas. Luego, al llegar el verano estaban buenísimos de comer. Los jamones, cuando se sacaban de la sal después del tiempo reglamentario, se lavaban bien y se les daba un unte de pimentón; valía más un trozo de tocino de aquel que un jamón de los de ahora, ya que entonces todo el pienso que comían los cerdos era natural y costaba criarlos más de un año, pero la carne era mucho más sabrosa.


  • Libro: Relatos del ayer.
  • Hogar de la Tercera Edad/Universidad Popular de Yecla/INSERSO.
  • MU-34/1988.
  • Tema: “Costumbres perdidas”.
  • Páginas 77 y 78.
  • Blog de José Antonio Ortega

 

José Antonio Ortega
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"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
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4 COMENTARIOS

  1. BM NO cotiza las horas extras. Este «sobrante» que les extraen a las clases trabajadoras, antes del Sapo, los llevaban a la Cajas del Popular, ahora lo utilizan comprando casas céntricas …y otros patrimonios. Las Cajas ya NO eran seguras, lo dicho, como YECLA NO ES SEGURA espantando a los visitantes por obra y gracia de la ultra derecha local, dejando a la policía en mal lugar.

    El BM en su «borrachera» aparece como el representante radicalizado de una élite local a especie de «cacicato» . Un pueblerino dictadorzuelo con antecedentes de ser de clase pobre y que la burguesía industrial del pueblo, a través de su red, ha dotado a estos «energúmenos desclasados» con una mentalidad de Clase Rica, cuando muchos de estos lo que tienen son sueños de grandeza y púas en los bancos.
    Otros NO, son los más prudentes son los que callan.

    Las gachasmigas me gustan, no todos los días, hay que saber hacerlas, los ingredientes son accesibles a las economías modestas de ahí que uno de los alimentos del campo en su época fuese este. Además con unos tragos de vino, unas sopas con 1/2 kilo de pan, las calorías aumentan de forma colosal. Ya con tocinico el no va más. Pero puede que alguna gente no le guste, como todo en este mundo, a mi no me gusta la mentalidad de pobre-facha y hay para vender.
    Que tampoco será algo definitivo, el mundo, este pueblo evolucionará. En Yecla a peor imposible. Llevan décadas estrenados para hacerlo peor y han llegado a cotas insuperables.
    Los peces del Mar Menor son testigos de lo mal que lo hacen.

  2. Convendría repensar un poco esto tan de Yecla de asociar a determinadas celebraciones ese mejunje intragable y triste llamado gachasmigas. Que sí, que es el recuerdo de una vida humilde en el campo…. pero los tiempos han cambiado (por suerte) y no tiene demasiado sentido vivir permanentemente anclados en el pasado. Mis abuelos también comían a veces pan duro y poco más… y no por eso se le ocurre a nadie utilizar ese «alimento» como símbolo festivo.

  3. Claro mamón , si pensáramos en comunismo, estaríamos arruinados. Yecla y su gente es un pueblo luchador.
    Y lo que os gusta a los comunistas es hablar de la gente trabajadora, pero hacéis lo contrario que de lo que propagais, sois unos mentirosos y embusteros.

  4. Las gachasmigas, hoy utilizadas en muchas celebraciones y fiestas, era la comida tradicional del campo, como bien apunta Jose en «Un día de campo».

    Las comidas que realizaban los trabajadores en el campo eran:
    -Desayuno: gachasmigas, a veces con tocino.
    – Comida, arroz con «collejas», con coliflor, col, habas…
    -Cena, patatas fritas.
    En ocasiones al finalizar la siega o vendimia el dueño de la finca deba como «remate» un gazpacho manchego.
    La dieta habitual de los jornaleros destacaba, en aquellos años, por su pobreza en proteínas, unido al rudo trabajo ocasionaban un envejecimiento prematuro y de vulnerabilidad física.

    El 1º de Mayo de este año, en las celebraciones de este día internacional de la clase trabajadora, en el recorrido siempre encuentras mesas con publicaciones sociales algunas de interés.
    Este año encontré algo inesperado un libro que se titula «Jornaleros de Yecla». Orígenes de una militancia socialista, editado por la Universidad de Murcia.
    Este libro desgrana cosas como el nivel de vida de los jornaleros yeclanos de principio del siglo pasado, dieta alimenticia, itinerario de la miseria, las fiestas, ritmo y horarios, mujer jornalera… una joya de libro,
    De ahí viene este apunte de las comidas de los del campo.
    «Como nota muy curiosa se destaca que las deficiencias físicas entre los jornaleros yeclano, en base a la mala alimentación, con ocasión de la llamada a quintas de los mozos yeclanos en 1915, según la prensa local registró un 40% de alegaciones de inutilidad por insuficiencia alimenticia»
    Cosas de Yecla. «Orígenes de un pueblo que hoy piensa como si fueran ricos de toda la vida»

José Antonio Ortega
José Antonio Ortega
"DESDE MI PUPITRE" Intento aprender cada día, y como observador atento procuro escribir un poco de todo con respeto y disciplina, de recuerdos, necesidades y de aquello que mientras pueda, vaya encontrándome por el camino, siempre dando gracias al estímulo de la vida.
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