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🌼 sábado 20 abril 2024
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Ninguna guerra es civilizada

La guerra de Ucrania cumple su primer aniversario. Mientras el presidente Sánchez se reúne con Zelensky, y se erige en representante de la UE, apoya el plan de paz que presentó el presidente ucraniano en noviembre, y le promete armamento y municiones, Belarra, socia de gobierno, y ministra de Derechos Sociales, lo invita a replantear la postura de España en el conflicto, y señala que haber contribuido a la escalada bélica, ha sido un error y no ayuda en nada al pueblo ucraniano.

Mientras China presenta un plan de Paz para acabar el conflicto, y compra hidrocarburos a Rusia, reduciendo el impacto de las sanciones económicas, EE.UU invierte 33.000 millones de dólares en la guerra, a través del envío de armas, el apoyo al gobierno ucraniano y en asistencia humanitaria.

Mientras mueren civiles en el conflicto, la inflación y el precio de los alimentos se dispara en el planeta, la Asamblea General de Naciones Unidas queda dividida en esos dos bandos históricos, Oriente y Occidente, y rescatan términos como el de la Guerra Fría, asociados al apocalipsis nuclear, que como una amenaza, sobrevuela sobre nuestras vidas.

Mientras Putin se da un baño de masas para celebrar el Día de la Patria, Zelenski busca apoyos en el panorama internacional, las alarmas antiaéreas siguen sonando cada día en Kiev, obligando a la gente a recluirse en los sótanos, donde mascullan su rabia, su resignación, su miedo y su convencimiento de que ganarán esta batalla por la defensa de su patria, y de su libertad.

Mientras nuestros periodistas se entretienen en tertulias repetitivas una y otra vez, opinando, e intentando demostrar su conocimiento, objetividad e imparcialidad, en cadenas politizadas, interesadas y panfletarias, que no consiguen nada más confundirnos, dividirnos y salvaguardar su chiringuito, la periodista ucraniana Olga Tarnovska en sus pequeñas conexiones desde un pueblo a diez kilómetros de Kiev, los pone a todos, periodistas, políticos locales, organismos internacionales y a los oyentes, en su sitio: “necesitamos armas para defendernos, no para matar rusos”; “la duda de los países nos cuesta mucha sangre ucraniana”, “defendemos ciudades, civiles, nuestra economía, nuestra naturaleza, nuestra vida”, “Es una guerra existencial, solo si la ganamos existiremos”.

Las palabras de Olga

Las palabras de Olga son las que deberíamos escuchar, las que deberíamos comprender, porque son las de la gente de a pie, ciudadanos, como nosotros, que somos las víctimas de la guerra, del negocio de un puñado de visionarios, que en nombre de la paz, de la libertad y de sus compatriotas, mandan matar, robar, encarcelar, cortar suministros, y no dudan con amenazar con el fin del mundo, desde sus despachos y palacios.

Olga nos ha contado, con un optimismo inusitado, como su padre de 71 años no dudó en alistarse, como su sobrino lucha en primera línea de fuego, como a ella han intentado silenciarla. Podrían haberse marchado del país, pero prefirieron quedarse, defenderse ante la injusticia, ante la tiranía, ante el capricho de una elite que maneja nuestras vidas como les viene en gana. Olga y los suyos, son las verdaderas víctimas, los héroes anónimos, y posiblemente los mártires de un conflicto más de la historia de la Humanidad, que demuestra, de nuevo, que carece de ella.

Y aunque al escuchar a Olga, podamos apoyar el envío de armas a Ucrania, en estos días que celebramos nuestro estatuto, que nos enorgullecemos de nuestros símbolos, es bueno recordar las palabras que Blas Infante, en representación de la Junta Liberalista de Andalucía, dejó para la historia, cuando José Antonio Primo de Rivera, le pidió que se uniera a la Falange Española, que entre otras de sus ideas, era provocar una guerra civil si hacía falta para acabar con el gobierno republicano : “Ninguna guerra es civilizada. Para regenerar a España existen medios mejores y más humanos, pues solo por esa humanidad podrá ser salvada».

Palabras que compartimos la gran mayoría de ciudadanos, palabras que, si somos capaces de obviar siglas, son las mismas que ha defendido Belarra, que son de sentido común. La paz se consigue con el diálogo, con la mesura, sin armas sobre la mesa. Solo con otra forma de hacer política, tendremos una oportunidad de cambiar el mundo injusto, desigual, y de sometimiento que hemos creado.

Lástima que nos hagan creer que siempre hay alguien de quien defendernos, que la guerra es el camino hacia la paz.


Artículos de Moisés P. Aranda

Moises Palmero Aranda
Moises Palmero Arandahttps://moisespalmeroaranda.wordpress.com/
Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos relacionados con temática natural, entre otras.

La guerra de Ucrania cumple su primer aniversario. Mientras el presidente Sánchez se reúne con Zelensky, y se erige en representante de la UE, apoya el plan de paz que presentó el presidente ucraniano en noviembre, y le promete armamento y municiones, Belarra, socia de gobierno, y ministra de Derechos Sociales, lo invita a replantear la postura de España en el conflicto, y señala que haber contribuido a la escalada bélica, ha sido un error y no ayuda en nada al pueblo ucraniano.

Mientras China presenta un plan de Paz para acabar el conflicto, y compra hidrocarburos a Rusia, reduciendo el impacto de las sanciones económicas, EE.UU invierte 33.000 millones de dólares en la guerra, a través del envío de armas, el apoyo al gobierno ucraniano y en asistencia humanitaria.

Mientras mueren civiles en el conflicto, la inflación y el precio de los alimentos se dispara en el planeta, la Asamblea General de Naciones Unidas queda dividida en esos dos bandos históricos, Oriente y Occidente, y rescatan términos como el de la Guerra Fría, asociados al apocalipsis nuclear, que como una amenaza, sobrevuela sobre nuestras vidas.

Mientras Putin se da un baño de masas para celebrar el Día de la Patria, Zelenski busca apoyos en el panorama internacional, las alarmas antiaéreas siguen sonando cada día en Kiev, obligando a la gente a recluirse en los sótanos, donde mascullan su rabia, su resignación, su miedo y su convencimiento de que ganarán esta batalla por la defensa de su patria, y de su libertad.

Mientras nuestros periodistas se entretienen en tertulias repetitivas una y otra vez, opinando, e intentando demostrar su conocimiento, objetividad e imparcialidad, en cadenas politizadas, interesadas y panfletarias, que no consiguen nada más confundirnos, dividirnos y salvaguardar su chiringuito, la periodista ucraniana Olga Tarnovska en sus pequeñas conexiones desde un pueblo a diez kilómetros de Kiev, los pone a todos, periodistas, políticos locales, organismos internacionales y a los oyentes, en su sitio: “necesitamos armas para defendernos, no para matar rusos”; “la duda de los países nos cuesta mucha sangre ucraniana”, “defendemos ciudades, civiles, nuestra economía, nuestra naturaleza, nuestra vida”, “Es una guerra existencial, solo si la ganamos existiremos”.

Las palabras de Olga

Las palabras de Olga son las que deberíamos escuchar, las que deberíamos comprender, porque son las de la gente de a pie, ciudadanos, como nosotros, que somos las víctimas de la guerra, del negocio de un puñado de visionarios, que en nombre de la paz, de la libertad y de sus compatriotas, mandan matar, robar, encarcelar, cortar suministros, y no dudan con amenazar con el fin del mundo, desde sus despachos y palacios.

Olga nos ha contado, con un optimismo inusitado, como su padre de 71 años no dudó en alistarse, como su sobrino lucha en primera línea de fuego, como a ella han intentado silenciarla. Podrían haberse marchado del país, pero prefirieron quedarse, defenderse ante la injusticia, ante la tiranía, ante el capricho de una elite que maneja nuestras vidas como les viene en gana. Olga y los suyos, son las verdaderas víctimas, los héroes anónimos, y posiblemente los mártires de un conflicto más de la historia de la Humanidad, que demuestra, de nuevo, que carece de ella.

Y aunque al escuchar a Olga, podamos apoyar el envío de armas a Ucrania, en estos días que celebramos nuestro estatuto, que nos enorgullecemos de nuestros símbolos, es bueno recordar las palabras que Blas Infante, en representación de la Junta Liberalista de Andalucía, dejó para la historia, cuando José Antonio Primo de Rivera, le pidió que se uniera a la Falange Española, que entre otras de sus ideas, era provocar una guerra civil si hacía falta para acabar con el gobierno republicano : “Ninguna guerra es civilizada. Para regenerar a España existen medios mejores y más humanos, pues solo por esa humanidad podrá ser salvada».

Palabras que compartimos la gran mayoría de ciudadanos, palabras que, si somos capaces de obviar siglas, son las mismas que ha defendido Belarra, que son de sentido común. La paz se consigue con el diálogo, con la mesura, sin armas sobre la mesa. Solo con otra forma de hacer política, tendremos una oportunidad de cambiar el mundo injusto, desigual, y de sometimiento que hemos creado.

Lástima que nos hagan creer que siempre hay alguien de quien defendernos, que la guerra es el camino hacia la paz.


Artículos de Moisés P. Aranda

Moises Palmero Aranda
Moises Palmero Arandahttps://moisespalmeroaranda.wordpress.com/
Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos relacionados con temática natural, entre otras.
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3 COMENTARIOS

  1. Muchas gracias Moisés por tu comentario, del que dices estar de acuerdo con el mío.
    Las guerras esconden intereses económicos.
    La primera guerra mundial o gran guerra fue motivada por el interés de Alemania de que hubiese un nuevo reparto de las colonias, interés para obtener materias primas y ampliar mercados de la pujante industria alemana.
    La segunda guerra mundial es continuidad de la primera, que por culpa de los bolcheviques de Lenin, la tuvieron que aplazar.
    En Ucrania intereses de las potencias.
    Rusia, EEUU, China.
    Ucrania es un país muy grande y muy goloso el poder controlarlo por su potencial agrícola. Enclavado entre oriente y occidente.
    Dónde hay que poner el foco para parar la guerra ante la opinión pública?
    Que está guerra no es de un tipo chiflado, Putin, (que también) es cosa de las grandes burguesías interesadas en hacer negocio a costa de lo que sea.
    Y este de lo que sea es provocar una carnicería con las personas inocentes que nada tienen que ver con la voracidad de los intereses de las clases dominantes de estas potencias.
    La I guerra mundial fue una escabechina.
    Como bien dices Moisés las guerreras nunca son civilizadas, son negocios para unos pocos.

  2. Muy buenas Copernicus, estamos en todo de acuerdo. Puede que las palabras de Belarra, o las mías, suenen a demagogia barata, y probablemente lo sean, porque somos conscientes de que en estos momentos, mientras dialogan están muriendo personas. Pero creo que es necesario escuchar esos argumentos, porque, primero, es en lo que creemos, segundo porque hay mucha gente que no se para a pensarlo, y tercero porque está guerra no será la última, sino que por desgracia habrá muchas más, provocadas por los que se llenan la boca pidiendo la paz, sean del bando que sean. Lo llevan haciendo décadas, parte de su PIB proviene de la industria armamentística, las bombas nucleares no las coleccionan de adorno.
    Pero como sé el mundo en el que vivimos, por eso rescato las palabras de Olga, porque lo dice bien claro, mientras dudamos, mientras nuestros dirigentes siguen con reuniones, con fotos, con planes de paz, allí sigue muriendo gente, y esa gente necesita armas porque los están matando con armas, ellos no quieren matar, ellos quieren que no los maten, quieren sobrevivir. Una vez que estamos metidos en el conflicto, hay seguir mandando armas, pero no nos viene mal, recordar que esto para muchos es un juego, que las muertes son daños colaterales, y se las suda mucho cuantos caigan. Por eso me parece estupendo que Belarra lo diga, aunque la hagan pasar por idiota, por demagoga, en los medios de comunicación, aunque sepa que la van a ningunear, aunque sea carne de cañón de memes.
    En fin, que me repito, le doy la razón a Belarra y a Olga, porque aunque dicen cosas contrapuestas, es la realidad en la que nos movemos, queremos la paz, las armas traen más guerra, pero hay que sobrevivir. Salud

  3. Por añadir algo. Rusia invade un país soberano -Ucrania- agresión imperialista. Incluso Putin intensifica la represión contra su propio pueblo, lanzando a este a una criminal guerra. Putin el «nuevo zar» de Rusia. Se especula con su salud para determinar el final de la guerra.
    ¿Cuál es la clase dominante en Rusia? Igual que en los países capitalistas.
    ¡El capitalismo de Estado!
    Rusia posee más del 30% de los recursos naturales del planeta.
    Antes de la invasión Putin se reunió con los representantes de los círculos empresariales. En España sería la CEOE. Se reúne con los oligarcas del acero y las finanzas, las petroleras, los productores de fertilizantes los mayores del mundo, gas, química… la clase dominante rusa. Acuerdan la invasión.
    En España, en concreto en Murcia, la clase dominante serían los del «agro-poder» los aguatenientes y el agro-capitalismo, que vienen a ser lo mismo, los que envenenaron el Mar Menor.
    Ante esta invasión los ucraniamos tienen el derecho de defenderse, con tanques aviones… Putin amenaza sin complejos utilizar lo nuclear.
    ¿Con quienes debemos estar? Con la Paz por supuesto.
    Pero mientras llegue se está con las victimas con los invadidos y contra los invasores imperialistas, el gobierno Ruso encabezado por Putin.

    Hacer populismo con la guerra es fácil. Diálogo, mesa de negociaciones… vale.
    Si Putin no quiere. Negociar supone ceder y si el nuevo zar lo quiere todo?
    Luego están los perdedores, el pueblo ucraniano, el ruso, Europa… Y algunos beneficiarios, los EEUU y China fundamentalmente.

Moises Palmero Aranda
Moises Palmero Arandahttps://moisespalmeroaranda.wordpress.com/
Colaborador de elperiodicodeyecla.com con artículos relacionados con temática natural, entre otras.
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