La Talidomida es un fármaco distribuido entre 1958 y 1963 como calmante/sedante de nauseas o vómitos, en los tres primeros meses de embarazo, comercializado por la farmacéutica Germana Grunenttal Gmbh. Este medicamento fue proliferando y causó miles de nacimientos de bebes afectados de focomelia. Una anomalía y discapacidad que afecta a la pérdida de brazos y piernas, o que estos miembros sean más cortos de lo normal y también deformes.
Afectaba al ser concebido en el vientre por la medicación ingerida por la madre o por el padre, al surtir efectos secundarios.
Se retiró donde había sido vendido con distintos nombres, entre otros países España, donde lo hicimos de los últimos, el año que asesinaron a J. F. Kennedy.
El fármaco está asociado lamentablemente a las víctimas que dicho medicamento produjo. En algunos países, los afectados progresivamente fueron indemnizados por el grave daño que sufrieron, aquí no tanto.
Con todos estos elementos, el Tribunal Constitucional rechazó hace unos años el recurso de AVITE, la Asociación de Víctimas de la Talidomida, contra la Sentencia del Tribunal Supremo, que ya les negó la demanda interpuesta al laboratorio alemán, y a su vez Grunenthal, continuaba en sus trece diciendo que los demandantes no habían podido probarlo.
No me quiero meter en camisa de once varas al ser los tribunales un tema complejo, me ocurre lo mismo que con el recibo de la luz que apenas lo entiendo, vergüenza ajena siento. Sé que algunas batallas legales siguen por los daños causados, por aquello que se introdujo en el mercado y que fue causa de aumento progresivo de malformaciones.
Esto me pudo pasar a mí, que tengo una discapacidad, diagnosticada como Cifoescoliosis grave; nací en aquellos años, y mi madre no tuvo un embarazo fácil.
Durante muchos años las autoridades españolas negaron la evidencia de la venta del fármaco, seguramente una manera de eludir cualquier responsabilidad acerca del asunto. Actualmente, el principio activo parece que se utiliza en el tratamiento de algún tipo de cáncer y también en Sudamérica, apoyado por la Organización Mundial de la Salud, pues ahora existen muchos más medios para determinar las reacciones adversas.
Tan solo decir que el caso, después de un largo periplo, estas personas que ahora tienen mi edad, entran con su compromiso en un proceso de estancamiento y desconozco si tienen previsto algún sitio más dónde recurrir.
No hacen falta más palabras. Después de un flujo de casi veinte años mantienen la cara en alto y las ganas de seguir luchando. Después un drama inacabado, en un mundo cambiante e impredecible, estos compañeros observadores de la vida son un ejemplo más. Con sus brazos cortos no pueden tocar muy alto y debido a sus piernas cortas tal vez no han podido llegar muy lejos, pero continúan andando.